embarcacion, en medio del mar, y una nave voladora los supero por el aire, estallo, cayo al agua y se rompio en mil pedazos y esa fue la Republica y ellos la vieron. Intentaron rescatar a la gente del agua, pero no habia nadie, el mar estaba envenenado y tuvieron que seguir adelante…

—?Hablale de las personas que llegaron desde Afferca! —reclamo un nino.

Hari estaba cansado y dijo:

—Ya esta bien. Cantemos una cancion de la Larga Marcha. ?Meria?

Una chica de doce anos se levanto sonriente y miro a sus companeros.

—Oh, cuando arribemos… —tarareo con voz tierna y resonante.

Los otros chicos se sumaron al cantico.

Oh, cuando arribemos, oh, cuando arribemos a Lisboa, las blancas naves estaran esperando, oh, cuando arribemos…

Cargadas y con los bordes mellados, las nubes se desplazaban sobre el rio y las colinas nortenas. Hacia el sur se extendia, plateado y remoto, un fragmento de la bahia. Las gotas de la ultima lluvia caian pesadas y se deslizaban por las hojas de los grandes arboles del algodon en la cumbre de esta colina que se alzaba al este de la casa de Vientosur; no se oia ningun otro sonido. Era un mundo silente, un mundo gris. Luz estaba sola bajo los arboles y contemplaba la tierra pelada. Hacia mucho tiempo que no estaba sola. Cuando partio hacia la colina no sabia adonde iba ni que buscaba. Este lugar, este silencio, esta soledad. Los pies la habian encaminado hacia si misma.

El suelo estaba embarrado y la maleza cargada de humedad, pero el poncho que Italia le habia prestado era grueso; se sento en el mantillo mullido que rodeaba los arboles y, abrazandose las rodillas por debajo del poncho, permanecio inmovil, mirando hacia poniente por encima del meandro del rio. Mantuvo largo rato esa posicion, sin ver mas que la tierra inmovil, las nubes y el rio que fluian lentamente.

Sola, sola. Estaba sola. No habia tenido tiempo de saber que estaba sola mientras trabajaba con Vientosur, cuidaba de Vera, charlaba con Andre y se incorporaba gradualmente a la vida del Arrabal; mientras ayudaba a organizar la nueva escuela del Arrabal porque a partir de ahora la de la Ciudad estaba vedada a los arrabaleros; mientras acudia como invitada a esta casa y a aquella, con esta familia y con la otra; mientras se sentia acogida, bien recibida porque eran gentes amables, que nada sabian de resentimientos ni desconfianzas. Solo por la noche, acostada a oscuras en el jergon del desvan, la soledad se le habia presentado con su rostro blanco e implacable. Entonces habia tenido miedo. ?Que debo hacer?, habia gritado mentalmente y, dandose la vuelta para escapar del enconado rostro de su soledad, se habia refugiado en la fatiga y el sueno.

Ahora se presento caminando etereamente por la cumbre gris de la colina. Ahora su rostro era el de Lev. Luz no sintio el menor deseo de apartar la mirada.

Habia llegado la hora de mirar lo que habia perdido. La hora de mirarlo y de verlo todo. El atardecer primaveral sobre los tejados de la Ciudad, hacia tanto tiempo, y el rostro de Lev encendido por aquella gloria: «Salta a la vista…, podrias ver como deberia ser, como es…». El atardecer en la casa de Vientosur y su rostro, sus ojos: «Vivir y morir en nombre del espiritu…». El viento y la luz en la Colina de la Cumbre Pedregosa y su voz. Y lo demas, todo lo demas, todos los dias, luces, vientos y anos que habrian sido y que no serian, que debian ser y no eran porque habia muerto. Abatido en la carretera, al viento, a los veintiuno. Con sus montanas sin coronar y para no coronarlas jamas.

Luz penso que si el espiritu perduraba en el mundo, ahora se habia ido hacia alla: al norte del valle que Lev habia descubierto, a las montanas de las que le habia hablado la noche anterior a la marcha sobre la Ciudad, a las que se habia referido con tanta alegria y ternura. «Luz, son mas altas de lo que puedes imaginar, mas altas y mas blancas. Miras hacia a lo alto, vuelves a mirar mas arriba y aun hay cumbres por encima de las cumbres.»

Ahora estaba alla, no aqui. Luz contemplaba su propia soledad, aunque tuviera el rostro de Lev.

—Sigue adelante, Lev —susurro—. Sigue hacia las montanas, sube mas y mas…

?Adonde ire yo? ?Adonde ire yo, que estoy sola?

Sin Lev, sin la madre que no llegue a conocer y el padre que ya no podre conocer, sin mi casa y mi Ciudad, sin amigos… Oh, si, amigos, si, Vera, Vientosur, Andre, los demas, toda la gente amable, pero no son los mios. Solo Lev, solo Lev lo era y no podia quedarse, no quiso esperar, tenia que coronar su montana y postergar la vida. El era mi destino, mi suerte. Y yo la suya. Pero no quiso verlo, no pudo detenerse a mirar. Lo arrojo todo por la borda.

Por eso ahora me detengo aqui, entre los valles, bajo los arboles, y tengo que mirar. Lo que veo es a Lev muerto y perdida su esperanza; a mi padre convertido en asesino y desquiciado; y a mi misma, traidora a la Ciudad y forastera en el Arrabal.

?Queda algo?

Queda el resto del mundo. Este rio, las colinas y la luz sobre la bahia. Queda el resto de este mundo vivo y silencioso, pero sin gente. Y yo estoy sola.

Mientras bajaba por la colina, Luz vio que Andre salia de casa de Vientosur y se detenia en la puerta a hablar con Vera. Se llamaron a traves de los campos en barbecho y Andre la espero en el recodo del sendero que conducia al Arrabal.

—Luz, ?donde estabas? —pregunto con su estilo preocupado y timido.

A diferencia de los otros, Andre nunca intentaba incluirla; simplemente, estaba presente, confiable. Desde la muerte de Lev no habia tenido alegrias, sino muchas preocupaciones. Ahora la esperaba, fuerte y cargado de hombros, agobiado, paciente.

—En ninguna parte —respondio verazmente—. He estado caminando, pensando. Andre, quiero preguntarte algo. Nunca lo planteo delante de Vera porque no deseo alterarla. ?Que sucedera ahora entre la Ciudad y el Arrabal? No se lo suficiente para entender lo que dice Elia. ?Todo seguira…, como antes?

Despues de una prolongada pausa, Andre asintio. Su rostro oscuro, con las mejillas salientes como madera tallada, estaba tenso.

—O empeorara —hablo. Deseoso de ser ecuanime con Elia, anadio—: Algunas cosas han mejorado. El acuerdo comercial…, si lo cumplen. Y la expansion hacia el Valle del Sur. No habra trabajos forzados, «propiedades» ni ninguna de esas cosas. Soy optimista en este aspecto. Es posible que, para variar, trabajemos codo a codo.

—?Iras?

—No lo se. Supongo que si. Deberia ir.

—?Y la colonia del norte, el valle y las montanas que ustedes descubrieron? —Andre la miro y meneo la cabeza—. ?No hay ninguna posibilidad?

—Solo si nos trasladaramos como servidumbre de la Ciudad.

—?Marquez no acepta que ustedes vayan solos, sin gente de la Ciudad? —Andre volvio a negar con la cabeza—. ?Que ocurriria si ustedes se fueran pase lo que pase?

—?Con que crees que sueno todas las noches? —pregunto y por primera vez su tono fue acido—. Sueno con el valle del norte despues de estar con Elia, Joya, Sam, Marquez y la Junta hablando de hacer transacciones, cooperar, ser razonables. Pero si nos fueramos nos seguirian.

—Vayan a donde no puedan seguirlos.

—?Adonde? —pregunto Andre, recobrado su tono paciente, sardonico y triste.

—?A cualquier parte! Mas al este, entre los bosques. O al sudeste. O al sur, costa abajo, mas alla de donde van los pescadores… ?Tienen que existir otras bahias, otros emplazamientos! Este es todo un continente, un mundo completo. ?Por que tenemos que seguir aqui, amontonados, destrozandonos los unos a los otros? Tu, Lev y los demas han estado en la inmensidad, sabes como es…

—Si, lo se.

—Pero regresaron. ?Por que regresaron? ?Por que la gente no puede irse, unos pocos a la vez, irse simplemente, por la noche, y seguir adelante? Tal vez unos pocos podrian formar una avanzadilla y crear escalas con provisiones. Pero no pueden dejar huellas, ninguna. Se van y ya esta. ?Lejos! Y cuando hayan recorrido cien,

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