Cuando Marcus regreso de correr ya habian encendido el fuego, e incluso habia un techo de brasas. Las salchichas se estaban haciendo en la sarten. Marcus habia visto el humo en la distancia y supo que lo estaban esperando.

– Estamos haciendo una barbacoa. Ven y pruebala -lo invito Harry.

Rose levanto la vista de las salchichas. Llevaba un banador y una camiseta por encima. Sonrio a Marcus y este sintio que se ruborizaba.

– ?Eres lo suficientemente valiente como para probar mis salchichas?

– ?No me voy a envenenar? -pregunto el, y la sonrisa de Rose se amplio.

– No cocino tan mal.

– Si que cocina mal -dijo Harry alegremente-. ?Cuantas salchichas, Marc? ?Tres o cuatro?

– Seis -Marcus se sento junto al fuego. No solia comer salchichas, pero tenian un aspecto estupendo. Ademas, habia estado fuera todo el dia y tenia hambre.

– Si tienes hambre te comeras cualquier cosa -dijo Rose, como si le leyera el pensamiento-. Las clases de cocina son una perdida de tiempo.

– ?Y los cocineros tambien son una perdida de tiempo?

– Estoy segura de que lo unico que te importa a ti es tu negocio.

Rose era capaz de bromear con el y de hacerle sentir bien. Demonios, le hacia sentir como si quisiera salvarla, como si siempre hubiera estado ahi, iluminando su vida.

Que pensamiento tan estupido. Hizo un esfuerzo por que sus sentidos volvieran a la realidad.

– ?Habeis traido ketchup? -pregunto.

– ?Ketchup? -repitio Harry, sorprendido.

– Se refiere a la salsa -le explico Rose-. Habla en americano.

– Pues deberias aprender australiano -dijo Harry.

– Si, tengo muchas cosas que aprender.

– Ya lo creo -afirmo el muchacho-. Y vas a tener que darte prisa para aprenderlo todo en dos semanas.

Cenaron salchichas y pastel de chocolate y despues Rose se fue a dar un bano. Harry volvio a la casa para terminar sus volcanes. Tal vez Marcus deberia haberse ido tambien pero, ?como podia dejar que Rose nadara sola?

En realidad lo que queria era meterse con ella en el agua, pero algo lo detuvo. Sentia que, de alguna manera, nacerlo era como dar un paso hacia su lado del porche.

Rose no nadaba como el. Estaba cansada. Llevaba levantada desde las cinco de la manana y el tobillo le debia de doler. Simplemente flotaba en el agua, dejandose mecer.

Ahi estaba la diferencia, penso el. Todo lo que Rose queria era la granja y un futuro para sus hermanos. No necesitaba nada mas, y asi era feliz. No aceptaria lo que el le podia ofrecer, penso Marcus, y el pensamiento lo sacudio. ?Se estaba ofreciendo el?

Era encantadora y le hacia sonreir. Si pudiera llevarla con el a Estados Unidos… Tambien podrian llevarse a Harry, y contratar a un capataz que cuidara la granja en su ausencia…

Pero, ?que demonios estaba pensando? Aquello no tenia sentido. El solia ser una persona solitaria, ?que habia cambiado? Rose. Ella lo habia cambiado.

Rose salio del mar y camino por la orilla hacia el, sonriendo y sacudiendose el agua del cabello. Los perros se habian acercado a ella y jugaban a su alrededor. Marcus volvio a sentarse en la arena y la observo secarse el pelo con una toalla, sonriendole…

– Estas preciosa -dijo suavemente, y sus palabras se quedaron prendidas en la noche, como la promesa de algo que aun habria de venir.

Ella dejo de secarse el cabello y lo miro. Marcus habria esperado verla reir, o protestar, pero en lugar de ello volvio a sonreir.

– Tu tampoco estas mal.

– Vaya, gracias -se levanto y tomo la toalla de manos de Rose-. Deja que yo lo haga.

Ella dio un paso atras, sin soltar la toalla.

– No quieres hacerlo.

– ?Secarte el pelo? Claro que si.

– Yo se lo que digo -ya no sonreia-. El aspecto personal no va a funcionar.

– ?Por que no?

– Ninguno de tos dos esta en situacion de llevarlo mas lejos.

– Tenemos dos semanas… -dijo Marcus.

– Mantente en tu lado del porche, Marcus. O tal vez sea mejor que vuelvas a casa de Hattie.

– ?No! Cualquier cosa menos eso. No quiero volver a estar rodeado de cosas rosas.

– Entonces no me toques -dijo ella.

– ?Por que no quieres que te toque?

– ?Quien ha dicho que no quiero que me toques?

– Yo supuse… -empezo a decir Marcus.

– Tu siempre lo supones todo. Tuve que aceptar tu oferta de casarte conmigo para salvar la granja, pero no por eso tengo que verte como alguien maravilloso para el resto de mi vida. Y tu tampoco quieres que lo haga. No quieres estar en un pedestal, pero cuando bajas…-Rose inspiro profundamente-. Cuando bajas de tu pedestal te veo solo como la persona, como Marcus. Marc. Alguien que se siente incluso mas solo que yo, que es encantador y generoso, que sonrie y hace que se me encoja el estomago y… Marcus, no. No he querido decir…

Rose lo miraba con sus luminosos ojos verdes, intentando contarle la verdad, y el habria sido inhumano si no hubiera reaccionado. Le tomo las manos y se miraron intensamente.

Despues no supo quien se acerco antes al otro, pero no importaba. Lo importante fue que unieron sus labios mientras el cuerpo humedo de Rose se amoldaba al suyo, suave y calido. Cielo santo. Los pechos de Rose presionaban su torso y los labios femeninos sabian a mar, a sal, a calidez, a deseo y…

Rose. La palabra no salio de sus labios, pero sintio como si la hubiera gritado. ?Rose! Y era suya. ?Suya! Marcus deslizo las manos por su espalda, apretandola aun mas contra el, amandola, deseandola.

Amandola. El mundo se detuvo en aquel preciso momento, y fue como si su corazon tambien se hubiera parado, para despues volver a latir con animos renovados y convertir a Marcus en una persona diferente. Alguien que sentia la sorpresa y la alegria.

Nunca hubiera imaginado que podria sentir todo aquello. Habia tenido una infancia esteril, habia sufrido en el ejercito y en el Golfo. Se habia convencido de que no podia acercarse a nadie, porque todos desaparecian. En su trabajo solo le habia importado hacer dinero.

Pero en aquel momento estaba implicado. Hasta el corazon. Y con su mujer.

Profundizaron el beso. Rose se estaba rindiendo a el, abriendo los labios y ofreciendole su boca. Cielo santo, la deseaba.

El beso parecia no tener fin. Rose se estaba entregando al momento, a las sensaciones, pero aquello tenia que terminar. Marcus se aparto ligeramente y la miro a la cara. Ella lo observo algo confusa, pero sonriendo.

– Parece… Rose, parece que eres mi mujer de verdad.

La sonrisa de Rose se esfumo.

– ?Que quieres decir con eso?

– Hicimos unos votos y se estan haciendo realidad.

– ?Amarnos y respetarnos hasta que la muerte nos separe? ?En la salud y en la enfermedad? No lo creo, Marcus.

– Tal vez no -contesto en voz baja.

Era preciosa, penso. La mujer mas deseable que habia conocido en su vida…Pero el era un solitario, igual que Rose.

– No -dijo ella, y el se sorprendio.

– ?No?

– Se lo que estas a punto de sugerir, y mi respuesta es no.

– ?Estas negando que me deseas?

– Por supuesto que te deseo -dijo ella-. Puedes sentirlo, igual que yo puedo sentir que me deseas. Pero no es suficiente.

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