menos que…-. Senor, quiero confesarme.

– ?Aqui? -pregunto el arzobispo, extranado-; Ahora?

– Si.

Thomas Cranmer adivino que Nyssa deseaba decirle algo pero que queria protegerse bajo el secreto de confesion. Debia ser algo importante y saltaba a la vista que pretendia intercambiar esa informacion por la libertad de su esposo.

– Todo cuanto puedo hacer por vos es daros la absolucion.

– Lo se, senor, pero aun asi deseo confesarme -insistio Nyssa-. Si me lo permitis, no me arrodillare para no llamar la atencion de los demas. Perdonadme, padre, porque he pecado -empezo.

– ?Que pecados habeis cometido, hija mia?

– Este verano sorprendi a la reina en la cama con Tom Culpeper mientras el rey estaba de caza pero no me atrevi a comunicar un hecho tan grave a las autoridades.

El arzobispo no daba credito a sus oidos.

– ?Por que callasteis? -pregunto-. ?No os dais cuenta de que podriais ser acusada de encubridora?

– Temia que no me creyeran. Recordad que apenas hace unos meses el corazon de Enrique Tudor estaba dividido entre Catherine Howard y Nyssa Wyndham. Todo el mundo habria dicho que estaba celosa de Cat y que queria ocupar su lugar. Ademas, el rey estaba tan enamorado de su esposa que me habria castigado severamente por calumniar a Cat. Ni siquiera me atrevi a contarselo a mi marido y, cuando llegamos a Hull, decidi decirle a Cat que sabia que tenia un amante. Le rogue que dejara de jugar con fuego, pero no me escucho.

– Hicisteis bien -asintio el arzobispo-. La reina deberia haber aceptado vuestro consejo. ?Que ocurrio despues?

– La reina contesto que amaba a Tom Culpeper y que no pensaba dejar de verle. Le repeti que no solo es taba poniendo en peligro su vida, sino tambien la de toda su familia y le adverti que podia quedar embarazada pero fue inutil. Una noche, Tom Culpeper y su amigo Cynric Vaughn me asaltaron y trataron de forzarme. Cuando sir Cynric se agacho para levantarme la falda le di un rodillazo en la barbilla y cayo inconsciente. Tom Culpeper me solto para ocuparse de el y me amenazo con hacer dano a mis hijos si le delataba. No me atrevi a contarselo a mi marido por miedo a que organizara un escandalo. No sabia que hacer -sollozo-. Yo solo soy una humilde mujer de campo y temia por la vida de mis hijos. Ademas, Cat estaba siendo tan indiscreta que estaba segura de que acabariar descubriendola. Mientras tanto, hice todo lo posible por obtener el permiso del rey para regresar a casa antes de que se descubriera el pastel, pero Cat no estab. dispuesta a dejarme marchar tan facilmente. No temai; condenar a una inocente, senor -concluyo-. Catherine Howard es culpable y, en cuanto a mi pecado d‹ omision, ruego por que Dios me perdone.

– Yo te absuelvo, hija mia -dijo Thomas Cfanmei haciendo la senal de la cruz-. Habeis hecho bien confesandoos conmigo. No os prometo nada, pero quiz; pueda ayudaros. Os agradezco que me hayais ayudadc a tranquilizar mi conciencia. Aunque estaba casi segu ro de que Catherine es culpable, temia condenar a un; inocente. ?Es tan dificil averiguar la verdad cuando si trata de un asunto tan delicado!

El arzobispo de Canterbury salto al interior de si barca y emprendio el regreso a Londres. Nyssa le sigui‹ con la mirada rio abajo hasta que le perdio de vista] sintio que se habia quitado un peso de encima. Hast ahora no se habia dado cuenta de que era una carga de masiado pesada para ser llevada por una sola personi El Consejo habia condenado a Cat Howard antes d que ella decidiera confesarse con Thomas Cranmer le aliviaba pensar que Varian no corria ningun peligro.

El jueves 9 de febrero Thomas Howard se presento de improviso en Syon acompanado de otros miembros del Consejo. Una criada que se encontraba en el jardin y vio venir las barcas dio la voz de alarma.

Catherine Howard saludo a los caballeros con una reverencia.

– Me habian dicho que estabais en Leddinghall -dijo a su tio.

– Estaba -respondio Thomas Howard-. El rey me pidio que regresara a palacio y, como subdito fiel que soy, me apresure a obedecer.

– ?Y como estan mi tia de Bridgewater, el tio Wi-lliam y su esposa, mi hermano Enrique y su familia y mi primo Varian? -insistio ella con retintin-. ?Se encuentra mejor la duquesa Agnes? He oido decir que estaba enferma.

– Eres muy descarada, jovencita -la reprendio el duque de Norfolk.

– No soy una jovencita, soy una mujer.

– Lo has demostrado con creces -replico su tio-. Ahora cierra la boca y escuchame con atencion: el 21 de enero se redacto tu sentencia de muerte, el 6 de este mes fue aprobada por las dos camaras y el 7 se firmo. Lady Rochford morira contigo.

– ?Y Enrique? -quiso saber Cat-. ?Ha firmado ya mi sentencia?

– Todavia no.

– ?Entonces estoy salvada!

– No digas tonterias -gruno su tio-. Has sido condenada a muerte y no hay vuelta atras.

– ?Cuando se me ejecutara? -pregunto Catherine, muy palida.

– Todavia no se ha decidido la fecha.

– Me gustaria que mi ejecucion no se convirtiera en un espectaculo publico -suplico Catherine.

– Seras ajusticiada en la Torre en presencia de unos pocos testigos, como tu prima Ana. Como ves, el rey no desea pagarte con la misma moneda ni ser cruel contigo. Ahora, preparate para dejar esta casa -anadie Thomas Howard-. Pasaras uno o dos dias encerrad; en la Torre y luego seras ejecutada.

Dicho esto, hizo una reverencia y abandono la ha bitacion seguido del resto de los miembros del Conse jo y de lord Bayton.

– Enrique no permitira que muera -murmun Catherine desesperada-. Le conozco; tiene motivo para estar enfadado, pero nunca me haria dano.

Aquella noche Kate Carey se refugio en brazos di lady Bayton.

– Mi tio no es un hombre compasivo -sollozo- Sin embargo, Cat esta convencida de que la perdonara ?Como es posible que le conozca tan poco habiendi estado casada con el? Mi tia Ana era inocente y muri‹ decapitada en la Torre. ?Que le hace pensar que est; vez sera diferente?

– Tarde o temprano tendra que aceptar que si muerte esta proxima.

– Finge que todavia conserva esperanzas porque nc quiere que la veamos derrumbarse -intervino Nys sa-. Tenemos que ser valientes, Kate. Somos tod(cuanto tiene y no podemos abandonarla cuando ma: nos necesita.

Lady Bayton preparo el escaso equipaje de Catheri ne mientras sus damas le hacian compania y trataban di evitar que pensara demasiado en su ejecucion. Sin em bargo, ninguna de ellas estaba preparada cuando lo miembros del Consejo llegaron al dia siguiente par; llevarse a Catherine.

Cat habia pasado una mala noche y acababa de des pertar cuando una de sus damas le anuncio la llegada d los caballeros.

– ?No! -grito la joven cubriendose la cabeza con las sabanas-. ?Hoy no! ?Es demasiado pronto!

Haciendo un gran esfuerzo por contener las lagrimas, sus damas pusieron agua a calentar y la perfumaron con esencia de rosas, la favorita de Cat. Cuando el bano estuvo listo la ayudaron a banarse, a lavarse el cabello y a vestirse.

?Va a tardar mucho? -gruno el duque de Suf-folk.

– Senor, no habeis avisado de vuestra llegada -replico Nyssa-. Cat ha dormido mal esta noche y se le han pegado un poco las sabanas. Siempre se bana por las mananas. ?Vais a negar ese capricho a una mujer a punto de morir?

Charles Brandon, duque de Suffolk, acepto la reganina. Nyssa habia hablado con tanta dulzura que se sentia incapaz de responderle airadamente.

– Y supongo que cuando termine de banarse querra comer -intervino el duque de Norfolk.

– Exacto -dijo Nyssa mirandole a los ojos.

Thomas Howard agacho la cabeza incapaz de sostener la mirada de Nyssa, cargada de reproches. Sabia que la joven le culpaba por haber permitido que su marido fuera encerrado en la Torre junto con el resto de los miembros de la familia Howard y la verdad es que se sentia culpable, pero era demasiado orgulloso para reconocerlo. ?Por que tenia que pedir perdon a aquella jovencita insolente?

A Cat se le sirvio el desayuno en su habitacion pero estaba muy asustada y fue incapaz de probar bocado. Sus

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