profundamente.

– En cuanto Lauren obtenga el titulo, presentare mi dimision. Nos iremos a Nueva York, ahi tengo a un viejo amigo que quiere encargarse de mi. Probaremos suerte.

– ?Es eso cierto? -pregunto Norma, con lagrimas en los ojos.

– ?Te he hecho cabrear como nadie, pero nunca te he mentido!

– ?Por que no ahora mismo? Vayamonos manana.

– Te he dicho que cuando Lauren obtenga la titulacion. ?Quiero dimitir de mis funciones, pero al menos no voy a dejarlo todo patas arriba! Y ahora, ?me preparas esa tostada con mantequilla?

Paul dejo a Onega en su casa. Aparco en doble fila, bajo y rodeo el coche a toda prisa. Se pego a la puerta, impidiendo a su pasajera que la abriese. Onega lo miro sin comprender a que estaba jugando. El golpeo el vidrio y le hizo una senal para que bajase la ventanilla.

– Te dejo el coche, voy a coger un taxi para ir al hospital. En el llavero esta la llave de mi casa. Quedatela, es tuya, yo tengo otra en el bolsillo.

Onega lo miro, intrigada.

– Bueno, admito que es una forma estupida de decirte que me encantaria que viviesemos juntos -anadio Paul-. En fin, si fuese por mi, incluso todas las noches me pareceria muy bien, pero ahora que ya tienes tu llave, eres tu quien decide, haz lo que quieras.

– Si, la verdad es que tienes razon: es una forma estupida -contesto ella con voz suave.

– Lo se, esta ultima semana he perdido algunas neuronas. Pero la cuestion es que me gustas mucho, incluso cuando haces el tonto.

– Es una buena noticia.

– Vete, o te perderas su despertar.

Paul se asomo al interior.

– Ten cuidado, es muy delicado, sobre todo el embrague.

Beso a Onega con frenesi, corrio al cruce y cogio un taxi.

Le dio la direccion del San Francisco Memorial Hospital.

Cuando le contase a Arthur lo que acababa de hacer, seguro que le prestaria su viejo Ford.

Lauren se desperto al compas de los martillazos que retumbaban en su cabeza. Las punzadas en el pie la obligaron a quitarse el vendaje para comprobar como estaba la herida.

– ?Mierda! -dijo, al comprobar que supuraba-. ?Solo me faltaba esto!

Se levanto y fue al cuarto de bano a la pata coja; abrio el botiquin, destapo una botella de antiseptico y rocio el talon. El dolor fue tan violento, que solto el frasco de alcohol y fue a parar al interior de la banera. Lauren sabia muy bien que asi no conseguiria nada. Habia que limpiar la herida en profundidad y tomar antibioticos. Una infeccion de tal naturaleza podia tener consecuencias terribles. Se vistio y llamo a la compania de taxis. No era aconsejable conducir en ese estado.

Diez minutos mas tarde llego al hospital. Un paciente que esperaba su turno desde hacia dos horas le sugirio con vehemencia que se pusiera a la cola como todo el mundo.

Ella le mostro su credencial y franqueo la puerta acristalada que daba a las cabinas de exploracion.

– ?Que estas haciendo aqui? -le pregunto Betty-. Si Fernstein te ve…

– Curame el pie, me duele horrores.

– Para que tu te quejes, tiene que ser algo serio. Sientate en esa silla de ruedas.

– Tampoco exageremos, ?que cabina esta libre?

– La tres. Y date prisa, llevo aqui veintiseis horas, ni siquiera se como me aguanto de pie.

– ?No has podido descansar un poco esta noche?

– He hecho una pausa de unos minutos al amanecer.

Betty la hizo sentar en la camilla y le deshizo el vendaje paira inspeccionar la herida.

– ?Como te las has apanado para que se infecte tan de prisa?

La enfermera preparo una jeringuilla de lidocaina. En cuanto la anestesia local hubo liberado a Lauren del dolor separo los bordes de la cicatriz y limpio meticulosamente los tejidos infectados. A continuacion, preparo un nuevo kit de sutura.

– ?Quieres coserte tu misma o me lo dejas a mi?

– Mejor tu, pero hazme un drenaje primero, no quiero correr ningun riesgo.

– Te va a quedar una buena cicatriz, lo siento.

– No viene de mas una mas.

Mientras la enfermera trabajaba, Lauren desgarro la sabana con los dedos. Cuando Betty le dio la espalda, aprovecho para hacerle una pregunta que le ardia en los labios.

– ?Como esta el?

– Se ha despertado en plena forma. Ese tipo ha estado, a punto de morir durante la noche y lo unico que le interesa saber es cuando podra salir de aqui. ?Te juro que en este servicio vemos de todo!

– No aprietes demasiado la venda.

– Estoy haciendo lo que puedo, ?y a ti te prohibo que subas a su planta!

– ?Y si me pierdo por los pasillos?

– ?Lauren, no hagas tonterias! Estas jugando con fuego Te faltan pocos meses para acabar el internado, no iras a ponerlo todo en peligro ahora.

– He pensado mucho en el esta noche, y de una forma bastante extrana, ademas.

– Muy bien, pues sigue pensando esta semana y lo ves el proximo domingo. En principio lo soltaremos el sabado. Contrariamente a tu fantasma de la Opera, este tiene una identidad, una direccion y un telefono. Si quieres volver a verlo, llamalo cuando salga.

– Es mi tipo -replico Lauren con voz timida.

Betty le levanto la barbilla y la miro, enternecida.

– Dime una cosa: ?no estaras sufriendo un pequeno derrame sentimental? Nunca te habia oido pronunciar palabras tan dulces.

Lauren aparto la mano de Betty.

– No se muy bien que me esta pasando, solo deseo verlo y comprobar por mi misma que esta bien. ?No deja de ser mi paciente!

– Tengo una ligera idea de lo que te pasa, ?quieres que te lo explique?

– Deja de burlarte de mi. ?No es tan sencillo!

Betty se echo a reir.

– No me estoy burlando, pero lo encuentro desconcertante; bueno, te dejo, voy a acostarme. No hagas estupideces.

Cogio una tablilla y la puso debajo del pie de Lauren.

– Con esto caminaras mejor. Coge antibioticos de la farmacia central. Hay un par de muletas en ese armario.

Betty desaparecio detras de la cortina y regreso enseguida.

– Y por si acaso ya no sabes orientarte en este hospital, la farmacia central esta en el sotano, no te confundas con el servicio de neurologia: ?son los mismos ascensores!

Lauren la oyo alejarse por el pasillo.

Paul estaba delante de la cama de Arthur. Abrio una bolsa llena de cruasanes y de pastelitos de chocolate.

– Ha estado muy feo lo de volver al quirofano en mi ausencia. ?Espero que hayan sabido manejarse sin mi! ?Como te encuentras esta manana?

– Muy bien, dejando a un lado que estoy harto. ?Y tu? No tienes muy buen aspecto.

– Me has hecho pasar una noche de perros.

Lauren cogio el bloc de recetas del mostrador y se prescribio un potente antibiotico. Firmo la hoja y se la entrego al empleado.

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