—?Senora!

La voz de Kossil magnificada por los ecos, silbo y retumbo muy atras.

—Senora, la puerta no se abre desde dentro. Por ahi no hay salida. No es el camino de vuelta.

Arha se acurruco contra la roca. No dijo nada.

—?Arha!

—Estoy aqui.

—?Venid!

Arrastrandose por el pasadizo sobre manos y rodillas, como un perro, Arha llego a las faldas de Kossil.

—A la derecha. ?De prisa! Yo no puedo demorarme aqui. Este no es mi lugar. Seguidme.

Arha se puso de pie y se aferro a las vestiduras de Kossil. Echaron a andar hacia la derecha, siguiendo durante largo trecho la pared de los relieves extranos, entrando luego por una brecha negra que se abria en medio de la negrura. Despues fueron subiendo, por tuneles, por escaleras. La joven seguia aferrada a la tunica de Kossil. Caminaba con los ojos cerrados.

A traves de los parpados alcanzo a ver una luz roja. Creyo que habian vuelto a la camara llena de humo y no abrio los ojos. Pero el aire tenia un olor dulzon, seco y mohoso, un olor familiar; y ahora trepaban por unos peldanos muy empinados. Solto la tunica de Kossil y miro. Sobre ella habia una puerta-trampa abierta. Subio detras de Kossil y se encontro en un lugar conocido, una pequena celda de piedra que contenia algunos cofres y cajas de hierro, una de las muchas que habia en el Palacio detras del gran Salon del Trono. La luz del dia tre- mulaba gris y palida en el corredor, al otro lado de la puerta.

—La Puerta de los Prisioneros solo sirve para entrar en los tuneles. No para salir. La unica salida es esta. Si hay alguna mas, yo no la conozco ni tampoco la conoce Thar. Pero no creo que la haya. —Kossil seguia hablando en voz baja y con un cierto despecho. Bajo la capucha negra, el rostro abotagado parecia palido y sudoroso.

—No recuerdo los recodos de esta salida.

—Os lo dire. Solo una vez. Tendreis que recordarlo. La proxima vez no ire con vos. Este no es mi lugar. Tendreis que ir sola.

Arha asintio. Miro a Kossil a la cara y penso que tenia un aspecto muy raro, palida de miedo, y sin embargo exultante, como si se regodeara viendola desamparada y debil.

—En adelante ire sola —dijo Arha, y de pronto, al tratar de apartarse de Kossil, sintio que las piernas le flaqueaban y que la habitacion daba vueltas.

Se desmayo y cayo como un pequeno bulto a los pies de la sacerdotisa.

—Aprenderas —dijo Kossil, todavia jadeando, inmovil—. Aprenderas.

4. Suenos e historias

Arha estuvo enferma varios dias. La trataron como si tuviese una fiebre. Se quedaba en cama, o se sentaba a la tenue luz otonal en la galeria de la Casa Pequena, y contemplaba las montanas de poniente. Se sentia debil y estupida. Se le ocurrian las mismas ideas una y otra vez. Se avergonzaba de haberse desmayado. Ningun guardia Habia sido apostado sobre el Muro de las Tumbas, pero ya nunca se atreveria a hablar del asunto con Kossil. No queria ver a Kossil: nunca. Estaba avergonzada de haberse desmayado.

A menudo, a la luz del sol, se imaginaba como se comportaria la proxima vez que descendiera a los lugares oscuros bajo la colina. Pensaba muchas veces en la muerte que impondria al proximo grupo de prisioneros, mas refinada, mas en consonancia con los ritos del Trono Vacio.

Noche tras noche, se despertaba en la oscuridad gritando: —?Todavia no han muerto! ?Todavia agonizan!

Sonaba mucho. Sonaba que tenia que hacer la comida, grandes calderos rebosantes de sabrosos potajes, y echarla por un agujero en la tierra. Sonaba que tenia que llevar entre tinieblas un cuenco de agua, un cuenco grande de cobre, a alguien que tenia sed. Y nunca conseguia llegar. Se despertaba y ella misma tenia sed, pero no se levantaba a beber. Permanecia despierta, con los ojos abiertos, en la alcoba sin ventanas.

Una manana Penta vino a verla. Desde la galeria, Arha vio que se acercaba a la Casa Pequena con aire despreocupado e indeciso, como si solo estuviera paseando por alli. Si Arha no le hubiese hablado, ella no habria subido los escalones. Pero Arha se sentia sola y la llamo.

Penta la saludo con una profunda reverencia, como hacian todos los que se acercaban a la Sacerdotisa de las Tumbas, y luego se desplomo en los escalones, a los pies de Arha, con un ruido que sono asi como ?Uff! Era ahora alta y rolliza; al menor movimiento se ponia como una cereza, y en este momento tenia la cara roja a causa del paseo.

—He sabido que estabas enferma. Te he guardado unas manzanas. —De repente, de algun recoveco de la voluminosa tunica negra, saco una red de juncos con seis u ocho manzanas perfectamente amarillas. Ahora estaba consagrada al Dios-Rey y servia en el templo a las ordenes de Kossil; pero no era aun una sacerdotisa, y todavia estudiaba y trabajaba con las novicias,— Poppe y yo hemos seleccionado las manzanas este ano, y yo he apartado las mejores. Siempre dejan secar las buenas. Es cierto que se conservan mejor, pero me parece un desperdicio. ?No son bonitas?

Arha toco la satinada piel oro palido de las manzanas y observo los pedunculos, que aun retenian, debilmente, algunas hojas castanas. —Son bonitas.

—Come una —dijo Penta.

—Ahora no. Come tu.

Penta escogio por cortesia la mas pequena, y se la comio en unos diez mordiscos jugosos, habiles, reconcentrados.

—Me pasaria el dia comiendo —dijo—. Nunca tengo bastante. Ojala fuera cocinera en vez de sacerdotisa. Guisaria mejor que esa vieja tacana de Nathabba, y ademas podria rebanar las marmitas… Ah, ?te has enterado de lo que le paso a Munith? Tenia que pulir esas vasijas de cobre donde se guarda el aceite de rosas, ya sabes, esos jarros largos y finos, con tapon. Penso que tenia que limpiarlos tambien por dentro, asi que metio la mano, envuelta en un trapo, sabes, y despues no la podia sacar. Tanto se esforzo que se le hincho e inflamo toda la muneca, y se quedo realmente atascada. Y echo a correr por los dormitorios chillando: «?No la puedo sacar! ?No la puedo sacar!». Y Punti esta tan sordo que creyo que habia un incendio y se puso a dar voces llamando a los otros guardianes para que vinieran a salvar a las novicias. Y Uahto, que estaba ordenando, salio corriendo del establo a ver que pasaba, y dejo el porton abierto, y todas las cabras lecheras escaparon, y se desbandaron por el patio y atropellaron a Punti, a los celadores y a las ninas pequenas; y Munith seguia blandiendo el jarro de cobre, en el extremo del brazo, en plena histeria, y todo el mundo corria de un lado a otro cuando Kossil bajo del templo y dijo: «?Que es esto? ?Que es esto?».

La hermosa cara redonda de Penta se torcio en una mueca de repugnancia, muy distinta de la fria expresion de Kossil, y que sin embargo recordaba tanto a Kossil que Arha solto una risa nerviosa, casi de miedo.

—«?Que es esto? ?Que es esto?», decia Kossil. Y entonces…, de pronto, la cabra parda se lanzo de cabeza contra Kossil… —Penta lloraba de risa.

—Y Mu-Munith golpeo, golpeo a la cabra con el ja-ja-jarro…

Las dos muchachas se retorcian entre espasmos de risa, abrazandose las rodillas y sofocandose.

—Y Kossil se dio vuelta y dijo: «?Que es esto? ?Que es esto?». Se lo dijo a la…, a la…, a la cabra.

—El final de la historia se perdio en carcajadas. Por ultimo, Penta se seco los ojos, se sono la nariz, y empezo a comer otra manzana, con aire ausente.

Arha se habia reido demasiado y tardo en serenarse. Al cabo de un rato pregunto: —?Como viniste aqui, Penta?

—Yo era la ultima de seis hermanas, y mis padres no podian criar tantas mujeres y casarlas a todas. Asi que cuando cumpli los siete anos me llevaron al templo del Dios-Rey y me dedicaron a el. Eso fue en Ossawa. Alli tenian demasiadas novicias, supongo, porque al poco tiempo me mandaron aqui. O, tal vez pensaron que llegaria a ser una sacerdotisa notable o algo por el estilo. ?Pero en eso si que se equivocaron! —Penta mordisqueo la manzana con una expresion a la vez alegre y melancolica.

—?Hubieras preferido no ser sacerdotisa?

Вы читаете Las tumbas de Atuan
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×