Poco a poco dejo de toser, aunque pasaron varios minutos para que asi fuera.

– Lo… siento -expreso; sin embargo, cuando quiso apartarse, descubrio que el la tenia rodeada con los brazos.

– Descansa unos minutos -sugirio Quin con calma.

De pronto, al apoyar su peso en el, la invadio una inmensa paz… Bliss no se habia dado cuenta de que en realidad estaba muy cansada.

Claro que, a pesar de recibir cierto placer por estar en sus brazos, Bliss recobraba cada vez mas la sensatez.

Ahora recordo que Erith le advirtio que la gran altitud no respetaba a nadie.

– Debe ser la altitud -Bliss uso ese pretexto para disculpar su tos al apartarse y mirarlo a los ojos. Cuando lo hizo, olvido lo que le iba a decir despues. Al encontrarse con la mirada de Quin se dio cuenta de que el estaba bastante conmovido y que la abrazaba con fuerza… como si no se diera cuenta. Bliss bajo la mirada y la fijo en uno de los botones de la camisa de el, tratando de recobrar la sangre fria. Entonces, Quin dejo de apretarla y la tomo de los brazos para separarla de el con firme lentitud. Sin embargo, no la solto al senalar:

– Bliss, entonces te sugiero que vayamos a tomar nuestro tren -su tono de voz le hizo creer a la chica que no estaba conmovido y que el aire escaso de la montana estaba haciendola imaginar cosas.

Como habia muchos lugares donde era imposible que dos personas caminaran codo a codo, fue Quin quien condujo a Bliss de regreso a la terminal del autobus: Como camino con lentitud, evito que la chica volviera a perder el aliento.

Estaba bastante pensativo y silencioso cuando abordaron el autobus y este se puso en marcha. Bliss se pregunto si ya estaba harto de estar en su compania.

Eso penso durante la cuarta parte, del trayecto cuando, junto con Quin y los demas pasajeros, se dio cuenta de que un chico peruano vestido con un traje de correr se aparecio de la nada y atrajo su atencion al lanzar un fuerte grito. Al principio, Bliss no entendia nada de lo que pasaba, pero cuando el autobus disminuyo la velocidad para lidiar con todas las pronunciadas curvas del camion, el chico de diez o doce anos grito con todas sus fuerzas mientras corria para atraer la atencion de los pasajeros.

– ?Esta jugando carreras con nosotros! -exclamo Bliss al volverse para mirar a Quin, olvidando que tal vez este ya estaba muy aburrido de estar en su compania.

– Puede que tengas razon -asintio el con tanta amabilidad que Bliss se percato, con un vuelco de su corazon, de que si Quin estaba silencioso no era por estar harto de ella, despues de todo.

Bliss penso que Quin era un hombre encantador cuando, despues de bajar del vehiculo y ser recibidos por el chiquillo banado en sudor despues de haber corrido cuesta abajo, le dio un billete de importante denominacion.

La estacion de tren de Machu Picchu estaba llena de turistas, de un ejercito de comerciantes, de ruido y actividad. Toda la zona estaba invadida por ninos y perros callejeros. Habia sonidos y visiones que a Bliss le encantaron. Quin la tomo del codo y la llevo a la sala de espera de la estacion, donde al parecer los vendedores no podian entrar. Alli habia una cafeteria y Bliss le dio las gracias a Quin cuando este le ofrecio un poco de jugo de naranja y un pan dulce.

– Gracias -con gusto bebio y comio, pues hacia horas que no ingeria nada, y aun faltaban muchas horas de viaje.

Despues de las cinco y media, el tren llego a la estacion. Bliss se acomodo en su asiento y se percato de que estaba rendida. Sabia, por experiencia propia, que el toser de esa manera la agotaba… pero eso fue cuanto estuvo enferma y ahora ya no lo estaba.

“Estoy bien”, se irrito consigo misma y decidio que toser durante mucho tiempo, combinado con una gran altitud, cansaria hasta a un atleta.

Se percato de que de nuevo Quin estaba muy silencioso, volvio a tener la incomoda sensacion de que estaba harto de ella. Sin embargo, el se mostraba muy amable. Bliss trato de mantener los ojos abiertos, mas era necesario un esfuerzo muy grande. Tal vez Quin solo estaba harto de la vida en general y seguramente seguia muy herido por el rechazo de Paloma Oreja.

Bliss trato de olvidarse de Quin y de su ex novia. No queria pensar en ellos. No era algo que la hiciera sentirse bien… de hecho, la irritaba pensar en Quin y en su amor.

Sin motivo a empezo a recordar la forma en que Quin la abrazo en Machu Picchu. De nuevo cerro los ojos. Fue muy amable por parte de el dejarla descansar, apoyada en su pecho, hasta que se le paso ese ataque de tos. Muy amable…

Bliss se movio, estiro una mano y toco algo solido.

– ?Dormiste bien? -inquirio una voz suave cerca de su oido. Con brusquedad, la chica desperto del todo.

– Lo siento mucho -se disculpo al descubrir que habia descansado con la cabeza apoyada sobre el hombro de Quin. Se sento muy derecha al instante.

– Cuando quieras, hazlo -estaba tan relajado que Bliss tuvo que sonreir-. Estabas exhausta -la disculpo con naturalidad-. ?Como te sientes ahora?

Bliss consulto su reloj a modo de respuesta. Eran diez para las ocho.

– ?Acaso hace dos horas que estoy dormida? -estaba muy avergonzada por haberlo mantenido inmovilizado en su asiento.

– ?Sabes que roncas?

– No es cierto.

– Es verdad, no roncas -contesto y Bliss se dio cuenta de que estaba bromeando. Miro por la ventana y se percato de que estaban cruzando un pueblo. Entonces se dio cuenta de que, ademas de que le encantaban las bromas de Quin, tambien le encantaba su pais. Al igual que a su hermana, Peru la habia hechizado y ahora estaba enamorada de este.

Penso que tendrian que bajar del tren en Ollantaytambo y de alli proseguir la ruta en autobus, como lo hicieron en el viaje de ida. Sin embargo, ya eran las nueve de la noche y el tren siguio hasta Cuzco, despues de imprimir mas potencia para subir una pendiente pronunciada.

El tren se vacio con rapidez y Bliss se alegro de estar con Quin, un hombre que conocia su pais. En unos momentos, estaban ya en el interior de un taxi y se dirigian al hotel con rapidez.

Bliss espero con Quin en la recepcion a que les dieran las llaves de las habitaciones. Despues, lo siguio a los ascensores.

– No es necesario preguntarte si disfrutaste del dia -comento el mientras esperaban un ascensor.

– Machu Picchu es un sueno hecho realidad -sonrio Bliss. Entraron en el ascensor y Quin apreto el boton del piso donde los dos estaban hospedados. De pronto, en el espacio reducido del ascensor, a la chica la invadio una timidez ridicula.

Hacia anos que no sentia inhibicion por nada y se pregunto que demonios le pasaba, cuando llegaron a su destino.

Salio con la esperanza de que en el espacio amplio del corredor, su ridicula verguenza desapareciera. Sin embargo no fue asi. Quin se detuvo al llegar a la habitacion de Bliss y la miro.

– ?Quieres que nos encontremos en el restaurante en quince minutos? -sugirio.

Bliss no pudo hallar las palabras para aceptar la amable invitacion.

– No… tengo hambre -le dijo. Sin ni siquiera desearle buenas noches, lo cual le parecia muy poco cortes, se alejo de el con rapidez y entro en su habitacion.

Media hora despues, se acosto, segura de que no tenia nada de apetito, pero pensando que habria sido muy agradable pasar media hora con el en el comedor del hotel. Ademas, habria podido comer aunque fuera algo ligero.

Apago la luz y decidio que si dormia temprano recuperaria su fuerza y al dia siguiente podria visitar Ollantaytambo.

Desde que estaba en Peru, se acostaba siempre pensando en lo que haria al dia siguiente, y fue raro que ahora pensara en algo totalmente distinto.

Machu Picchu era maravilloso. Quin fue un companero de lo mas agradable y, haciendo cuentas, Bliss decidio que ese habia sido uno de los mejores dias de su vida.

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