en la oscuridad, el techo de la habitacion.

– ?Mierda, responde antes de que se despierte toda la casa! -dijo Thomas, enfadado, entre las almohadas.

Ella giro la cabeza y dejo caer la mirada sobre el reloj: las tres y veintidos minutos. La excitacion se desvanecio en un suspiro. El brazo, pesado como el plomo, alcanzo el telefono en el suelo. Era Jansson, el jefe de noche.

– El estadio Victoria ha volado por los aires. Arde como la yesca. El reportero de noche esta ahi, pero te necesitamos para la primera edicion. ?Cuanto tardaras en llegar?

Ella respiro un momento, dejo que la informacion le calara y sintio como la adrenalina le subia por todo el cuerpo como una ola hasta alcanzar el cerebro. «?El estadio olimpico! -penso-. Fuego, caos, ?joder! Al sur de la ciudad. El cinturon Sur o el puente de Skanstull.»

– ?Como esta la ciudad, las calles estan bien?

La voz sono mas escabrosa de lo que hubiera deseado.

– El cinturon Sur esta bloqueado. La salida junto al estadio se ha derrumbado, es lo unico que sabemos. El tunel Sur puede estar cortado, asi que tendras que ir por las calles.

– ?Quien fotografia?

– Henriksson va para alla y los freelance ya han llegado.

Jansson colgo sin esperar respuesta. Annika escucho durante algunos segundos el murmullo muerto de la linea antes de dejar que el aparato cayera al suelo.

– ?Que pasa ahora?

Suspiro silenciosamente antes de responder.

– Algun tipo de explosion en el estadio olimpico. Tengo que ir alli. Seguramente me tomara todo el dia -dudo antes de anadir-: Y parte de la noche.

El susurro algo inaudible.

Annika se aparto cuidadosamente del pringoso pijama humedo de Ellen. Aspiro el aroma de la nina, dulce en la piel, agrio en la boca donde siempre tenia el dedo gordo, beso su suave cabeza. La nina se movio voluptuosamente, se estiro y se arrebujo, tres anos y completamente consciente de si misma, hasta durmiendo. Con pesadez, movio el brazo y marco el numero directo de la centralita de taxis, abandono el calor anestesiante de la cama y se sento en el suelo.

– Necesito un taxi para Hantverkargatan treinta y dos, por favor. Bengtzon. Es urgente. Al estadio olimpico. Si, se que esta ardiendo.

Se moria de ganas de orinar.

Afuera hacia un frio glacial, por lo menos diez grados bajo cero. Levanto el cuello del abrigo y se cubrio las orejas con el gorro; el fuerte aliento de pasta de dientes la rodeo en un halito. El taxi aparecio en el mismo momento en que la puerta se cerro tras ella.

– Hammarbyhamnen, estadio olimpico -dijo Annika cuando aterrizo con su gran bolso en el asiento trasero.

El taxista le lanzo una mirada a traves del espejo retrovisor.

– Bengtzon, Kvallspressen, ?verdad? -dijo y sonrio inseguro-. Suelo leer sus articulos. Me gustaron sus opiniones sobre Corea, he traido a mis hijos de alli. Tambien estuve en Panmunjom, ?estaba magnificamente descrito! Como estan enfrentados los soldados, sin poder hablar nunca unos con otros. Era una buena cronica.

Como de costumbre escucho el elogio pero no lo admitio, no podia admitirlo. Si lo hiciera podria desaparecer la magia, eso que hace que el texto fluya.

– Gracias, me alegro de que le gustara, ?cree que se puede ir por el tunel Sur? ?O es mejor atravesar las calles?

Tenia, como la mayoria de sus colegas, control de la situacion. Si ocurria algo en el pais a las cuatro de la manana tenia que hacer dos llamadas: policia y taxi. Asi tenia garantizado un articulo para la primera edicion, la policia podia confirmar lo que habia ocurrido y los taxistas casi siempre eran capaces de ofrecer un relato como si hubieran sido testigos.

– Yo estaba en Gotgatan cuando exploto -dijo e hizo un giro en U sobre la linea continua-. ?Diablos! Las farolas se bambolearon. ?La leche, ahora han lanzado la bomba! Los rusos estan aqui. Llame por la radio, pense joder… Dijeron que el estadio Victoria se habia ido a tomar por culo. Uno de los nuestros estaba justo al lado cuando exploto, tenia una carrera al club ilegal que hay en las casas nuevas ?sabe?…

El coche iba veloz hacia el Ayuntamiento al mismo tiempo que Annika pescaba un bloc y un lapiz del bolso.

– ?Que le paso?

– Nada grave, creo. Recibio un trozo de metal que entro por la ventanilla lateral, no le dio por unos centimetros. Un corte en la cara, dijo la radio.

Pasaron el metro de Gamla Stan y se acercaron a Slussen.

– ?Donde lo llevaron?

– ?A quien?

– A su companero, el del trozo de metal.

– Ah, el; se llama Brattstrom. Al hospital Sur creo, es el que esta mas cerca.

– ?Nombre?

– No lo se, puedo preguntarlo en la radio… Se llamaba Arne.

Annika cogio el telefono movil, se puso el audifono en la oreja y pulso la tecla 1, programada para Jansson, sentado en la mesa del jefe de redaccion. Antes de que el hombre respondiese sabia que era Annika quien llamaba, reconocio su numero de movil en la pantalla del telefono.

– Un taxista esta herido, Arne Brattstrom, y ha sido conducido al hospital Sur -dijo-. Quiza pudieramos ir a visitarlo, tenemos tiempo antes de la primera edicion…

– Okey -respondio Jansson-. Vamos a investigarlo en el ordenador.

Bajo el auricular y grito al reportero de noche:

– Mirame a un tal Arne Brattstrom, controla con la policia si sus parientes han sido informados, luego llama a su mujer, si la tiene.

De vuelta al auricular dijo:

– Hemos conseguido una fotografia aerea. ?Cuando llegaras?

– Dentro de siete u ocho minutos, depende de como este acordonado. ?Que estais haciendo ahora?

– Estamos con los hechos, los comentarios de la policia, los reporteros de noche estan llamando a la gente que vive enfrente y anotan los relatos, uno de los reporteros esta ahi pero se va pronto a casa. Y recapitulamos sobre las otras bombas contra las olimpiadas, el tipo que lanzo los petardos en el estadio de Estocolmo y en el Nya Ullevi cuando Estocolmo presento su candidatura…

Alguien le interrumpio, Annika sintio la excitacion de la redaccion incluso estando en el taxi. Se apresuro a decir:

– Llamare cuando sepa algo mas -y colgo.

– La zona de entrenamiento esta acordonada -anuncio el taxista-. Creo que sera mejor tomar la parte trasera.

El taxi torcio, bajo por Folkungagatan y volo hacia Varmdoleden. Annika marco el siguiente numero del movil. Mientras la senal llegaba vio como los ultimos borrachos de la noche regresaban a casa gritando y tambaleandose. Eran bastantes, mas de lo que habia creido. Ahora era siempre asi, las veces que salia por la ciudad a estas horas siempre habia ocurrido un crimen en alguna parte. Habia olvidado que la ciudad servia para algo mas que el crimen y el trabajo, habia olvidado que habia otra vida que solo se vivia de noche.

Una voz cansada respondio al otro lado de la linea Comviq

– Se que todavia no puedes decirme nada -comenzo Annika-. Dime cuando tienes tiempo para hablar. Te llamo cuando puedas. Di una hora.

El hombre al otro lado del movil suspiro.

– Oye Bengtzon… ?mierda! No se… llama mas tarde.

Annika miro su reloj de pulsera.

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