– ?Que va a pasar? -pregunto Sofia.

– Nada -dijo Croce-. Lo vamos a mandar a la morgue.

Era extrano estar hablando en ese cuarto, con el muerto en el piso, con Saldias tomando notas y el comisario con aire cansado mirandolas con benevolencia.

– ?Podemos irnos? -pregunto Sofia.

– ?O somos sospechosas? -dijo Ada.

– Todos somos sospechosos -dijo Croce-. Mejor salgan por atras y hagan el favor de no comentar lo que han visto aqui ni lo que hemos hablado.

– Desde luego -dijo Ada.

Cuando el comisario se ofrecio a acompanarlas, se negaron, se iban solas, podia llamarlas a cualquier hora, si las necesitaba.

Croce se habia sentado en la cama, parecia agobiado o distraido. Quiso ver las notas que habia tomado Saldias y las estudio con calma.

– Bueno -dijo despues-. Veamos que dicen estos pajarracos.

Un estanciero de Sauce Viejo declaro que habia escuchado un ruido de cadenas que venian del otro lado de la pared que daba a la pieza de Duran. Luego escucho nitida una voz que decia en un susurro nervioso:

– Te lo compro y me pagas como puedas.

Las palabras se le quedaron grabadas porque le parecio que eran una amenaza o una burla. No podia identificar al que habia hablado pero tenia una voz chillona, como fingida o de mujer.

– ?Fingida o de mujer?

– Como de mujer.

Uno de los viajantes, un tal Mendez, dijo que habia visto a Yoshio rondar por el pasillo del hotel y agacharse a mirar por la cerradura de la puerta del cuarto de Duran.

– Raro -dijo Croce-. ?Agachado?

– Contra la puerta.

– ?A mirar o a escuchar?

– Parecia espiar.

Un comisionista dijo que habia visto a Yoshio entrar en el bano del pasillo a lavarse las manos. Iba vestido de negro con un panuelo amarillo en el cuello y llevaba las mangas de la mano derecha levantadas hasta cerca del codo.

– ?Y usted que hacia?

– Mis necesidades -dijo el comisionista-. Estaba de espaldas pero lo vi por el espejo.

Otro de los huespedes, un rematador de Pergamino que paraba habitualmente en el hotel, dijo que hacia las dos de la tarde habia visto a Yoshio salir del bano del piso tres y bajar agitado por la escalera sin esperar el ascensor. Una de las mucamas de limpieza dijo que a esa hora lo habia visto salir del cuarto y cruzar el pasillo. Prono, el encargado de seguridad del hotel, un tipo alto y gordo que habia sido boxeador profesional y que ahora se habia refugiado en el pueblo buscando paz, acuso enseguida a Dazai.

– Fue el Japo -dijo con la voz nasal de un actor de pelicula argentina de pistoleros-. Una pelea de maricas.

Los demas parecian coincidir con el y todos se habian apurado a testimoniar; al comisario le parecio rara tanta unanimidad. Algunos testigos incluso se habian creado problemas con su testimonio. Podian ser investigados, sus palabras debian ser corroboradas. El estanciero de Sauce Viejo, por ejemplo, un hombre de cara congestionada, tenia una amante en el pueblo, la viuda del viejo Corona, y su mujer -la del estanciero- estaba enferma en el hospital de Tapalque. La mucama que dijo haber visto a Yoshio salir apurado de la pieza de Duran no pudo explicar que hacia en el pasillo a esa hora cuando ya debia estar de franco.

Yoshio se habia encerrado con llave en su cuarto, aterrado, segun decian, y desesperado por la muerte de su amigo, y no respondia a los llamados.

– Dejenlo en paz hasta que lo necesite -dijo Croce-. No se va a escapar.

Sofia parecia furiosa y miro a Renzi con una sonrisa rara. Dijo que Tony estaba loco por Ada, quiza no enamorado, solo caliente con ella, pero habia venido al pueblo tambien por otros motivos. Las historias que se habian contado sobre el trio, sobre los juegos que habian hecho o habian imaginado, no tenian nada que ver con el crimen, eran fantasmas, fantasias de las que ella podia hablar con Emilio en otro lugar, si se daba el caso, porque no tenia nada que esconder, no iba a dejar que una gavilla de viejas resentidas le dijeran como tenia que vivir o con quien -«o con quienes», dijo despues tenian que irse al catre ella y su hermana. Tampoco se iban a dejar atropellar por los chupacirios de un pueblo de provincia que salen de la iglesia para ir al prostibulo de la Bizca -o viceversa.

La gente de campo vivia en dos realidades, con dos morales, en dos mundos, por un lado se vestian con ropa inglesa y andaban por el campo en la pick-up saludando a la peonada como si fueran senores feudales, y por otro lado se mezclaban en todos los chanchullos sucios y hacian negociados con los rematadores de ganado y con los exportadores de la Capital. Por eso cuando llego Tony supieron que habia otra partida en juego ademas de una historia sentimental. ?Para que iba a venir hasta aqui un norteamericano si no era para traer plata y hacer negocios?

– Y tenian razon -dijo Sofia, prendiendo un cigarrillo y fumando en silencio durante un rato, la brasa del cigarrillo brillando en la penumbra del atardecer-. Tony tenia un encargo y por eso nos fue a buscar y despues anduvimos con el por los casinos de la costa, parando en hoteles de lujo o en piojosos moteles de la ruta, divirtiendonos y viviendo la vida mientras se terminaba de arreglar el asunto que le habian encomendado.

– ?Un encargo? -dijo Renzi-. ?Que asunto? ?Ya lo sabia cuando las busco?

– Si, si -dijo ella-. En diciembre.

– En diciembre, no puede ser… ?Como en diciembre? Si tu hermano

– Habra sido en enero, no importa eso, no importa, que importa. Era un caballero, no hablaba de mas y nunca nos mintio… solo se negaba a comentar ciertos detalles… -dijo Sofia, y retomo su letania, como si estuviera cantando, de chica, en el coro de la iglesia… Y Renzi tuvo un flash con esa imagen, la nenita pelirroja, en la iglesia, cantando en el coro, vestida de blanco…-. Para colmo, Tony era mulato, y eso que nos calentaba a mi hermana y a mi asustaba a los chacareros de la zona, ?o no lo empezaron a llamar el Zambo, como mi padre le habia vaticinado?

La muerte de Tony no se puede entender sin el costado oscuro de la historia familiar, sobre todo la historia de Luca, el hijo de otra madre, su medio hermano, estaba diciendo ella, y Renzi la detenia, «espera, espera…» y Sofia se irritaba y seguia adelante o volvia atras para empezar la historia por otro lado.

– Cuando la fabrica se vino abajo, mi hermano no quiso transar. Ni siquiera habria que decir «no quiso», mas bien no pudo, ni siquiera imagino la posibilidad de abandonar o rendirse. ?Te das cuenta? Imaginate un matematico que descubre que dos mas dos son cinco y para que no crean que se ha vuelto loco tiene que adaptar, a su formula, todo el sistema matematico donde, por supuesto, dos mas dos no son cinco, ni tres, y lo consigue. -Se sirvio otro vaso de vino y le puso hielo y se quedo quieta un momento, y despues miro a Renzi, que parecia un gato, en el sillon-. Pareces un gato -dijo ella-, tirado en ese sillon, y te digo mas -dijo despues-, no fue asi, no es tan abstracto, imaginate un campeon de natacion que se ahoga. O mejor, pensa en un gran maratonista que va primero y que cuando esta a quinientos metros de la meta le da un ataque, un calambre que lo paraliza, pero avanza igual porque no piensa, de ningun modo, abandonar, hasta que al fin, cuando pisa la raya, ya es de noche y no queda nadie en el estadio.

– Pero ?que estadio? -dice Renzi-. ?Que gato? No hagas mas comparaciones, conta directo.

– No te apures, espera, hay tiempo ?no? -dijo, y se quedo un momento inmovil, mirando la luz en la ventana del fondo, del otro lado del patio, entre los arboles-. Se dio cuenta -dijo despues, como si volviera a escuchar en el aire una melodia- de que todos en el pueblo se habian confabulado para sacarlo del medio. Dos mas dos, cinco, pensaba, pero nadie lo sabe. Y tenia razon.

– ?En que tenia razon?

– Si -dijo ella-. La herencia de su madre, ?te das cuenta? -dijo, y lo miro-. Todo lo que tenemos

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