apretando la varita, inutil ya, y el mismo no habria podido decir si estaba melancolico o extranamente dichoso.

Y ahora, senoras y senores, es el momento de celebrar la fiesta. Uno queria un desfile militar, otro un baile nocturno. Despues de grandes discusiones acabaron por escoger: por la manana, desfile militar, y por la noche, baile con luminarias. Al primero, el osezno Tonio, todavia un poco debil, asistio sentado en una litera, envuelto en mantas suaves; pero en el baile pudo ya participar e iniciar, de la mano de su padre, el gran corro que giraba a ritmo de polca, ya que durante el dia se habia robustecido a base de pasteles y chuletas.

Se inicia al principio

en la plaza del municipio

por donde desfilan los batallones

bajo aguerridos pendones.

Despues musicas y fanfarrias

desde los montes hasta las playas.

Sigue la gran comilona

con azucar; miel, chocolate, mazapan,

[almendrados, hojaldre relleno (de crema o

[nata a escoger), frutas escarchadas

y hasta flores de eletaria [1].

Turrones, pestinos, pastafloras, un derroche,

y mucho mas hasta que llegue la noche.

Despues, en los jardincillos

se encienden los farolillos,

a los sones de la orquesta

desde la izquierda a la derecha.

(El viejo hechicero

espiaba tras los setos.)

Y tanto se bailo

que la aurora despunto,

y la unica tristeza

fue que acabara con tanta presteza.

***

***

***

CAPITULO OCTAVO

?Ay, asi es la vida! ?Nos imaginamos

tener tanto tiempo…! Asi descuidados

pasamos los dias; pero, en un suspiro,

mas de trece anos van transcurridos.

Nos volvemos a encontrar, como si no hubiese pasado nada, trece anos despues de la ultima vez que nos vimos, y el Rey Leoncio reina aun tranquilo en Sicilia porque nadie ha tenido nunca el valor de desafiarle. Hombres y osos estan perfectamente de acuerdo y los dias pasan placidos; se diria que la serenidad habita el corazon de todos y que podria ser eterna. Como, ademas, estudiando y trabajando se hacen progresos, son edificados muchos y nuevos hermosos palacios en la capital y se construyen maquinas cada vez mas complicadas, asi como magnificas carrozas y extraordinarias cometas de colores. Y hasta se dice que el profesor De Ambrosiis, aunque sea mas viejo que las campanas de la catedral, ha empezado desde el principio sus elucubraciones y se ha construido (a su edad, ?os dais cuenta?) una nueva varita magica, menos poderosa que la que ya gasto en los osos, pero asi y todo bastante buena; el astrologo espera arrancarle por lo menos un pequeno encantamiento para curarse en el caso de que agarrase una enfermedad, si no gravisima, regular por lo menos.

No obstante, mirad al Rey a los ojos y os dareis cuenta de que no es feliz. Demasiadas veces sus miradas, a traves de los ventanales de su palacio, se dirigen tristemente a las lejanas montanas que se elevan mas alla de las mas altas torres de la ciudad. ?No eran quiza mas bellos -se pregunta en secreto- los tiempos transcurridos alla arriba, en la solemne soledad de las penas?

Entonces, tenian suficiente

para comer, con bayas; dormian sobre ramas

y bebian tranquilos de bruces en la fuente.

Hoy beben en copas de cristal

no les basta con el mas fino fua-gras

y duermen en sus lujosas camas.

?Oh! Que mal vivian alli arriba

y en cambio ahora todos viven contentos.

Pero que lastima que, como en otros tiempos,

ya no soporten vientos, piedras y espinas,

hielos o tormentas bajo el cielo negro

con el corazon ligero.

Y ademas a Leoncio le desagradaba ver a los osos cambiar a ojos vista. En otros tiempos, modestos, sencillos, pacientes, bonachones; ahora soberbios, ambiciosos, llenos de envidia y de caprichos. No por nada han vivido trece anos en medio de los hombres.

Especialmente le desagradaba al Rey que, en lugar de contentarse como en otros tiempos con su hermosa piel, ahora la mayor parte de sus animales se pusieran trajes, uniformes y abrigos copiados de los hombres, creyendo ser elegantes; y no vacilaban en cubrirse de ridiculo. A costa de reventar de calor, se les veia de paseo hasta con gruesos abrigos de piel, como para hacer saber al mundo entero que el dinero no les faltaba.

Y si fuese solo por eso. Pero discutian por la menor tonteria, decian palabrotas, se levantaban tarde por la manana, fumaban cigarros y pipas, echaban barriga y se ponian de dia en dia mas feos. No obstante, el Rey se aguantaba; se limitaba a alguna reganina de vez en cuando y preferia, en general, cerrar los ojos. A fin de cuentas, unas migajas no eran delito. Pero, ?cuanto tiempo se podia seguir asi? ?Donde irian a parar a este paso? El Rey Leoncio estaba inquieto, tenia la oscura impresion de que algo se preparaba.

Y comenzaron, en efecto, algunos hechos extranos:

El primer hecho misterioso fue

el hurto de la nueva varita magica

del profesor De Ambrosiis.

El nigromante habia acabado ya de prepararla con todas las brujerias necesarias; estaba justo dandole los

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