Beata interrumpio su trabajo.

– ?Por que no?

– ?Como les llegara el texto? Aqui no hay ningun modem.

– Mandare el ordenador al periodico.

– El redactor jefe no sabe que soy yo quien lo ha escrito. No aparece en ninguna parte. Esta escrito en primera persona. Tal y como esta ahora parece una carta al director. El periodico no las publica integras cuando son muy largas.

Beata no se dio por vencida.

– Esto lo publicaran.

– ?Por que? El redactor jefe no te conoce. Quiza no comprenda la importancia de que este texto salga a la luz. ?Y quien se lo explicara si yo… no estoy?

«Ahi tienes algo en que pensar», penso Annika cuando la mujer se sento de nuevo en la silla.

– Tienes razon. Tienes que escribir un prologo al articulo explicando exactamente como hay que publicarlo.

Annika resoplo en su interior. Quiza no estuviera bien hacerle el juego a esa mujer. ?Y si asi solo empeoraba las cosas? Aparto esos pensamientos. Christina habia luchado, y le habian roto la cara y las articulaciones. Si tenia que morir era mucho mejor hacerlo escribiendo en el ordenador que torturada.

Se sento, le dolia todo el cuerpo. El suelo se bamboleaba y noto que tenia problemas con la apreciacion de las distancias.

– Okey -dijo-. Trae el ordenador y acabemoslo.

Beata empujo la mesa.

– Escribe que eres tu quien ha escrito el articulo y que tienen que publicarlo integro.

Annika escribio. Comprendio que tenia que ganar mas tiempo. Si lo habia hecho bien, la policia debia estar cerca. No sabia con que exactitud podrian localizar el movil, pero el hombre perdido en el hielo hace dos anos habia sido localizado inmediatamente. Ya le habian dado por perdido. La desolacion se habia apoderado de la familia cuando, de repente, este llamo a su hijo con el movil. El viejo estaba completamente agotado y muy desconcertado. No tenia ni idea de donde se encontraba. No podia describir ningun accidente del terreno, todo era absolutamente blanco, dijo.

Sin embargo rescataron al hombre en menos de una hora. Con la ayuda de los tecnicos de la operadora, la policia habia conseguido situarlo dentro de un radio de seiscientos metros, y se encontraba dentro de ese circulo. Los tecnicos lo pudieron ubicar con la ayuda de la senal del movil.

– Oye. ?Como conseguiste entrar en el estadio?

– No fue nada dificil -confeso Beata con aires de superioridad-. Tenia la tarjeta y el codigo.

– ?Por que la tenias? Hacia anos que no trabajabas en el estadio.

Beata se levanto.

– Ya te lo he contado -dijo colerica-. Trabajo en un grupo que va a cada decrepito pabellon deportivo que tenga algo que ver con los Juegos Olimpicos. Tenemos acceso a la central donde se guardan todas las tarjetas y los codigos. Teniamos que firmar al cogerlas y devolverlas despues, por supuesto, pero yo robe varias. Queria poder volver a los edificios que me hablaban con carino. El estadio olimpico y yo siempre nos hemos llevado bien, siempre he tenido tarjeta de acceso.

– ?Y el codigo?

Beata resoplo.

– No se me da mal con el ordenador -aclaro-. Los codigos de alarma del estadio se cambian cada mes, y los cambios se introducen en un archivo especial con contrasena de entrada. Lo gracioso es que nunca lo hacen.

Esbozo una media sonrisa. Annika comenzo a escribir de nuevo. Tenia que encontrar mas preguntas.

– ?Que escribes?

Annika alzo la vista.

– Explico lo importante que es que publiquen esto igual de grande que la muerte de Christina Furhage - respondio alegre.

– ?Mientes! -grito Beata y Annika se sobresalto.

– ?Que quieres decir?

– Es imposible dedicar tantas paginas como cuando Christina murio. ?Sabes que fuiste tu quien me empezo a llamar Dinamitero? ?Puedes imaginar lo mucho que odio ese apodo? ?Eh? Tu eres la peor, lo que tu escribias estaba siempre en primera pagina. Te odio.

Los ojos de Beata ardian y Annika comprendio que no tenia respuesta.

– Tu entraste en la habitacion donde me embargo la pena -dijo Beata y se acerco lentamente a Annika- Me viste toda miserable y sin embargo no me ayudaste. Escuchaste a los otros, pero a mi no. Asi ha sido siempre toda mi vida. Nadie me ha escuchado cuando gritaba. Nadie, solo mis casas. Pero ahora se acabo. Os voy a pillar a todos.

La mujer se estiro hacia la cuerda que colgaba del cuello de Annika.

– ?No! -grito Annika.

El grito hizo que Beata perdiera el control. Agarro la cuerda y tiro tan fuerte como pudo, pero Annika estaba preparada. Le habia dado tiempo a meter las dos manos entre la cuerda y el cuello. El Dinamitero volvio a tirar y Annika se cayo de la silla. Consiguio torcer el cuerpo de manera que aterrizo de lado y no sobre la carga explosiva.

– Ahora vas a morir, ?hija de puta! -exclamo Beata, y en ese mismo momento Annika percibio que el eco habia cambiado. Un segundo despues sintio llegar una rafaga de viento por el suelo.

– ?Socorro! -grito tan alto como pudo.

– ?Deja de gritar! -bramo Beata y volvio a tirar.

El tiron arrastro a Annika por el suelo y le arano la cara contra el linoleo.

– ?Estoy aqui, a la vuelta de la esquina! -voceo Annika, y en ese momento Beata debio verlos.

Solto la cuerda, se dio la vuelta y busco con la mirada la pared de enfrente. Annika comprendio lo que buscaba. A camara lenta vio como Beata se dirigia hacia la pila y los cables. El disparo sono una decima de segundo despues y produjo un crater en la parte superior de la espalda de Beata, la alcanzo con un fuerte impacto que la arrojo hacia adelante. Sono otro disparo y Annika volvio instintivamente la espalda contra la pared, lejos de los disparos.

– No -grito-. ?No dispareis, por Dios! ?Podeis darle a la bomba!

El ultimo eco se desvanecio, vio humo y polvo en el aire. Beata yacia inmovil un par de metros mas alla. El silencio era total, lo unico que Annika discernia era un zumbido en los oidos debido a los disparos. De pronto sintio que habia alguien a su lado, miro hacia arriba y vio a un palido policia de paisano que se inclinaba sobre ella con una pistola desenfundada.

– ?Tu! -exclamo ella sorprendida.

El hombre la miro excitado y le aflojo la cuerda alrededor del cuello.

– Si, soy yo -dijo el-. ?Como estas?

Era su fuente secreta, su confidente. Ella esbozo una sonrisa y sintio como le quitaba la cuerda del cuello.

Se sorprendio cuando comenzo a llorar desconsoladamente. El policia saco su radio y grito su codigo.

– Necesito dos ambulancias -dijo y miro a uno y otro lado del tunel.

– Estoy bien -susurro Annika.

– Es urgente, tenemos una herida de bala -voceo en la radio.

– Tengo una bomba en la espalda.

El hombre solto la radio.

– ?Que has dicho?

– Tengo una bomba aqui detras. ?Puedes verla?

Ella se dio la vuelta y el policia vio el paquete de cartuchos de dinamita en la espalda.

– ?Oh, Dios mio! No te muevas -ordeno.

– No es peligroso -dijo Annika y se seco el rostro con el dorso de la mano-. Lo he tenido toda la noche y no ha explotado.

– ?Evacuad el tunel! -exclamo hacia la puerta-. ?Que las ambulancias esperen! Tenemos una bomba.

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