La policia acordono la zona hasta el area de entrenamiento, a cien metros del estadio. Annika y Henriksson estaban radiantes de alegria junto al edificio que ocuparian los restaurantes y los cines. Un centro de prensa provisional comenzo a formarse donde la acera era mas ancha, delante de la oficina de Correos. Llegaban nuevos periodistas sin cesar, muchos se paseaban, sonreian y saludaban a los colegas. A Annika le resultaban embarazosas las habituales palmadas en la espalda. Se retiro y se llevo al fotografo.

– ?Tienes que volver al periodico? -pregunto-. Hay que prepararse para la primera edicion.

– No, ya he mandado mis carretes con los freelance. No tengo prisa.

– Bien. Presiento que van a ocurrir cosas.

La unidad movil de uno de los canales de television circulaba a su lado. Ellos se fueron en direccion contraria, pasaron el banco y la farmacia y bajaron hacia el canal. Annika se detuvo y miro hacia el estadio. Los coches de policia y de bomberos seguian en la explanada. ?Que estaban haciendo? Venteaba gelidamente desde el agua; mas a lo lejos, en el lago Hammarby, relucia un surco abierto como una herida negra sobre el hielo. Dio la espalda al viento y se calento la nariz con los guantes. A traves de los dedos vio llegar de repente dos coches blancos por el puente peatonal de Sodermalm. ?Diablos, era una ambulancia! ?Y un coche medico! Miro el reloj, casi las cuatro y media. Faltaban tres horas para llamar a su contacto. Se coloco el audifono e intento hablar con el inspector de guardia. Comunicaba. Llamo a Jansson, tecla 1.

– ?Que quieres? -pregunto Jansson.

– Hay una ambulancia dirigiendose hacia el estadio -dijo Annika.

– Tengo una exclusiva dentro de siete minutos.

Ella oyo como sonaba el teclado.

– ?Que dice TT? ?Tienen datos sobre algun herido?

– Tienen informacion del taxista herido, pero todavia no han hablado con el. Hablan de los destrozos, comentarios del inspector de guardia, todavia no dicen nada, bueno, muchas tonterias. Nada especial.

– El taxista salio hace una hora, esto es otra cosa. ?No dicen nada en la radio de la policia?

– Nada interesante.

– ?Algun rumor?

– No.

– ?Eko?

– Todavia no. Rapport emite un especial a la seis.

– Si, he visto el coche.

– Mantente alerta, te llamare cuando tengamos la primera edicion en maquinas.

Jansson colgo. Annika tambien, pero mantuvo el auricular en el oido.

– ?Por que tienes uno de esos? -dijo Henriksson, y senalo el cable que colgaba a lo largo de su pomulo.

– El cerebro se achicharra con las radiaciones del movil, ?no lo sabias? -sonrio-. Esto me parece practico. Puedo correr, escribir y hablar por telefono al mismo tiempo. Ademas es silencioso, y no se oye cuando telefoneo.

Sus ojos se humedecieron por el frio; tuvo que entornarlos para ver lo que sucedia en el estadio.

– ?Tienes algun «superteleobjetivo»?

– No sirve con esta oscuridad -contesto Henriksson.

– Coge el teleobjetivo mayor que tengas e intenta captar lo que pasa alli lejos -dijo y senalo con el guante.

Henriksson suspiro ligeramente, dejo la bolsa de la camara en el suelo y miro a traves del teleobjetivo.

– Necesitaria un tripode -murmuro.

Los coches se habian dirigido hasta una pendiente de hierba y aparcaron junto a la escalera de una de las entradas. Tres hombres salieron del coche del medico, se detuvieron y hablaron detras delos vehiculos. Un policia uniformado se aproximo; se saludaron. Nadie se movio junto a la ambulancia.

– Por lo menos no tienen prisa -dijo Henriksson.

Aun se acercaron dos policias mas, uno de uniforme, el otro de paisano. Los hombres hablaron y gesticularon; uno de ellos senalo hacia el agujero de la bomba.

Sono el telefono movil de Annika. Apreto la tecla de respuesta.

– ?Si?

– ?Que hace la ambulancia?

– Nada. Esperar.

– ?Que hacemos para la proxima edicion?

– ?Ha hablado alguien con el taxista del hospital Sur?

– Todavia no, pero tenemos gente ahi. Es soltero, sin pareja.

– ?Hemos encontrado a Christina Furhage, la jefa de organizacion de los Juegos Olimpicos?

– No conseguimos localizarla.

– Menudo disgusto para ella, con todo lo que ha trabajado… Tenemos que hacer un estudio de los Juegos, ?que pasa con ellos? ?Hay tiempo para arreglar la graderia? ?Que dice Samaranch? En fin, todo eso.

– Ya lo hemos pensado. Hay gente en ello.

– Entonces yo escribire el articulo de la explosion. Esto debe ser un sabotaje. Tres articulos: La busqueda del dinamitero por la policia, el lugar del crimen por la manana y… -callo.

– ?Bengtzon?

– Estan abriendo la puerta trasera de la ambulancia. Sacan una camilla, la llevan hacia la entrada. ?Joder, Jansson, hay otra victima!

– Okey. La investigacion policial, Yo estuve ahi y La Victima. Tienes la sexta, la septima, la octava y las centrales.

La linea se corto.

Se quedo al acecho mientras los hombres entraban en el estadio. La camara de Henriksson chasqueaba. Ningun otro periodista habia reparado en los nuevos coches, ya que la zona de entrenamiento estaba en medio.

– ?Diablos, que frio hace! -dijo Henriksson cuando los hombres desaparecieron dentro del estadio.

– Sentemonos en el coche y llamemos por telefono -sugirio Annika.

Regresaron hacia la concentracion de periodistas. La gente estaba de pie y congelada, el personal de television desenrollaba sus cables, algunos reporteros soplaban sus boligrafos. «?Que no sepan coger lapices cuando estamos bajo cero!», penso Annika y sonrio. Los de la radio parecian insectos con sus equipos de transmision colgados a la espalda. Todos esperaban. Uno de los freelance que trabajaba para el Kvallspresen habia regresado despues de pasar por el periodico.

– Habra una especie de rueda de prensa a las seis -anuncio.

– Justo en la transmision del especial de Rapport, ?que apropiado! -refunfuno Annika.

Henriksson habia aparcado el coche en la parte trasera de las pistas de tenis y el centro medico.

Tenia que andar un poco. Annika sintio que empezaba a perder sensibilidad en los pies. Empezaron a caer pequenos copos de nieve, una pena ahora que tenian que tomar fotos nocturnas con teleobjetivo. Tuvieron que limpiar las ventanillas del Saab de Henriksson.

– Aqui estamos bien -dijo Annika y miro hacia el estadio-. Se puede ver la ambulancia y el coche medico. Desde aqui lo controlamos todo.

Se sentaron en el coche y encendieron el motor. Annika cogio el telefono. Intento llamar de nuevo al inspector de guardia. Comunicaba. Llamo al 112 y pregunto quien habia dado la primera alarma, cuantas alarmas habian recibido, si hubo gente herida en sus casas por los cristales y si tenian alguna idea de cuan grandes eran los danos materiales. Como de costumbre, el personal del 112 pudo responder a casi todo.

Despues llamo al numero que habia apuntado, la pegatina de la entrada, la compania de seguridad que tenia que vigilar el estadio Victoria. Dio con una central de alarmas de Stadshagen en Kungsholmen. Pregunto si la compania habia recibido alguna alarma desde el estadio olimpico durante la madrugada.

– Las alarmas que recibimos son confidenciales -contesto un hombre.

– Si, lo entiendo -dijo Annika-. Pero no pregunto por las alarmas que reciben, sino por una que quiza no hayan recibido.

– Mire -respondio el hombre-, no contestamos a ninguna pregunta sobre las alarmas que recibimos.

– Si, lo entiendo -contesto Annika pacientemente-. La pregunta es si no han recibido ninguna alarma del

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