contaba mis problemas, las dificultades que tenia con los esclavos, todo lo que desconfiaba del superintendente o del tiempo o de mis agentes…, todos los problemas que constituian el cuerpo y el alma de mi existencia. Y el me escuchaba, hacia pocos comentarios, siempre solicitos, de modo que, cuando yo me alejaba de el, tenia la clara impresion que el me habia resuelto todos los interrogantes. No pensaba que le pudiera negar nada y jure que, por mas que se me partiera el alma, el entraria en el sacerdocio cuando llegara ese momento. Por supuesto, estuve equivocado.

El vampiro se detuvo en su relato.

Por un momento, el chico siguio mirandolo y luego se sobresalto como si acabara de despertar de un sueno; forcejeo como si no pudiera encontrar las palabras apropiadas.

—Ah…, ?no queria ser sacerdote? —pregunto. El vampiro lo estudio como tratando de discernir el significado de su pregunta. Luego dijo:

—Quiero decir que yo estaba equivocado con respecto a mi mismo, con no negarle nada. —Sus ojos se dirigieron a la pared mas lejana y se fijaron en el marco de la ventana—. Empezo a tener visiones.

—?Visiones de verdad? —pregunto el muchacho, pero nuevamente su voz vacilo como si estuviera pensando en otra cosa.

—No lo pense asi —contesto el vampiro—. Sucedio cuando tenia quince anos. Entonces el ya era muy apuesto. Tenia una piel muy fina y grandes ojos azules. Era robusto, no delgado como ahora soy y fui yo entonces… Pero sus ojos… Era como si, cuando lo miraba a los ojos, yo estuviera a solas en el limite del mundo…, en una playa del oceano barrida por el viento. Lo unico que habia era el suave rumor de las olas. Pero —dijo con los ojos aun fijos en el marco de la ventana— empezo a tener visiones. Al principio, solo me lo insinuo, y dejo por completo de comer. Vivia en el oratorio. A cualquier hora del dia o de la noche, yo lo podia encontrar arrodillado sobre la losa delante del altar. Y descuido el mismo oratorio. Dejo de encender las velas y de cambiar los lienzos del altar y hasta de barrer la hojarasca. Una noche me alarme seriamente cuando me quede al lado del rosal mirandolo durante toda una hora en la que jamas movio las rodillas ni jamas bajo los brazos, que tenia estirados, formando una cruz. Todos los esclavos pensaban que estaba loco —dijo el vampiro, y alzo el entrecejo como interrogandose—. Yo estaba convencido de que solamente… se trataba de fanatismo. Que, en su amor a Dios, quizas habia ido demasiado lejos. Entonces me conto de sus visiones. Santo Domingo y la Virgen Maria lo habian ido a ver al oratorio. Le habian dicho que tenia que vender sus propiedades en Luisiana, todo lo que poseia, y utilizar ese dinero para hacer en Francia la obra de Dios. Mi hermano iba a ser un gran dirigente religioso e iba a devolver su antiguo fervor al pais y cambiar el curso de la batalla contra el ateismo y la Revolucion. Por supuesto, no tenia dinero propio. Yo debia vender nuestras plantaciones y nuestras casas en Nueva Orleans y entregarle el dinero.

Una vez mas el vampiro hizo una pausa. Y el muchacho quedo inmovil, mirandolo, perplejo.

—Ah…, perdoneme —susurro—. ?Que hizo? ?Vendio las plantaciones?

—No —dijo el vampiro, y su rostro estaba sereno, como desde el principio—. Me rei de el. Y el… se puso furioso. Insistio en que la orden provenia de la mismisima Virgen. ?Quien era yo para ignorarla? ?Quien? —se pregunto en voz baja, como si lo estuviera pensando nuevamente—. ?Quien, por cierto? Y, cuanto mas quiso convencerme, mas me reia yo. Era un absurdo, le dije, el producto de una mente inmadura e incluso morbida. El oratorio era una equivocacion, le dije; lo haria derribar de inmediato. El iria a la escuela en Nueva Orleans y se sacaria de la cabeza esas ideas extranas. No recuerdo todo lo que dije. Pero recuerdo la sensacion. Detras de toda esta negativa desdenosa de mi parte, habia un disgusto latente y una gran desilusion. Yo estaba amargamente desilusionado. No le creia una sola palabra.

—Pero eso es comprensible —dijo rapidamente el muchacho cuando el vampiro hizo una pausa: se ablando la expresion de perplejidad de su rostro—. Quiero decir: ?le hubiera creido alguien?

—?Es tan comprensible? —el vampiro miro al entrevistador—. Pienso que tal vez haya sido un egoismo cruel. Dejame explicarme. Yo adoraba a mi hermano, como ya te dije, y a veces creia que era un santo viviente. Lo alente en sus oraciones y meditaciones, y como dije, estaba dispuesto a que se fuera de mi lado para que entrara en el sacerdocio. Y si alguien me hubiera contado de un santo en Ars o en Lourdes que tenia visiones, le habria creido. Yo era catolico; creia en los santos. Encendia velas delante de sus estatuas de marmol en las iglesias. Conocia sus imagenes, sus simbolos, sus nombres. Pero no lo crei; no en mi hermano. No solo no crei que tuviera visiones, no lo pude considerar posible un solo instante. Ahora bien, ?por que? Porque era mi hermano. Podia ser santo, podia ser extrano, pero Francisco de Asis, no. Mi hermano, no. Mi hermano no podia serlo. Eso es egoismo, ?te das cuenta?

El entrevistador lo penso antes de contestar y entonces asintio con la cabeza y dijo que si, que pensaba que asi era.

—Quiza tenia visiones —dijo el vampiro.

—?Entonces usted…, usted no afirma saber… ahora… si las tenia o no?

—No, pero se muy bien que jamas vacilo un segundo en sus convicciones. Eso lo se y lo sabia entonces, esa noche, cuando salio de mi habitacion furioso y dolorido. Jamas vacilo un instante. Y, a los pocos minutos, estaba muerto.

—?Como? —pregunto el entrevistador.

—Simplemente traspaso las puertas vidrieras, salio a la galeria y se quedo un momento en lo alto de las escalinatas de ladrillo. Entonces, se cayo. Estaba muerto cuando llego al fondo. Con el cuello roto —dijo el vampiro, y se sacudio la cabeza con consternacion, pero su rostro aun estaba sereno.

—?Usted lo vio caer? —pregunto el chico—. ?Perdio pie?

—Yo no lo vi, pero dos sirvientes lo vieron. Dijeron que levanto la vista, como si acabara de ver algo en el cielo. Entonces todo su cuerpo se adelanto barrido por el viento. Uno de ellos dijo que estaba a punto de decir algo cuando cayo. Yo tambien pense que iba a decir algo, pero en ese preciso momento me di vuelta y di la espalda a la ventana. Yo estaba de espaldas cuando oi el ruido. —El vampiro echo una mirada al magnetofono—. No pude perdonarmelo. Me senti responsable de su muerte —dijo—. Y todos los demas tambien parecieron pensarlo.

—Pero, ?como pudieron pensarlo? Usted dijo que hubo gente que lo vio caer.

—No fue una acusacion directa. Simplemente, sabian que habia sucedido algo desagradable entre nosotros. Que habiamos discutido minutos antes del accidente. Los sirvientes nos habian oido, mi madre nos habia oido. Mi madre no dejaba de preguntarme lo que habia sucedido y por que mi hermano, que era tan tranquilo, habia estado gritando. Luego mi hermana se sumo al interrogatorio y, naturalmente, yo me negue a dar razones. Me negue a decir nada. Estaba tan amargamente sorprendido y me sentia tan miserable que no tuve paciencia con nadie; solo tome la vaga decision de que nadie se enterara de sus visiones. No sabrian que, al final, en vez de convertirse en santo, se habia transformado solo en un fanatico… Mi hermana se fue a la cama en vez de ocuparse del funeral, y mi madre dijo a todo el vecindario que algo espantoso habia sucedido en mi cuarto y que yo no lo queria contar a nadie; y hasta la policia me interrogo, debido a mi propia madre. Por ultimo, vino a verme el cura y exigio saber lo que habia pasado. No se lo dije a nadie. Solo fue una discusion, dije. Yo no estaba en la galeria cuando se cayo, proteste, y todos me miraron como si lo hubiera matado. Y yo senti que lo habia matado. Me sente en la sala, al lado de su ataud, pensando: «Lo he matado». Lo mire a la cara hasta que aparecieron manchas delante de mis ojos, y casi me desmaye. Se habia destrozado la nuca en el pavimento y su cabeza tenia una forma extrana sobre la almohada. Me obligue a contemplarla, a estudiarla, simplemente porque casi no podia soportar el dolor y el olor a podredumbre, y senti la tentacion, una y otra vez, de abrirle los ojos. Todos estos eran pensamientos e impulsos demenciales. El pensamiento fundamental era: me habia reido de el, no le habia creido; no habia sido bueno con el. Habia caido por culpa mia.

—Todo eso sucedio, ?verdad? —susurro el muchacho—. Me esta contando algo… que es verdad.

—Si —dijo el vampiro, mirandolo con sorpresa—. Quiero seguir contandotelo —aseguro, pero, cuando su mirada paso del muchacho a la ventana, solo demostro lejano interes en el entrevistador, que parecia sumido en silenciosas contradicciones.

—Pero… usted dijo que no sabia de sus visiones; que usted, un vampiro…, no podia saber con plena y total seguridad si…

—Quiero hacer las cosas en orden. Quiero contarte las cosas tal como fueron sucediendo. No, no sabia nada de las visiones. Ni lo supe nunca —afirmo; y, nuevamente, espero hasta que el chico dijo:

—Si, por favor, continue…

—Pues entonces quise vender las plantaciones. No quise volver a ver jamas esa casa ni el oratorio.

Вы читаете Entrevista con el vampiro
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×