miraba para arriba, y bastante esfuerzo le costaba que asi fuese. Bernard la tenia agarrada por el nacimiento de la trenza, con la que tiraba hacia el suelo, mientras que con la rodilla la tenia inmovilizada pecho a tierra. Daba la impresion de que el cuello se le iba a romper de un momento a otro.

La chica profirio un gemido agonico.

Yo habia iniciado una operacion de salvamento que no estaba preparado para terminar. Con el baston fuera de mi alcance, tirado al otro extremo del granero, lo maximo que podia hacer era trasladarme a rastras hasta donde ellos estaban para conseguir que Bernard me hiciera pedazos o hiciera de mi lo que le viniera en gana.

Tenia que haber una manera mejor de hacer las cosas.

La noche anterior, Harry me habia quitado el Colt 45. Si todavia lo tenia encima…

Palpe el cadaver con la mano y le tente la chaqueta.

Nada.

Pase despues al otro bolsillo. Estaba fuera de mi alcance.

Alice profirio otro grito de dolor.

Agarre el cadaver con ambas manos y lo atraje hacia mi, lejos de las balas de paja. Cayo pesadamente sobre mi. Inmediatamente despues me estaba debatiendo contra un muerto.

Gracias a Dios, tengo brazos fuertes. Lo levante y lo empuje a un lado y aproveche el mismo movimiento para incorporarme.

Alice lanzo un grito todavia mas penetrante.

Busque en el bolsillo derecho de Harry y esta vez encontre el arma. La saque, apunte a Bernard y aprete el gatillo.

La bala se alojo en la espalda. Cayo hacia adelante, cara al suelo, y se desplomo sobre una bala de paja. No sabia si estaba muerto, pero no queria disparar un segundo tiro.

Alice se quedo inmovil un segundo, despues se dio la vuelta en el suelo y me miro, los ojos desorbitados por el horror.

– ?Estas ardiendo!

No lo estaba… bueno, no mucho. Harry si estaba ardiendo. Su ropa empapada de gasolina ardia como una tea. No se si habia sido el mechero o la escopeta lo que habia prendido la gasolina. Me aparte bruscamente del cadaver y tire de la chaqueta, que habia quedado atrapada en el y que ya empezaba a humear.

La rapidez con que arde la gasolina es impresionante. Al mirar hacia la puerta, vi enormes llamaradas blancas y amarillas que impedian la salida. Era imposible salir.

Alice estaba de pie a mi lado, tratando de arrastrarme al otro lado del granero, donde el fuego todavia no habia llegado. Gracias a su ayuda, consegui arrastrarme y deslizarme a traves del granero, pero alli tampoco se estaba tranquilo. No habia gasolina, ciertamente, pero el humo negrisimo formaba unos remolinos que iban a parar directamente a nuestra cara. Se dice que, antes de que uno se queme, suele morir ahogado.

– La escalera… -grite, arrastrandome muy penosamente.

De conseguir encaramarnos al desvan, este seria para nosotros una pantalla que impediria que nos alcanzasen las llamas y el calor. Yo no pensaba en la supervivencia, sino unicamente en la inmediata necesidad de poner algo entre nosotros y el fuego.

Juntos, levantamos la escalera y la apoyamos en el suelo del desvan. El calor era intensisimo. Se oia una especie de rugido semejante al de las cataratas del Niagara, mientras las cosas, a nuestro alrededor, crujian y estallaban.

Alice fue la primera en trepar.

Quiza le parezca una ridiculez, pero antes de seguirla busque mi baston. Revolvi entre la paja hasta que di con el y consegui arrojarlo arriba. Despues me agarre a la escalera y me encarame por ella, una mano tras otra, con una tecnica que habia ido mejorando con la practica.

Arriba, el principal problema era el humo. Alice habia desplegado el cuello de su jersey para cubrirse la boca con el.

Quiero ahora atribuirme el merito que me corresponde por la buena idea que tuve. Le hice un gesto para que me ayudara a subir la escalera al desvan.

Tiramos de ella entre los dos. Por la parte de abajo estaba ennegrecida y humeante. Le indique a Alice que podiamos servirnos de ella como ariete para golpear el tejado desde abajo.

Era un gran riesgo. Existia la posibilidad de que las llamas subieran y se colaran por la abertura que consiguieramos hacer. Yo tenia puestas mis esperanzas en el suelo del desvan, y consideraba que serviria de pantalla el tiempo suficiente para que consiguieramos escapar. A la velocidad que avanzaba el incendio, el suelo no podia resistir muchos minutos mas. Era dudoso si se derrumbaria antes de que las llamas dieran cuenta de las balas de paja almacenadas arriba.

Me subi sobre una de las balas y, mientras Alice dirigia la parte delantera de la escalera, nos hicimos atras y golpeamos con fuerza las tejas por la parte mas baja del desvan. No conseguimos otra cosa que un soberano golpe en los brazos. No sin un cierto cinismo, pense en aquella perogrullada que asegura que las viejas construcciones como aquella estaban hechas para perdurar. ?Benditas construcciones aquellas de pacotilla que se hacian en el siglo diecinueve o benditas las tejas colocadas por el aprendiz en su primer dia de trabajo!

Pegamos otro golpetazo. Con un estimulante crujido, se desprendieron dos tejas y el extremo de la escalera asomo por el agujero. Volvimos a retirarla y seguimos a la carga a ritmo frenetico. Cayo otra teja y, a continuacion -?Dios fuera loado!-, otras cuatro. Ya teniamos un agujero mas que regular. Soltamos la escalera y sacamos la cabeza al exterior, avidos de aire. Con mi baston, desprendi unas cuantas tejas mas y acto seguido hice una senal a Alice para que saliera por la abertura.

No se anduvo con chiquitas. Quise introducir la escalera a traves del agujero, pensando que podria ayudarnos a bajar desde el tejado, pero Alice me grito:

– Dejalo, Theo. Es demasiado corta.

Sentia bajo mis pies el calor que iba creciendo en el suelo del desvan. Dije a Alice que se hiciera a un lado. Cogi una bala de paja y, metiendola por el boquete, la arroje junto al borde exterior del granero: serviria para amortiguar nuestro aterrizaje cuando saltaramos. Arrastre otra hasta el sitio donde yo estaba y la arroje junto a la primera.

Alice se echo a gritar:

– ?Theo, por el amor de Dios!

Sali al exterior y trepe por el tejado.

Seria una caida que no debia de superar los cuatro metros y medio; por otra parte, el humo que nos empujaba hacia afuera constituia un incentivo suficiente para inducirnos a saltar. Tras mirar las balas de paja que habia arrojado al exterior, pronuncie una frase que era familiar para los dos:

-«All right, then?» [6]

Alice tenia el rostro tiznado y las gafas salpicadas de carbonilla. Con una sonrisa, saco la mano y, tras darle la mia, saltamos los dos.

23

– ?Ojala la exposicion sea correcta! -dijo Digby, creo que por tercera vez-. Si me hubiera avisado habria traido a un fotografo.

– ?Deje de quejarse, por favor! -le replico Alice en un arrebato de colera, quiza para liberarse de la tension que sentia-. ?No tiene su exclusiva?

Digby, encogiendose de hombros, intento adoptar una actitud que daba a entender que la cosa no iba con el. Parecia un buitre apostado a la espera.

– ?Que es una fotografia? -pregunto Alice.

Con voz llena de recelo Digby dijo:

– ?Como? ?Los dos saltando del tejado en llamas? Voy a decirle que es: Huida del granero de la muerte. ?Eso es! La foto de mi vida. Manana aparecera en la primera pagina del periodico y millones

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