con manteles blancos y atendidas por camareros con corbata negra que servian costillares de cordero y vino con decantadores mientras la orquesta tocaba. El barco disponia incluso de un gimnasio, donde ambos podian entrenarse para su mision.

Jack y Raleigh ya no eran dos jovenes desconocidos: eran, como los habian aclamado los periodicos, «valientes», «ingleses de voluntad inquebrantable» que se parecian a sir Lancelot. Conocieron a dignatarios, que los invitaban a sentarse a sus mesas, y a mujeres que fumaban largos cigarrillos y les dirigian lo que el coronel Fawcett denominaba «miradas de descarada audacia». Jack no sabia muy bien como comportarse en presencia de mujeres: para el, al parecer, eran tan misteriosas y distantes como Z. Por el contrario, Raleigh pronto empezo a flirtear con una chica, sin duda alardeando de sus inminentes aventuras.

Fawcett sabia que para Jack y Raleigh la expedicion aun no era mas que una hazana que no rebasaba los limites de la imaginacion. En Nueva York, ambos jovenes disfrutaron entusiasmados de una constante diversion: las veladas en el hotel Waldorf-Astoria, en cuyo Salon Dorado, la ultima noche, dignatarios y cientificos de la ciudad se reunieron para celebrar una fiesta y desearles un buen viaje; los brindis en el Camp Fire Club y el National Arts Club; la parada en Ellis Island (un alto funcionario de inmigracion observo que ninguno de los invitados a la fiesta era «ateo», «poligamo», «anarquista» ni «deforme»), y las salas de cine, que Jack frecuento dia y noche.

Mientras que Fawcett habia desarrollado una resistencia fisica y mental a lo largo de anos de exploracion, Jack y Raleigh tendrian que hacerlo sin ninguna preparacion previa.

Pero Fawcett no albergaba la menor duda de que lo conseguirian. En sus diarios escribio que «Jack esta perfectamente capacitado para ello». Y predijo: «Es lo bastante joven para adaptarse a cualquier situacion, y varios meses sobre el terreno le endureceran lo necesario. Si sale a mi, no contraera ninguna de las muchas dolencias y enfermedades […], y, en caso de emergencia, creo que conservara el coraje».37 Fawcett expreso la misma confianza en Raleigh, quien admiraba a Jack casi con la misma intensidad con que este admiraba a su padre. «Raleigh le seguira a donde sea»,38 comento.

La tripulacion del barco empezo a gritar: «?Listos para zarpar!». El silbato del capitan reverbero en el puerto, y la nave crujio y cabeceo al retroceder desde el muelle. Fawcett contemplo el perfil de Manhattan, con la Metropolitan Life Insurance Tower, durante un tiempo el edificio mas alto del planeta, y el Woolworth Building, que le habia sobrepasado en altitud; las luces de la metropoli refulgian como si alguien hubiese reunido todas las estrellas en aquel lugar. Con Jack y Raleigh junto a el, Fawcett grito a los periodistas que habia en el embarcadero: «?Volveremos, y traeremos lo que vamos a buscar!».39

2. La desaparicion

Con que facilidad puede enganar el Amazonas.

El rio mas poderoso del mundo, mas poderoso que el Nilo y el Ganges, mas que el Mississippi y que todos los rios de China empieza siendo apenas un arroyo. En los Andes, por encima de los cinco mil quinientos metros, entre nieve y nubes, emerge por una grieta rocosa, apenas un reguero de agua cristalina. En ese punto no se diferencia de otros muchos arroyos que surcan la cordillera andina, algunos de los cuales se derraman en cascadas por la vertiente occidental hacia el Pacifico, que se encuentra a unos cien kilometros. Otros, como el Amazonas, bajan por la vertiente oriental en un viaje aparentemente imposible hasta el oceano Atlantico, recorriendo una distancia mayor que la que separa Nueva York de Paris. A tanta altura, el aire es demasiado frio para que haya selva y depredadores. No obstante, es en ese lugar donde nace el Amazonas, alimentado por el deshielo y la lluvia, para luego ser arrastrado precipicios abajo por la fuerza de la gravedad.1

Desde sus fuentes, el rio desciende bruscamente. A medida que va ganando velocidad, se suman a el centenares de arroyos, la mayoria tan pequenos que incluso carecen de nombre. Unos dos mil doscientos metros mas abajo, la corriente accede a un valle donde se ven los primeros indicios de verde. Enseguida, otros riachuelos algo mas caudalosos convergen en el. En su agitado trayecto hacia las llanuras mas bajas, el rio tiene aun que recorrer cerca de cinco mil kilometros mas hasta alcanzar el oceano. Es imparable. Tambien lo es la selva, que, debido al calor ecuatorial y a las lluvias torrenciales, poco a poco va engullendo las riberas. Esta masa selvatica, que se expande en el horizonte, alberga la mayor variedad de especies del mundo. Y, por primera vez, el rio aparece en toda su grandeza: es el Amazonas.

Pese a ello, no es lo que parece. Serpenteando hacia el este, el Amazonas penetra en una region inmensa en forma de cuenca poco profunda y, dado que fluye por la base de la misma, cerca del cuarenta por ciento de las aguas de Sudamerica -procedentes de rios de paises tan lejanos como Colombia, Venezuela, Bolivia y Ecuador- se vierten en el. Y asi, va volviendose mas poderoso. Con una profundidad que en ciertos puntos supera los noventa metros, ya no necesita precipitarse; va conquistando terreno marcando su propio ritmo. En su sinuoso recorrido, deja atras el rio Negro y el Madeira; el Tapajos y el Xingu, dos de los afluentes meridionales de mayor envergadura, y la isla Marajo, mas grande que Suiza, hasta que, finalmente, tras atravesar cerca de seis mil kilometros y recoger agua de mil afluentes, el Amazonas alcanza su desembocadura de trescientos veinte kilometros de anchura y se derrama en el Atlantico. Lo que empezo como un arroyo expele en el oceano doscientos quince millones de litros por segundo, un vertido sesenta veces mayor que el del Nilo. Las aguas dulces del Amazonas se internan en el oceano hasta tal distancia que, en el ano 1500, Vicente Pinzon, un capitan espanol que habia acompanado con anterioridad a Colon en sus travesias, descubrio el rio cuando navegaba a muchas millas de la costa de Brasil. Lo llamo Mar Dulce.

Resulta dificil explorar esta region en cualquier circunstancia, pero, en noviembre, la llegada de las lluvias la torna infranqueable. Las olas -junto con el macareo de la marea, de unos veinticuatro kilometros por hora, conocido como pororoca, o «gran rugido»- estallan contra la orilla. En Belem, el caudal del Amazonas a menudo se eleva tres metros y medio; en Iquitos, seis; en Obidos, diez y medio. En el caso del Madeira, el afluente mas largo del Amazonas, el cauce puede aumentar incluso mas, superando los veinte metros. Tras meses de inundacion, muchos rios estallan sobre sus riberas y se derraman por la selva, arrancando de cuajo plantas y rocas, y transformando la region sur de la cuenca practicamente en una isla interior, lo que era en su inicio hace millones de anos. Luego el sol aparece y agosta la zona. La tierra se agrieta como si se hubiese producido un terremoto. Las cienagas se evaporan y las piranas quedan varadas en pantanos desecados, devorandose las unas a las otras. Las cienagas se transforman en prados; las islas, en lomas.

Asi se manifiesta la estacion seca cuando llega a la cuenca meridional del Amazonas. Segun recuerdan los habitantes de la zona, asi ha sido siempre. Y esas eran las condiciones en junio de 1996, cuando una expedicion de cientificos y aventureros brasilenos pusieron rumbo a la selva. Buscaban indicios sobre lo sucedido al coronel Percy Fawcett, que habia desaparecido junto con su hijo Jack y Raleigh Rimell hacia mas de setenta anos.

La expedicion2 estaba liderada por un banquero brasileno de cuarenta y dos anos, llamado James Lynch. Despues de que un periodista le contara la historia de Fawcett, Lynch leyo todo cuanto encontro sobre el tema. Asi supo que la desaparicion del coronel, acaecida en 1925, habia conmocionado al mundo; un hecho que se contaba «entre las desapariciones mas celebres de la era moderna»,3 tal y como la habia descrito un observador de la epoca. Durante cinco meses, Fawcett habia enviado despachos que, arrugados y sucios, eran transportados a traves de la selva por corredores indigenas, y, en lo que parecia una proeza rayana en lo magico, enviados despues por medio de telegrafos e impresos en practicamente todos los continentes. En un temprano ejemplo de lo que luego serian los reportajes y documentales actuales que tanto interes despiertan, ese lejano acontecimiento fascinaba por igual a africanos, asiaticos, europeos, australianos y americanos. La expedicion, segun afirmaba un periodico, «cautivo la imaginacion de todos los ninos que, en algun momento, habian sonado con tierras ignotas».4

Sin embargo, un buen dia los despachos cesaron. En su busqueda de informacion, Lynch descubrio que Fawcett habia advertido de la posibilidad de estar unos meses incomunicado, pero transcurrio un ano, luego dos, y con el tiempo la fascinacion del publico fue aumentando. ?Estarian Fawcett y los dos jovenes retenidos como rehenes por los indios? ?Habrian muerto de hambre? ?Se habrian quedado deslumbrados con Z y por ello se negaban a regresar? Se producian debates por multiples salones y tabernas clandestinas; en las mas altas esferas gubernamentales se intercambiaban cablegramas. Este misterio dio lugar a radionovelas, novelas (se cree que en

Вы читаете La ciudad perdida de Z
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×