Claire miro la ropa que habia dejado sobre la cama y suspiro. Parecia que hacer las maletas no era una habilidad instintiva. Habia tenido mucho cuidado con todo, pero alli estaba su ropa, completamente arrugada.

En circunstancias normales, la ayudante de Lisa se llevaria aquella ropa y se la devolveria perfectamente planchada. Y si ella no estaba cerca, llamaba al servicio de lavanderia del hotel. Sin embargo, aquello no era un hotel.

Observo una blusa de seda y se pregunto si podia plancharse. Con otro suspiro, se acordo de que no sabia planchar, y si queria practicar, quiza no fuera lo mejor hacerlo con una blusa de disenador.

– ?Soy totalmente inutil, o esto es un incidente aislado? -se pregunto en voz alta. Era mejor saber la verdad que fingir. Su objetivo era cambiar, adaptarse al mundo real.

Oyo un sonido que provenia del pasillo y, sin soltar la blusa, corrio hacia la habitacion de Nicole y se la encontro saliendo del bano. Estaba doblada por la cintura, con un brazo en el estomago. Estaba palida y tenia la boca fruncida de dolor.

– Tenias que haberme avisado -dijo Claire, mientras acudia rapidamente a su lado-. Estoy aqui para ayudarte.

– Si se te ocurre como puedes hacer pis por mi, soy todo oidos. De lo contrario, apartate.

Claire hizo caso omiso de aquel comentario y se acerco a la cama, donde rapidamente, aparto las mantas. Nicole no le hizo caso y muy despacio, con cuidado, se tendio. Claire intento taparla.

– Si me tapas, te juro que te matare. Hoy no, pero pronto, cuando menos te lo esperes.

Claire se aparto de la cama.

Cuando Nicole se hubo acomodado, cerro los ojos. Despues de un segundo, volvio a abrirlos.

– ?Es que vas a quedarte ahi?

– ?Necesitas algo? ?Mas agua? ?Trocitos de hielo? Te ayudaran a mantenerte hidratada sin provocarte nauseas.

– ?Como lo sabes?

– He estado leyendo algunos articulos en Internet.

– Vaya, eres toda una enfermera.

Claire agarro con fuerza la blusa.

– No decian nada sobre que una operacion le vuelva a uno sarcastico, asi que supongo que es un rasgo unicamente tuyo.

– Lo llevo con orgullo, como si fuera una medalla al merito -dijo Nicole, que se movio e hizo un gesto de dolor-. ?Que estas haciendo aqui, Claire?

– Jesse me llamo hace unos dias y me dijo lo de la operacion. Me advirtio que ibas a necesitar mi ayuda. Tambien dijo que sentia que todavia estuvieramos distanciadas, y que tu querias que fueramos una familia.

Lo dijo sin temblar, sin que su voz delatara el sufrimiento. Sin embargo, estaba alli, escondido. Porque acercarse a su hermana era lo que queria.

– ?Y la creiste? -Nicole movio la cabeza-. ?De verdad? Despues de todo este tiempo, ?crees que voy a cambiar de opinion sobre ti?

– Tu opinion sobre quien crees que soy -replico Claire-. Tu no me conoces de verdad.

– Una de las bendiciones de mi existencia.

Claire hizo como si no la oia.

– Ahora estoy aqui, y es evidente que necesitas ayuda. No veo a ningun otro candidato, asi que parece que estamos atrapadas.

Nicole se puso tensa.

– Podria llamar a mis amigos.

– Pero no lo vas a hacer. Odias deber favores a los demas.

– Como tu tambien has dicho, no me conoces de verdad.

– Pero me lo imagino.

Ella tambien odiaba deber favores.

– No finjas que tenemos algo en comun -le espeto Nicole-. Tu no eres nadie para mi. Muy bien, si crees que puedes ayudar, ayuda. No me importa. Lo bueno es que no creo que seas capaz de hacer nada, aparte de esperar a que te sirvan, asi que mis expectativas son bajas.

Aquello no era lo que habia imaginado, penso Claire con tristeza. Esperaba que podrian entenderse. Nicole y ella eran mellizas, estaban conectadas desde su nacimiento. ?Acaso todo el tiempo que habian pasado separadas y los malentendidos habian terminado con aquel vinculo?

Ella estaba alli para averiguarlo.

– Seguro que querras descansar -dijo-. Te dejo tranquila.

– Ojala.

Claire hizo como si no hubiera oido el comentario y se giro hacia la puerta. Entonces se detuvo.

– ?Tienes algun servicio de limpieza?

– ?Para la casa? No. Limpio yo.

– No, me referia a… No importa.

Nicole miro la blusa.

– ?Te referias a una tintoreria?

Claire nego con la cabeza.

– No importa.

– Si, claro. Deja que adivine. Una princesa del piano como tu no puede ocuparse de su ropa. Te diria como funciona la lavadora, pero no iba a servir de nada, ?verdad? Demasiada seda y cachemir, seguro. Pobre, pobre Claire. Nunca has tenido unos vaqueros. Debes de llorar todas las noches hasta que te quedas dormida.

Claire hizo lo posible por evitar los dardos envenenados que le estaba lanzando su hermana.

– No voy a disculparme por mi vida. Es diferente de la tuya, pero no menos valiosa. Has cambiado, Nicole. Recuerdo que antes siempre estabas enfadada, pero no que fueras mala. ?Cuando te volviste asi?

– Sal de aqui.

Claire asintio.

– Estare en mi habitacion si me necesitas.

– Eso no va a suceder. Prefiero morirme de hambre antes que verte.

– No, claro que no.

Sin hacer caso del ardor que sentia en los ojos, y de la sensacion de perdida que la abrumaba, Claire volvio a su cuarto, decidida a arreglar todo lo que se habia estropeado.

La alarma sono a las cuatro menos cuarto de la manana. Claire la apago y miro la luz roja que parpadeaba. ?En que estaba pensando? ?Quien se levantaba a aquellas horas?

La gente que trabajaba en una panaderia, claro. Ella era una de las hermanas Keyes. Tenia una obligacion hacia el negocio familiar. Como Nicole no estaba en condiciones de supervisar las cosas y Jesse habia desaparecido por razones que todavia no estaban claras, debia ocuparse de la panaderia.

Se levanto y se vistio. La ropa estaba un poco menos arrugada despues de haber pasado un rato en un bano lleno de vapor de agua. Se lavo la cara, se peino y bajo las escaleras. Quince minutos despues habia llegado a la panaderia y habia aparcado en la parte trasera, junto a los demas empleados.

Las luces ya estaban encendidas. Claire entro por la puerta trasera.

Aquel espacio era calido y brillante, y olia a azucar y canela. Habia aparatos por todas las encimeras y las paredes. Los formidables hornos irradiaban muchisimo calor. Habia freidoras gigantes y mezcladoras enormes, montones de harina y azucar y algo que olia al chocolate mas rico del mundo.

Claire se detuvo e inhalo aquellos aromas deliciosos. La noche anterior solo habia conseguido hacer algo de sopa, aunque Nicole no tenia apetito. Sin embargo, despues de tres dias de dieta liquida, Claire estaba hambrienta.

Un hombre de mediana edad, vestido de blanco, la vio y fruncio el ceno.

– Eh, tu. Sal de aqui. No abrimos hasta las seis.

Ella le dedico su mejor sonrisa.

– Hola. Soy Claire Keyes, la hermana de Nicole. He venido por su operacion, para cuidarla.

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