Estaba furiosa consigo misma y con el. Cuando inhalo hondo, una particula de aire, polvo u otra cosa, se alojo en la parte posterior de su garganta y tuvo que interrumpirse para toser.

Por fortuna, fue algo breve y nada parecido al paroxismo que la ataco el dia anterior en Machu Picchu. Sin embargo, eso le basto a Quin Quintero. Sin sonreir, declaro con una dureza que irrito de inmediato a Bliss:

– Y, al parecer, tengo razon al insistir.

– ?Tu no tienes razon en nada! -estaba escandalizada-. ?Como te atreves a implicar que puedes impartirme…?

– Mientras estes en este pais, estas bajo la tutela de tu cunado…

– Nunca he oido nada tan…

– Tu cunado me ha pasado tu tutela a mi y…

– ?Espera un momento! -Bliss hizo un gran esfuerzo por no alzar la voz, muy consciente de que habia otras que estaban desayunando.

Quin Quintero, su nuevo y nada deseado guardian, no le dio la menor oportunidad de hablar. No perdio tiempo para aclarar con brusquedad y agresion, al igual que ella:

– No estas cien por ciento sana aun. Cualquiera que tenga ojos lo puede notar. Y como parece que no quieres aceptar mi consejo y descansar, puesto que eres muy obstinada y voluntariosa -era gracioso como de pronto una orden se convertia en un “consejo”, penso Bliss-, entonces solo me dejas una sola alternativa.

Bliss no dudaba de que de todos modos el haria lo que le viniera en gana.

– ?Y cual es? -alzo la barbilla, rebelde.

– Pues llamar a mi viejo amigo y hacerle saber que…

– ?Me estas presionando! -estaba furiosa-. Cerdo diabolico… -se quedo sin palabras mientras Quin Quintero, que ahora sabia muy bien que Bliss haria cualquier cosa para no interrumpir la luna de miel de su hermana, estaba dispuesto a llamar a Jahara para anunciar que Bliss estaba muy enferma.

– ?Y bien? -inquirio el con naturalidad. No estaba intimidado por la expresion de furia de la chica.

“?Bestia!”, maldijo Bliss para sus adentros. Estaba tan enojada que decidio fanfarronear.

– Bueno, pues hazlo -se encogio de hombros.

– ?Acaso estas diciendo que no te importa? -no parecia convencido y la joven volvio a alzar los hombros.

– Como de todos modos yo tenia la intencion de visitar a Erith y a mi cunado, bien puedo hacerlo manana -le informo con altivez. Quin la observaba como si estuviera tomando una decision.

Bliss estaba a la defensiva de nuevo. Sin embargo, Quin no puso en duda sus palabras.

– Me temo, Bliss, que te costara mucho trabajo tratar de llamar a los recien casados.

Bliss lo miro con detenimiento: Parecia estar muy seguro de si mismo… algo que a ella le desagradaba mucho.

– ?Acaso sabes algo que desconozco?

Quin alzo una ceja con arrogancia y se encogio de hombros.

– A menos que llames a Jahara, como yo lo hice anoche, no puedes saber que, muy temprano esta manana, Dom y tu hermana se fueron de Peru para ir a Francia.

– ?Francia! -Bliss estaba atonita-. ?Se fueron…? Pero si ellos interrumpieron su luna de miel para volver a Jahara y pasar alli el resto del tiempo porque… -se interrumpio al recordar de pronto a la alta y elegante francesa que era la madre de Dom y que fue a Ash Barton para la boda-. ?Esta enferma la madre de Dom? -le parecio que esa era la razon obvia por la que Erith y Dom partieron de Jahara con tanta precipitacion. Y debieron irse asi, pues de lo contrario le habria mencionado sus planes de ir a Francia cuando se comunicaron por telefono hacia menos de una semana.

– ?Conociste a Madame Zarmoza? -inquirio Quin e ignoro la pregunta que Bliss le hizo primero.

– Asistio a la boda de Erith y de Dom -contesto Bliss y supuso que, como Quin se refirio a la madre de Dom como “madame” y no como “senora”, el tambien la conocia-. ?Cuando llamaste anoche, Erith no te pidio hablar conmigo? Supongo que le avisaste a Dom que tu y yo estabamos en el mismo hotel.

– No hable con tu hermana -contesto Quin con serenidad-. Sin embargo, le dije a Dom que estabas cansada y el parecio pensar que lo mejor era no molestarte.

Lo miro con enojo y estuvo a punto de decirle que no se entrometiera en su vida. Claro que supuso que Erith ya tenia bastantes problemas con hacer las maletas para ir a Francia.

– ?Le aseguraste a Dom que yo estaba bien? -se alarmo de pronto-. Erith ya tenia bastante con que preocuparse como para que se angustiara por Bliss-. No les contaste acerca de mi tos de ayer, ?verdad? -insistio. Miro con detenimiento a Quin y se percato de que ahora estaba pensativo. Y no le gusto nada oir su respuesta.

– Bueno, no… entonces -sugirio con un tono de voz de lo mas amenazador.

– ?A que te refieres con “no entonces”? -ya solo quedaban ellos dos en el desayunador del hotel, pero estaba tan enfadada que eso no le importo.

– ?Todavia insistes en visitar Ollantaytambo hoy? -inquirio el con voz sedosa.

– ?Cerdo! -exclamo Bliss-. Eres un… -habria seguido una serie de adjetivos poco halagadores, pero Bliss ya no escogio sus palabras al declarar-. Haz lo que te venga en gana, Quintero.

El no comento nada y tan solo vio los verdes ojos que lanzaba chispas.

– ?Estas tratando de decirme algo? -pregunto sin quitarle la vista de encima.

Bliss le ofrecio una sonrisa dulce y falsa.

– Usted, senor, acaba de despedirse del chantaje que habria podido ejercer sobre mi -susurro con complacencia. Por lo menos el habria podido aparentar algo de preocupacion. Pero no, Quin ni siquiera parpadeo.

– Perdoneme, senorita -sonrio de modo desagradable-, pero esta vez el que no la entiende soy yo.

A Bliss le provoco una satisfaccion enorme explayarse.

– Entonces permiteme darte una explicacion. Como Erith y Dom ya o estan en Peru, perderias el tiempo al llamar a Jahara para contarle a mi hermana algo que la alarmara.

Se reclino en su asiento. En un momento mas tomaria sus cosas para ir a Ollantaytambo. Sin embargo, sintio que podia regodearse por haberlo vencido.

Quin Quintero le permitio regodearse durante solo diez segundos, antes de decir con amabilidad:

– ?Crees que no tengo su numero de telefono en Francia?

Cerdo era una palabra demasiado gentil para el, decidio Bliss. Se pregunto si de verdad tendria el numero telefonico de Madame De Zarmoza y luego se percato de que, si no lo tenia, de todos modos tendria muchas maneras de averiguarlo, pues sin duda conocia a la hermana de Dom, Marguerite, y al nieto de Madame de Zarmoza, Filipo.

– No los llamarias, ?verdad? -pregunto Bliss al fin, probando el sabor amargo de la derrota.

Aunque el no dijo nada, su mirada fue muy clara e implicaba: “Intentalo y veras”. Bliss lo estaba odiando mucho y se pregunto que diablos hizo para que el se nombrara guardian de su salud.

– Miralo de esta manera -sugirio Quin con un tono mas conciliatorio-. Le prometi a tu cunado que te cuidaria, que me aseguraria de que…

– No es necesario que nadie me vigile -interrumpio Bliss, muy acalorada.

– ?Que clase de amigo seria yo si, en cuanto Dom sale del pais, y cuando tu, a pesar de que protestes al respecto, tienes el aspecto de que no te vendrian mal un par de dias de descanso en cama, te dejara aqui en Cuzco y fuera a Paracas?

Bliss pensaba que el ser dejada en Cuzco era lo que mas deseaba que le sucediera. Sin embargo, se sorprendio a si misma cuando abrio la boca para informarselo y, en vez de eso, su curiosidad fue mas fuerte.

– ?A Paracas?

– Esta en la costa. Alli es donde vivo -contesto. Bliss no sabia que pensar acerca de que el pronto volviera a su casa. Sin embargo, Quin la asombro aun mas al proseguir-: Dom me recordo anoche que no eres tan fuerte como crees y que no es en absoluto aconsejable que visites ruinas arqueologicas sin descansar, como lo has estado haciendo hasta ahora.

– ?De veras? -de nuevo, fue ignorada.

– ?No fue esa la razon por la que te enfermaste, en primer lugar? Al descuidarte, pescaste un resfriado. Y

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