desde hace anares. Ya la vas a conocer algun dia. Esta en un lugar precioso, rodeada de vinedos. Tenia un hermano mayor que murio en un accidente hace trece anos. Pasabamos alli el verano y fueron los tiempos mas felices de mi vida. Despues del accidente, mis padres quedaron muy mal y la familia se deshizo en poco tiempo. Como un soplido, asi de golpe se nos termino la alegria. Pero, vuelvo a lo del nombre. Sabes que es la granuja? Viste esas uvitas que se desgranan del radio? Eso es la granuja. Y de ahi viene la forma de llamar asi a los picaros, porque tiene que ver con esa costumbre de pasar por cualquier puesto donde venden uvas y pellizcar un racimo para robarse una al pasar. Yo lo hacia todo el tiempo, comia uvas robadas de los cajones cuando habia cosecha. Pero no cualquier uva. Elegia las mejores. Me volvi experto en detectar las mas dulces. Y un empleado me puso el nombrete. Asi me conocen mis amigos. Y esa es toda la historia, madame. En cuanto a mi nombre verdadero, contame primero vos de tu vida.

G.

VIII

Lucio era un hombre sin suerte. O, al menos, esa era la opinion que tenia de si cuando repasaba su vida y no encontraba mas que frustraciones. Alguna vez habia intentado reflexionar acerca de su infancia para buscar algun hecho fundamental que pudiera ser la causa de tan mala estrella. Pero, cada vez, sin remedio, llegaba a un pozo donde los recuerdos se disolvian en un par de imagenes molestas: una tarde cualquiera, sentado junto a un ventanal armando un rompecabezas que no parecia dificil y una mano adulta que, apenas el se demoraba, surgia para encontrar la pieza faltante y colocarla con precision en el hueco exacto. El juego continuaba tanto como la ansiedad por apurarse, terminar con aquello de cualquier manera, que la mano no se diera cuenta. Pero la mano volvia, una y otra vez, y el ya no estaba seguro de quien estaba jugando y se le iban las ganas y dejaba el rompecabezas incompleto.

A los dieciocho pidio dinero para instalar un quiosco con un amigo. Se lo negaron, pero le regalaron un auto nuevo. Lindo auto. Tenia que lavarlo cada domingo y llevar a dar una vuelta a los abuelos. Esas habian sido las condiciones. Y terminar el bachillerato. Pero no habia caso, ninguna orientacion parecia dar en el punto de su gusto. Habia empezado por las ciencias y defendio su vocacion de futuro medico hasta que un profesor de secundaria lo llevo a la morgue de la facultad. Fue un paseo de rutina, tan natural como ir al teatro para los que estudiaban literatura; pero el insistia con que habia sido un filtro sadico para evitar la competencia. Se desmayo frente a la primera pileta donde flotaba, solitario, un cuerpo verdoso con una unica pierna. Despues, probo con la quimica y al ano siguiente dijo que estaba harto de andar mezclando porquerias sin el menor sentido, que lo suyo era la ley. Tampoco entre los codigos funciono. Tenia veinticinco anos cuando planto bandera, prometio que algun dia terminaria aquello solo por darle el gusto a los viejos, vendio el auto y puso el quiosco.

Cuando conocio a Mercedes, el quiosco se habia transformado en un salon con venta de diarios, libros, regalos y una pequena cafeteria. Lo amplio con el dinero de la herencia de los viejos, que habian muerto sin la alegria de verlo convertido en profesional. Tenia tres empleados de confianza sin cuya eficiencia aquello no hubiera funcionado por mas de una semana. Lucio se daba una vuelta un par de veces al dia para controlar que todo estuviera en orden y volvia a la hora de cierre a levantar la recaudacion. Con ese dinero y algun deposito de los padres, le sobraba para vivir comodo y darse un gustito cada tanto. En eso consistia su vida y a nada mas aspiraba, como si tuviera la cabeza aplastada contra un techo imaginario.

Lucio pertenecia a ese tipo de ser llamado “hombre bueno”. En una unica cosa se destacaba: era excelente padrino. Tenia ahijados a los que hacia regalos costosos y llevaba a pasear a cuanto parque o espectaculo hubiera. Lo adoraban. El tio Lucio no entendia de sacramentos ni de promesas bautismales, pero cumplia con aquella responsabilidad afectiva como si fuera su mision en la Tierra. Su posicion no podia ser mejor. Disfrutaba de las horas felices con los ninos y despues los regresaba con sus padres.

Mercedes, que venia de un matrimonio mal resuelto y del anhelo de un hijo buscado hasta el limite de la dignidad, confundio este carino comodo con un instinto paternal, y penso que Lucio seria el mejor de los padres. ?Como le costo cazar aquella presa! Lucio se le escabullia apenas el ambiente propiciaba cualquier intimidad. Ella forzaba los encuentros, le calculaba los horarios y se le aparecia en los momentos mas inesperados con una desfachatez que dejaba en evidencia la torpeza de el para llevar adelante o evitar cualquier relacion. Pero una noche, no tuvo mas remedio que alcanzarla hasta la casa y, al despedirse, ella le dio un beso devastador. Por esa grieta abierta con la fuerza sismica de un beso, Mercedes serpenteo hasta acomodarsele en la parte mas profunda del corazon. Tenia cuarenta anos y los plazos de la maternidad venian apremiando. Se casaron en seguida, sin mucho tiempo para andar calculando las verdaderas razones que sustentaban su proyecto de familia.

Hacia de esto siete anos. Ya no recordaban cuando habian dejado de hablar del hijo y empezaban a preguntarse que hacian durmiendo en la misma cama.

* * *

Mercedes retiro la funda y la doblo hasta convertirla en un pequeno rectangulo. La apoyo sobre una banqueta a los pies de la cama. Luego, tomo el acolchado y lo corrio desde la cabecera, cuidando que ningun extremo tocara el piso. Fue hasta su lado y abrio la sabana de modo tal que la punta formara un triangulo equilatero e hizo lo mismo del lado de Lucio. Levanto las almohadas y les dio unos golpes suaves para dejarlas bien mullidas, esperando. Le parecio que la sabana de abajo estaba arrugada, asi que controlo los cuatro alfileres de gancho con que la ajustaba y tenso los elasticos. Se separo de la cama para medir el efecto. “Bien”, penso.

Lucio demoraba en subir y ella tomaba melatonina para apurar el sueno. Asi evitaban el penoso tramite de decirse buenas noches, girar cada cual hacia su pared y dormir dandose la espalda. Pero esa noche, Mercedes propicio el encuentro, y cuando el entro en el cuarto, a una hora en que ya la suponia dormida, la hallo sentada en la cama, con un libro de autoayuda abierto en una pagina que no leia.

– ?Todavia despierta? -se sorprendio.

– Tendrias que leerlo.

– Aja…

– Te haria bien un masaje -se arrepintio de inmediato de lo que sono mas a invitacion que a sugerencia.

– Y a ti, ?te sirve? -pregunto Lucio con algo de ironia.

– No se. Acabo de empezarlo. Hoy no tome las pastillas. Voy a intentar con un metodo de relajacion. Dice que hay que estirarse boca arriba, aflojar desde la punta del dedo gordo hasta la punta del pelo, de a poquito, sintiendo cada parte del cuerpo, girar la cabeza, flojita, asi, que no te pese la piel… -percibio el peligro de la inminente sensualidad que traian sus palabras y se detuvo como si le hubiera sonado una alarma interior-. Hoy estuve con Diana.

– ?Adonde fueron?

– A Las Horas.

– ?Que tal?

– Precioso, buen gusto, chiquito, poca luz. Lo ambientaron con escenas de la pelicula.

– Entonces debe ser deprimente, ni loco voy.

– A mi me encanto.

– ?Dejate de embromar, Mercedes! Un bajon. No se entendia un pepino. Tres chifladas con cara de culo durante toda la pelicula y, para colmo, te descuidabas y se zampaban un chupon asi porque si.

– La pelicula tambien me gusto. No se como te animas a opinar si te dormiste.

– !Ja! Me despertaba a los cocazos con el viejo que tenia al lado. ?Pobre tipo! Encima, roncaba. No, a mi esas peliculas no me gustan. No pasaba nada, abria los ojos y la tipa seguia ahi dudando si suicidarse o no. ?Ma’ si! ?Morite de una vez!

De buena gana lo hubiera mandado a pasear como tantas veces en que una discusion se volvia esa pulseada sin argumentos. Pero esa noche Mercedes necesitaba hablarle y decidio practicar la relajacion mientras el se duchaba. “Despues”, penso resignada, “me tomo la pastillita y a otra cosa”. El rostro de Julianne Moore tirada en la cama del hotel se le instalo en el pensamiento con una persistencia inquietante, hasta que el cese abrupto del repiqueteo en el bano la trajo de vuelta a la realidad de su habitacion. Lucio se metio en la cama con la

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