. Cada vez veo menos. Prueba tu, Ahri.

El Numerista se puso bizco en el intento.

– Yo tampoco lo veo demasiado bien, tah Kratos.

– No sera por falta de ojos. -Los exorbitados globos oculares de Ahri eran el rasgo mas llamativo de su rostro, por el que se habia ganado el apodo de Buho.

– Se me ocurre algo. ?Puedes hacer que venga Bran, tah Kratos?

Bajaron de la muralla y se dirigieron a la casa donde se habia instalado Kratos. Cuando entraron, Aide salio a recibirlos. Llevaba unos pantalones de montar y el mismo chaleco de la primera vez que Kratos y ella hablaron durante el viaje a Malabashi.

– Pareces preocupado -dijo. Le dio un rapido beso en los labios y le acaricio la nuca rasurada con las unas, algo que a el le ponia la piel de gallina. ?Malas noticias?

– Aun no lo se.

Ahri extendio los rollos de papel sobre la mesa de mapas, pisando las esquinas con pequenos pesos de plomo. Cuando llego Bran, le pidio el catalejo y empezo a desmontarlo.

– ?Que haces? -protesto el jefe de los batidores-. No te haces idea de lo que me costo ese artefacto. Si no me lo dejas de nuevo como estaba, rellenare el tubo con tus ojos.

Sin hacerle caso, Ahri saco la lente de aumento y la puso encima del documento. Kratos se acerco. Ahora si podia leer las letras.

– Vete fuera, Bran. No te preocupes por tu catalejo. Si no te lo devolvemos en buen estado, yo mismo te pagare el doble de lo que te costo.

Se quedaron a solas Kratos, Ahri y Aide. La joven comento:

– O Grondo tiene un gnomo que le escribe las cartas, o su escriba tambien ha utilizado una lente.

– No es necesario -respondio Ahri-. Hay personas tan cortas de vista que no reconocerian tu rostro a dos pasos, pero que pueden leer y escribir miniaturas.

– Silencio -ordeno Kratos, que no poseia demasiada soltura leyendo. Despues de un rato murmurando entre dientes, dijo-: Migranz esta en peligro.

– ?Como? -pregunto Aide, alarmada.

– Una horda de Trisios la ha asediado. Escuchad: «Recordareis que la caida de aquel bolido celeste en Trisia extendio una plaga que se propago hacia el sur. En las tierras afectadas por esa plaga, los pastos no alimentan a los caballos, pero tampoco las cosechas de cereales sacian el hambre de los humanos. Cuentan que uno puede estar comiendo dias un pan tan blanco como el mejor que podrias comprar en el mercado, y morir con la panza hinchada y entre charcos de diarrea.

»Para evitar que la plaga siguiera extendiendose, los campesinos de la region de Ghuyya, al nordeste de Migranz, quemaron bosques y sembrados hasta crear una gran franja devastada de mas de cinco kilometros de anchura. En esa tarea colaboraron nuestros hombres, pues comprendiamos que si ese azote se esparcia mas tambien nosotros moririamos de hambre. Por el momento, este verano hemos podido recoger las cosechas al suroeste de la zona quemada, y no estan contaminadas.

»Pero a quienes no ha podido detener la franja es a los Trisios. Desde que cayo el bolido, al norte de los montes de Shirta ha habido cientos de miles de muertos, o tal vez millones, pues nadie sabe muy bien cuantos barbaros nomadas pueblan las estepas de Maitmah. Unos han perecido por la hambruna y otros por las guerras que se han desatado entre las tribus por los escasos alimentos que les quedaban.

»Los supervivientes, llevados por la necesidad, han olvidado sus rencillas ancestrales y se han unido bajo el mando de un caudillo del clan de los Kotarios llamado Ilam-Jayn. Ha logrado que en su ejercito marchen juntos los Trisios salvajes del norte de los montes de Shirta, conocidos en Tramorea por 'grenudos', con los del sur, mas civilizados.»

– No hay Trisios civilizados -dijo Aide. Nacida ya en tierras de Malart, compartia el odio y la desconfianza que los nativos de esa region sentian hacia los Trisios.

– Veamos, que he perdido la linea… -dijo Kratos, moviendo la lente sobre la carta-. «Ilam-Jayn trae con el treinta mil jinetes. Una fuerza mas que respetable, sobre todo porque son muy belicosos y se desplazan a tal velocidad que parece cosa de demonios como un dia aparecen a casi doscientos kilometros de donde partieron. Viajan en vanguardia para evitar que los pueblos amenazados tengan tiempo de recoger el alimento de sus graneros y huir con sus bestias. Pero detras de ellos vienen diez mil guerreros mas con el resto de las tribus: mujeres, ninos y los pocos ancianos que siguen con vida.»

El mensaje seguia ofreciendo detalles sobre la organizacion de los Trisios, y en la segunda hoja anadia que los treinta mil jinetes de la vanguardia ya habian llegado a Migranz y la habian rodeado.

– Los Trisios nunca han sido expertos en asediar ciudades -dijo Aide-. No conseguiran nada.

– Lo mismo les pasaba a los Aifolu -repuso Kratos-, y sin embargo consiguieron tomar Malib.

– Pero ellos tenian a los demonios de metal, y ademas los Pashkriri les habian entregado armas de asedio. ?Donde podrian conseguir armas los Trisios? Ademas, aunque las tuvieran no conseguirian acercarlas a nuestras murallas. Antes tendrian que superar los riscos, y es imposible -anadio Aide, en un tono orgulloso que a Kratos le irritaba un poco. Su padre habia hecho construir la fortaleza, lo que explicaba que la joven, aunque estuviera a miles de kilometros, siguiera llamandola «nuestra».

– El problema no sera que los Trisios tomen o no tomen la ciudad al asalto, sino el hambre -dijo Ahri-. Normalmente en Migranz habia provisiones para tres anos. Pero cuando nos marchamos de alli los almacenes se estaban quedando vacios. Ademas nos llevamos la parte proporcional a nuestro numero, dejando alli menos de un decimo.

– Eso es lo que comenta Grondo -dijo Kratos-. Y se queja de que les ha sido muy dificil conseguir mas comida. Los precios se han quintuplicado en toda la region, y muchos campesinos se niegan a vender por mas dinero que se les ofrezca. Para colmo, Migranz se les ha llenado de refugiados. Un cumulo de desastres…

– ?Y que pide Grondo? -pregunto Aide.

– Que acudamos a ayudarle.

– ?Que le ayudemos? El fue quien vaticino que moririamos de hambre en el camino a Malabashi y se burlo de nosotros. Ahora el destino que nos profetizo cae sobre el por cobarde.

Kratos miro de reojo a Aide. Por suaves que fueran sus rasgos, podia ser dura como una roca y no perdonaba una. Aunque la amaba, no olvidaba que esa mujer le habia pedido que matara a Forcas. No hay nada que se le ponga por delante, penso, y no por primera vez. En eso Aide se parecia a su padre Hairon, el anterior Zemalnit.

– Yo nunca simpatice con Grondo, pero…

No hizo falta que anadiera el motivo. Grondo era uno de los capitanes que se hallaba con Aperion el dia en que este le mostro a Kratos la cabeza cortada de su amante, Shayre. Cuando Kratos entro en Urtahitei, Grondo tuvo los reflejos necesarios para retroceder y dejar que fuesen otros quienes sufrieran la ira de su espada Krima. Con el tiempo, Forcas lo ascendio a general, y Kratos y el hicieron las paces. Grondo se habia disculpado alegando: «Aperion me obligo». Un argumento que Kratos tuvo que escuchar de mas de un oficial.

– … pero me entristece no poder ayudarle. Migranz se encuentra muy lejos. Para cuando quisieramos llegar, todo habria terminado. Ademas, nuestro sitio esta en el sur. Lejos de la plaga, lejos de los Trisios y lejos de Ainar.

A el mismo, Ainari como era, le parecio mentira haber pronunciado esas palabras. Pero sospechaba que en las fronteras de Ainar pronto iban a producirse movimientos militares. Aunque la Horda habia conseguido derrotar al Martal, no era cuestion de tentar a la suerte. El nuevo emperador, Togul Barok, podia movilizar incluso mas soldados que los Aifolu y, sobre todo, mucho mas disciplinados.

Ahri, que habia seguido leyendo la carta por su cuenta, dijo:

– Pues, por lo que cuenta Grondo, tambien estan pensando en pedir ayuda a los Ainari. Eso parece mas logico.

– Si se la dan, convertiran Migranz en un puesto avanzado de Ainar – respondio Aide-. Mi padre se revolvera en su tumba.

– Es mejor pertenecer a Ainar que ser aniquilado por los Trisios -dijo Kratos-. En cuanto a la tumba de tu padre, estoy seguro de que los Ainari la respetaran.

– No me referia a eso, y lo sabes. Era una forma de hablar.

Creo que hoy vamos a acabar discutiendo, penso Kratos. Mejor seria que se buscara algo que hacer lejos de

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