– ?Por que no?

– Porque lo quiero todo. O todo o nada.

– ?Que demonios quieres decir?

– Me he enamorado de ti, Marcus -el la miro estupefacto-. He sido una estupida. He deseado hacer realidad el cuento de hadas. Pero ahora debemos ir a casa -agarro la cesta del picnic, rompiendo el contacto visual-. Lo siento. Nunca deberia haberte besado. Nunca deberia haberte dejado que…

– Los dos lo queriamos. Y puede funcionar, Rose. Yo nunca habia sonado con… Pero tu, lo que siento por ti… Estoy preparado para intentarlo -quiso tomarle las manos, pero ella dio un paso atras-. Escucha, Rose, podemos hacerlo. Puedes quedarte en la granja mientras Harry te necesite, pero la reformare para hacerla mas agradable. Y puedes visitarme en Nueva York cuando yo tenga tiempo libre…

– Y tu… ?cuando vendrias?

– Mi trabajo esta en Nueva York, pero vendria siempre que pudiera.

– Vaya, que romantico.

– Has dicho que me quieres -dijo el.

– Si, pero no quiero esto.

– Funcionara.

– Vete.

– Rose…

– Vete. Puedo echar a los perros contra ti.

Esas palabras despertaron el enfado de Marcus. ?A que estaba jugando aquella mujer?

– Rose, si me voy, si vuelvo a Estados Unidos manana, estas perdida.

– ?Me estas diciendo que vas a terminar con esto porque no quiero dormir contigo? ?Que vas a dejar que Charles se quede con la granja porque no accedo a tus planes?

– Por supuesto que no. No te estoy haciendo chantaje.

Ella lo miro por unos momentos, friamente.

– Muy bien. Sera mejor que no te acerques a mi porche esta noche. Hasta manana.

– Pero…

– Buenas noches.

Capitulo 10

A aquella conversacion siguieron cinco dias llenos de tension. -?Ya no os gustais? -pregunto Harry.

– Claro que nos gustamos -le dijo Marcus. Estaba cocinando un guiso de ternera con vino tinto y champinones del que luego Harry le llevaria un plato a Rose.

Ella se habia negado a seguir comiendo con el, y habia preferido dedicarse al trabajo. Marcus le habia pedido que fuera su mujer y ella lo habia rechazado. Para el, era imposible amar a una mujer. Era imposible amar a nadie.

Pero se estaba encarinando con Harry mas de lo que queria reconocer. Mientras Rose les dedicaba su tiempo a las vacas, Harry llevaba los deberes a la casa rosa cada tarde, y charlaba mientras Marcus cocinaba o trabajaba con su portatil. Era un muchacho curioso, agradable y lleno de entusiasmo, y Marcus sabia que cuando terminaran las dos semanas no iba a echar de menos solo a Rose.

– Soy un tipo solitario -le dijo a Harry mientras picaban cebollas-. Y Rose tambien. Por eso quiere cenar sola. Ademas, somos muy diferentes. Mi vida esta en Nueva York y la de ella, aqui. Si nos… encarinamos…

– ?Estas diciendo que si cenais juntos podeis enamoraros?

– ?No!

– Creo que si-Harry era un muchacho inteligente y muy intuitivo. Sonrio ampliamente-. Eso sena genial. Podrias estar aqui todo el tiempo y podrias llevarme al colegio en el Morgan. Puedes trabajar desde aqui con el ordenador y por telefono.

– Pero hay otras cosas. Harry, no tienes ni idea de toda lo que exige mi vida.

– Estoy seguro de que la vida aqui es mejor.

– Tengo un Porsche en Nueva York -dijo Marcus, intentando poner las cosas de modo que Harry pudiera comprenderlas.

– Pero el Morgan esta aqui. Y nosotros tenemos un tractor genial. ?O es que quieres que Rose vaya contigo a Nueva York y que conduzca el Porsche?

– Rose se va a quedar aqui y yo voy a volver a Nueva York. Ella se quedara con su tractor y yo con mi Porsche.

– Si, pero ella tiene muchas mas cosas. Tiene a las vacas y a los perros. Tiene la casa y me tiene a mi. Vas a tener que ofrecer algo mejor que un Porsche para competir con nosotros.

– No quiero competir -afirmo Marcus.

– Rose tambien dice que no se va a enamorar de ti. Yo creo que los dos estais locos.

Rose se quedo con las vacas mucho mas tiempo del necesario. Pronto se iria a casa y comeria sola un plato de algo delicioso hecho por Marcus. Harry pensaba que era una tonta. Y tenia razon.

Pero no. Lo que estaba ocurriendo era peligroso. ?Y como no podria haberse enamorado? El la habia salvado, la habia vestido como una princesa y le ofrecia… su mundo. ?Deberia contentarse con unas migajas? Claro que no, pero eso era lo que Marcus le estaba ofreciendo. Porque no le ofrecia su corazon.

Pero aquella noche podria dormir en sus brazos… Si, claro, cuando a el le convenia Y el resto del tiempo dormiria alli sola, en una gran casa construida con su dinero, o en aquel frio apartamento de Nueva York.

– Esto es una estupidez -le dijo a Ted cuando la cabeza del animal le rozo la mano-. Marcus esta jugando a cuentos de hadas, pero uno de los dos tiene que ser sensato.

«Pero no quiero ser sensata. Quiero ir alli y cenar con ellos, reirme con Marcus y despues volver con el hasta el porche y…»

– Ya basta -se dijo.

Le dio una palmadita al perro y se dirigio a la casa. Cenaria y se iria a la cama. Sola.

Era media manana cuando llegaron. Rose estaba en el prado, limpiando un canal de agua, cuando vio que el coche entraba en el camino que conducia a la casa. Marcus estaba dentro, seguramente absorto en alguna video conferencia. Tal vez deberia volver e interceptar el coche antes de que interrumpieran a Marcus, penso.

Pero no. Seria mejor mantenerse alejada de el, igual que Marcus estaba haciendo con ella, desde la noche en la playa.

Rose bajo la vista hacia su ropa; estaba llena de barro del canal. Se limpio la cara con el dorso de la mano y deseo no haberlo hecho.

?Y quienes eran los visitantes?

«Que no sea nadie importante, por favor».

Marcus miraba la pantalla de su ordenador sin ver nada realmente. Se distraia mirando por la ventana viendo como Rose trabajaba fuera, seguramente haciendo algun duro trabajo.

– ?Esta ahi, senor Benson?

Aun mantenia la video conferencia y deberia estar concentrado en ella. Pero Rose…Alli estaba, en el prado. Podia verla llena de barro…

– Estoy aqui -dijo esforzandose por fijar la mirada en la pantalla.

Entonces oyo el motor de un coche. Genial. Tendria que ocuparse el; Rose estaba demasiado lejos para recibir a los visitantes.

– Tengo que dejarlos, caballeros -le dijo a la pantalla, sin preocuparle que los problemas que estaban discutiendo aun no habian sido resueltos.

Tenia sus propios problemas, y estos no tenian nada que ver con Nueva York. O tal vez si. Salio al exterior mientras el coche aparcaba frente a la casa y se quedo atonito al ver salir a Darrell. Darrell lo saludo con la mano y despues abrio la puerta del copiloto.

Ruby.

– Era demasiado complicado hacerlo desde Nueva York.

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