ventana.

– Buenos dias, Paul -dijo Carol-Ann.

– ?Dios mio! -grito este, dejando caer el cafe.

Se agacho para recoger el vaso de plastico.

– Las catastrofes nunca llegan solas -dijo, mientras se enderezaba.

– ?Debo tomarmelo como un cumplido? -pregunto Carol-Ann en un tono tirante.

– Si estuviera bien educado te diria que si, pero ya me conoces: ?soy de naturaleza grosera!

Carol-Ann se levanto de la silla, ofendida, y miro fijamente a Arthur.

– ?Y tu no dices nada?

– Carol-Ann, realmente me pregunto si no me traeras mala suerte.

Ella recupero el ramo de flores y abandono la habitacion dando un portazo.

– Y ahora, ?que piensas hacer? -continuo Paul.

– ?Salir de aqui lo antes posible!

Paul dio una vuelta a la habitacion.

– ?Que te pasa?

– No me lo perdono.

– ?Que?

– Haber tardado tanto en comprender…

Y Paul empezo a recorrer la habitacion de Arthur de un lado a otro.

– Comprenderas, para mi disculpa, que nunca os habia visto juntos, en fin, quiero decir conscientes a los dos al mismo tiempo. No deja de ser algo bastante complicado para vosotros.

Pero al verles a los dos a traves del cristal, Paul lo habia comprendido: tal vez ni siquiera ellos mismos lo sabian, pero era evidente que Lauren y Arthur formaban una pareja unica.

– Asi que no se lo que debes hacer, pero no pases de largo, Arthur.

– ?Y que quieres que le diga? ?Que nos quisimos el uno al otro hasta el punto de planear juntos todos los proyectos del mundo, pero que ella ya no se acuerda?

– Dile mejor que para protegerla te marchaste a construir un museo al otro lado del oceano y que no podias dejar de pensar en ella; dile que al volver de ese viaje seguias tan loco por ella como antes.

Arthur tenia un nudo en la garganta y no podia responder a las palabras de su amigo. Entonces, la voz de Paul se elevo un poco mas en aquella habitacion de hospital.

– Has sonado de tal forma con esa mujer, que me has convencido de entrar en tu sueno. Un dia me dijiste: «Mientras uno hace calculos y analiza los pros y los contras, la vida pasa sin que pase nada». Asi que piensa deprisa. Fue gracias a ti que le di mis llaves a Onega. Sigue sin telefonearme y, sin embargo, no me he sentido tan ligero en toda mi vida. Ahora deja que te devuelva el favor, amigo. No renuncies a Lauren antes de haber tenido tiempo siquiera de amarla en la vida real.

– Estoy en un callejon sin salida, Paul. Jamas podria vivir a su lado en la mentira, pero tampoco puedo explicarle todo lo que ocurrio realmente… ?y la lista es larga! Curiosamente, a menudo nos enfadamos con la persona que nos cuenta una verdad dificil de escuchar, o imposible de creer.

Paul se acerco a la cama.

– Lo que te asusta es decirle la verdad respecto a su madre, amigo mio. Acuerdate de lo que nos decia Lili: es mejor luchar por hacer realidad un sueno que un proyecto.

Paul se levanto y avanzo hacia la puerta, apoyo una rodilla en el suelo y, con una picara sonrisa en los labios, declamo: – ?Si el amor vive de esperanza, tambien perece con ella! ?Buenas noches, Don Rodrigo!

Y salio de la habitacion de Arthur.

Paul estaba buscando las llaves del coche en el fondo del bolsillo y solo encontro su telefono movil. Un pequeno sobrecito parpadeaba en la pantalla. El mensaje de Onega decia: «?Hasta ahora, date prisa!» Paul miro el cielo y lanzo un grito de alegria.

– ?Por que esta tan contento? -pregunto Lauren, que estaba esperando un taxi.

– ?Porque he prestado mi coche! -contesto Paul.

– ?Que cereales se ha tomado esta manana para desayunar? -dijo ella, imitandole en la sonrisa.

Un vehiculo de la Yellow Cab Company se paro delante de ellos. Lauren abrio la puerta y le hizo una sena a Paul para que subiera.

– ?Le llevo!

Paul se instalo a su lado.

– ?Green Street! -le dijo al chofer.

– ?Vive en esa calle? -pregunto Lauren.

– ?Yo no, pero usted si!

Lauren lo miro, desconcertada. Paul tenia una expresion pensativa y susurraba con voz apenas audible: «?Me va a matar; si hago esto, me va a matar!»

– ?Si hace que? -replico Lauren.

– Abrochese primero el cinturon -le aconsejo Paul.

Ella lo miro fijamente, cada vez mas intrigada. Paul vacilo unos segundos, luego respiro hondo y se acerco a ella.

– Ante todo, una aclaracion: la loca furiosa de la habitacion de Arthur con ese ramo de flores inmundas era una de sus ex, una ex que data de la prehistoria, en resumen, un error.

– ?Que mas?

– No puedo. Realmente me va a asesinar si continuo.

– ?Hasta tal punto es peligroso su companero? -se inquieto el conductor del taxi.

– Pero ?que estoy diciendo? ?Si Arthur no pisa ni a una mosca! -replico Paul, con tono irritado.

– ?De veras que hace eso? -pregunto Lauren.

– ?Esta convencido de que su madre se reencarno en mosca!

– ?Ah! -dijo Lauren, mirando a lo lejos.

– Es absolutamente estupido que le haya dicho eso, le va a parecer de lo mas extrano, ?no es asi? -prosiguio Paul con voz incomoda.

– Ahora que lo dice -interrumpio el chofer del taxi-, la semana pasada lleve a mis hijos al zoo y el nino me dijo que uno de los hipopotamos era clavadito a su abuela. ?Tal vez vuelva para verlo bien!

Paul lo fustigo con una mirada a traves del retrovisor.

– En fin, que mas da, yo me lanzo -dijo, cogiendole la mano a Lauren-. En la ambulancia que nos llevaba al San Pedro, usted me pregunto si alguien cercano a mi habia estado en coma, ?lo recuerda?

– Si, perfectamente.

– ?Pues bien, en este preciso instante, esa persona esta sentada a mi lado! Ya es hora de que le explique dos o tres cosillas.

El coche abandono el San Francisco Memorial Hospital y subio hacia Pacific Heights. En ocasiones, el destino necesita que le den un empujoncito; aquel dia, era una cuestion de amistad tenderle la mano.

Paul le conto como, una noche de verano, se habia disfrazado de enfermero y Arthur de medico para llevarse a bordo de una vieja ambulancia el cuerpo de una joven que estaba en coma, y a la que querian desenchufar de los aparatos que la mantenian con vida.

Las calles de la ciudad desfilaban al otro lado del cristal.

De vez en cuando, el chofer lanzaba una mirada perpleja a traves del retrovisor. Lauren escucho el relato, sin interrumpir en ningun momento. En realidad, Paul no habia traicionado el secreto de su amigo. Si bien Lauren conocia desde ahora la identidad del hombre que la estaba velando cuando desperto, lo continuaba ignorando todo respecto a lo que habia vivido con el mientras ella estaba en coma.

– ?Detengase! -suplico Lauren con voz temblorosa.

– ?Ahora? -pregunto el chofer.

– No me encuentro bien.

El vehiculo dio un volantazo antes de aparcar en el arcen con un estridente chirrido de neumaticos. Lauren abrio la puerta y fue cojeando hacia una parcela de cesped que bordeaba la acera.

Se inclino para resistir mejor las nauseas que la acuciaban. Sentia un escozor en el rostro, una sensacion de

Вы читаете Volver A Verte
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×