Por supuesto, no se podia negar que habia estado mas cansada de lo que penso. Claro que Quin, con sus comentarios acerca de que le haria bien descansar un par de dias, nunca hubiera logrado hacerselo confesar. Solo ahora, mientras se banaba y vestia, Bliss reconocio que era muy necesario un descanso despues de ver tantos museos y ruinas.

Lo raro era, penso mientras se cepillaba el largo cabello rojo, que aunque desde muy pequena siempre habia leido, participado y sonado con su pasatiempo, que era la arqueologia, ahora casi no pensaba en esta. Claro que habia un motivo para ello. Y era que en la casa de Quin habia demasiadas cosas que asimilar.

Era una casa muy grande y, para el viernes, Bliss ya habia conocido a algunas personas que se hacian cargo de ella. La senora Gomez, una mujer baja y regordeta, era el ama de llaves de Quin. El sirviente era su esposo, Stancio, quien ayudaba en todo lo que se ofrecia, y una adolescente llamada Leya parecia haber sido asignada para cuidar a Bliss, asi que esta estaba siempre charlando con ella.

Bliss se puso un vestido verde palido y salio de su cuarto. Cruzo dos corredores y llego a un vestibulo donde se encontraba el desayunador. Esa manana estaba un poco retrasada, pero Quin todavia se encontraba desayunando cuando ella entro. Bliss le sonrio y de pronto se percato de que su furia por las tacticas chantajistas de el habia desaparecido por completo.

– Buenos dias -saludo al tomar asiento en lo que ya era su silla acostumbrada. En ese momento, la senora Gomez llego con mas cafe y pan tostado. Bliss devolvio el saludo matutino con alegria. La senora salio y la joven se sirvio una taza de cafe. Se dio cuenta de que Quin la contemplaba.

– No es necesario preguntarte como te sientes esta manana, Bliss -comento el con naturalidad.

La chica sonrio y ya no le molesto que el estuviera al pendiente de su salud y notara las mejorias por si mismo.

– Tienes razon -anadio con felicidad-. Como veras, gozo de una excelente salud.

Tomo una rebanada de pan tostado y estaba a punto de untarle mantequilla cuando se le ocurrio el pensamiento mas disparado en este momento.

– Por supuesto, hoy mismo me marchare -se lo hizo saber a Quin tan pronto como penso que el habia cumplido ya con su deber para con Dom, al cuidarla cuando ella necesito descansar. Ahora que Bliss estaba recargada de energia, Quin parecia insinuar que ya habia estado en su casa demasiado tiempo.

Ella estaba a punto de agradecerle su hospitalidad, cuando vio que lo sobresaltaba y sorprendia por lo que acababa de decirle.

– ?Que te hizo pensar eso?

– Yo… tu… -se armo de valor para ser sincera-. Solo tenia intenciones de que mi estancia aqui fuera corta y…

– ?Consideras que pasar tres noches bajo mi techo es mucho tiempo? -dejo de estar divertido y su expresion fue severa.

Bliss descubrio que no queria que la mirara con severidad. Queria que volviera a bromear con ella y a sonreir.

– No es eso. Pero como la unica razon por la cual me trajiste aqui fue porque estabas seguro de que yo necesitaba descansar, creo que estaria aprovechandome de ti si…

– Eres una chica muy sensible -comento Quin con suavidad. Bliss lo miro con fijeza-. ?Acaso debo entender que ya no te importa tanto como antes el hecho de que yo te haya hecho venir aqui?

– Yo… -Bliss no sabia que decir. Su furia, su rebeldia ante el, sus metodos para salirse con la suya habian dejado de existir-. ?Quien no estaria feliz por estar en un lugar tan hermoso? -contesto a la pregunta implicando que uno deberia ser muy insensible para no disfrutar no solo del hogar de Quin, sino tambien de su localizacion. Estaba lleno de arboles, eucaliptos, palmeras y pinos, y cerca del mar… el Oceano Pacifico.

– ?Acaso dices que te gustaria quedarte conmigo un poco mas? -inquirio de pronto y Bliss, al verlo, penso que esa idea lo complacia.

Desvio la mirada al darse cuenta de que Quin dijo “quedarte conmigo” y no “quedarme en mi casa”.

– Estoy en tu pais para visitar a mi hermana, claro esta, ademas de para ver algunas de las maravillas de su arqueologia, sobre las cuales hasta ahora solo habia leido libros -le recordo.

– Es por eso que ahora que ya estas descansada, te propongo que vayamos al Museo de Sitio Julio C. Tello esta manana -intervino el.

– ?Hay un museo arqueologico aqui? -lo miro a los ojos, azorada.

– Si, muy cerca, aunque solo es un museo pequeno. Como he decidido que has estado haciendo muchos esfuerzos para ver todo lo que te interesa en un solo dia, un museo pequeno sera suficientemente grande para que empieces de nuevo con tus visitas.

Tres dias atras, Bliss lo habria matado al oir: “He decidido que…”. Pero eso fue hace tres dias. Esta manana, ya no estaba irritada con el en absoluto. Ademas, el estaba considerando llevarla al museo solo por beneficio de ella, y no porque el deseara ir.

– ?No vas a trabajar hoy? -inquirio, pues sabia que los dos dias anteriores el habia ido a la fabrica donde tenia su oficina y que se localizaba a media hora, en auto, de la casa.

– ?Quieres que trabaje todo el tiempo? -volvio a sonreir y el corazon de Bliss empezo a latir con tanta rapidez, que le costo mucho trabajo ocultarlo y mantener su rostro impasible-. Tengo que hacer un par de llamadas de negocios, pero saldremos en una hora para ir al museo.

Bliss regreso a su cuarto y descubrio que Leya ya lo habia limpiado hecho la cama, y que de nuevo estaba inmaculado.

Estaba muy interesada en ir al museo, pero no penso en ello en ese momento, lo cual la extrano. Solo podia recordar a Quin y su devastadora sonrisa. Y cuando trato de descubrir por que su corazon le dio semejante salto mortal, no pudo hallar ninguna respuesta logica, por mucho que se esforzo.

El Museo de Sitio era chico, como Quin advirtio, y Bliss paso media hora admirando artefactos de madera, ceramica y textiles, encontrados en excavaciones hechas en este siglo, en Paracas.

No habian tardado mucho en llegar al museo, a pesar de que parecia estar a kilometros de la civilizacion. Debido a su reducido tamano, media hora basto para recorrerlo. Bliss no objeto nada cuando Quin la llamo para sugerirle volver a casa.

– Mi ama de llaves me comento que todas las tardes vas a nadar en la piscina -observo Quin al estacionar el auto en su casa.

– Me hizo entender que no debia nadar en el mar -murmuro Bliss y recordo como la senora Gomez, haciendo elocuentes gesticulaciones, evito que el dia anterior ella fuera a la playa, como fue su intencion.

– Puede ser que esta tarde yo vaya a nadar, por si quieres acompanarme -ofrecio Quin con naturalidad.

– Gracias -imito su tono de voz y se aparto de el para entrar en su habitacion.

?Que rayos me pasa, por el amor de Dios?, se pregunto Bliss al llegar al bano para lavarse las manos y ver sus ruborizadas mejillas reflejadas en el espejo.

Despues de treinta minutos de autoanalisis, descubrio que su emocionado corazon habia dejado de palpitar por asuntos que se referian a su pasatiempo y que ahora se emocionaba por asuntos relacionados con Quin Quintero. Bliss siguio meditando al respecto.

No se estaba de el, ?verdad?, se dijo, alarmada. La simple idea la aterraba. Nunca antes se enamoro de alguien, no sabia nada al respecto, asi que se sentia muy nerviosa y ansio que esa impresion fuera solo una ocurrencia ridicula.

Cuando salio de su cuarto, para ir a almorzar, estaba convencida de que se habia recuperado fisicamente de sus agotadoras visitas, porque mentalmente seguia enamorada del lugar.

– ?Estas bien, Bliss? -inquirio Quin cuando la vio servirse tan solo una pequena cantidad de una serie de platos que contenian carnes, ensaladas y deliciosas verduras.

– Si -y era verdad-. Pero, como tu mismo lo mencionaste una vez, solo soy “pequena”. Ademas, puede ser que despues vaya a nadar -sonrio, sin poder evitarlo.

Lo vio mirarla a la boca y luego a los ojos verdes. Quin ya no dijo nada mas acerca del apetito de ella. Se sirvio comida y le pregunto su opinion acerca del museo que acababan de visitar.

Dos horas despues de esa ligera comida, Bliss, vestida con su traje de bano y bata de felpa blanca, salio de la habitacion. Esta vez ignoro el atractivo de la piscina y camino por el floreado sendero hacia el mar.

El oceano se alargaba hasta el horizonte, y pronto Bliss salio del jardin para pisar la arena. El dia anterior

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