Dedique el resto de la tarde a trabajar en el craneo recompuesto. Aunque fragmentarios, aparecian suficientes detalles para confirmar la identidad de su propietario. El hombre ya no conduciria mas camiones cisterna de propano.

Cuando regresaba a mi casa volvi a experimentar la sensacion premonitoria del barranco. Durante todo el dia me habia refugiado en el trabajo para mantenerla a raya. Para desterrar el temor habia centrado por completo mi mente en identificar a la victima y en recomponer al finado camionero. Mientras comia, me distraje con las palomas del parque: establecer el orden jerarquico podia ser agotador. Las grises eran de primera categoria; parecian seguirlas las de manchas castanas, y las de patas negras estaban, sin duda alguna, al final del escalafon.

Ahora me hallaba en libertad de relajarme, de pensar, de preocuparme. Aquello comenzo en cuanto meti el coche en el garaje y cerre la radio. Una vez apagada la musica surgio la inquietud. Me prohibi a mi misma pensar en ello: lo haria mas tarde, despues de cenar.

Al entrar en el apartamento percibi el tranquilidor zumbido del sistema de seguridad. Deje la cartera en el recibidor, cerre la puerta y me fui al restaurante libanes de la esquina donde encargue un shish taouk y un plato de shawarna para acompanar. Es lo que mas me gusta de vivir en el centro: a una manzana de mi residencia estan representadas todas las cocinas del mundo. ?Repercutira ello en el peso…? ?De ningun modo!

Mientras aguardaba a que me preparasen la comida para llevarmela inspeccione los surtidos del bufe: homos, taboule, feuilles de vignes… ?Bendito fuera aquel despliegue mundial! Lo libanes iba bien con lo frances.

En una estanteria a la izquierda de la caja se exhibian botellas de vino tinto. Una peligrosa eleccion. Mientras las miraba por enesima vez, senti el antojo. Recordaba el sabor, el olor, la seca y fuerte consistencia del vino en mi lengua. Recordaba el calor que irradiaba desde mi interior y se extendia arriba y abajo abriendo un sendero por mi cuerpo que provocaba el fuego del bienestar en su curso, las hogueras del control, del vigor, de la euforia. Pense que podia utilizarlo en aquel mismo momento. Ciertamente. ?Pero a quien queria enganar? No me detendria alli. ?Cuales eran las etapas? Me volveria invulnerable y luego invisible. ?O era totalmente al contrario? No importaba. Me excederia y despues sobrevendria el colapso. El consuelo seria demasiado breve; el precio, caro. Hacia ya seis anos que no tomaba una copa.

Me lleve la comida a casa y me la comi con Birdie y los Montreal Expos. El gatito dormia; enroscado en mi regazo ronroneaba quedamente. Perdieron frente a los Cubs por dos carreras. En ningun momento mencionaron el crimen, algo por lo que me senti reconocida.

Tome un bano caliente y prolongado y a las diez y media me desplome en el lecho. A solas entre la oscuridad y el silencio ya no pude contener mis pensamientos, que como celulas enloquecidas crecieron y se intensificaron hasta instalarse finalmente en mi conciencia, insistiendo en ser reconocidos. Se trataba de otro homicidio, otra joven que habia llegado al deposito despedazada. La rememore con vividos detalles, recorde los sentimientos que habia experimentado mientras trabajaba en sus huesos. Se llamaba Chantale Trottier y tenia dieciseis anos. Habia sido estrangulada, golpeada, decapitada y descuartizada. Hacia menos de un ano que habia llegado desnuda y metida en bolsas de basura de plastico.

Me disponia a concluir la jornada, pero mi mente se negaba a desconectar. Yaci en el lecho mientras se formaban las montanas y las placas continentales se desplazaban. Por fin me quede dormida. Una frase martilleaba mi cerebro y me obsesionaria todo el fin de semana: crimenes en serie.

Capitulo 3

Gabby me llamaba por el altavoz. Yo llevaba una maleta enorme y no podia manejarla por el pasillo del avion. Los restantes pasajeros estaban molestos, pero nadie me ayudaba. Katy se asomaba a observarme desde la fila delantera de primera clase. Lucia el vestido de seda que habiamos escogido para su graduacion en el instituto, de color verde musgo. Aunque mas tarde me confeso que no le gustaba, que lamentaba tal eleccion y que hubiera preferido el estampado con flores. ?Por que lo llevaba entonces? ?Por que Gabby estaba en el aeropuerto cuando deberia encontrarse en la universidad? Sus palabras por el altavoz eran cada vez mas sonoras y estridentes.

Me incorpore en el lecho. Eran las siete y veinte de la manana del lunes. La luz iluminaba los bordes de la persiana sin apenas infiltrarse en la habitacion.

Seguia oyendo la voz de Gabby.

– … pero sabia que mas tarde no iba a encontrarte. Supongo que eres mas madrugadora de lo que pensaba. De todos modos, acerca de…

Descolgue el telefono.

– ?Hola! -salude.

Me esforce por parecer menos aturdida de lo que me sentia. La voz se interrumpio en mitad de una frase.

– ?Eres tu, Tempe?

Asenti.

– ?Te he despertado?

– Si.

Aun no estaba preparada para respuestas ingeniosas.

– Lo siento. ?Quieres que te llame mas tarde?

– ?No, no! ?Estoy levantada!

Me resisti a anadirle que me habia levantado para responder al telefono.

– Vuelve a la cama, pequena. Es temprano y la manana, calida. Escucha, se trata de esta noche. ?Que te parece si…?

Un chirrido estrepitoso interrumpio sus palabras.

– No cuelgues. Debo de haber dejado el contestador en marcha.

Deje el aparato y sali al salon. La luz roja destellaba. Descolgue el auricular portatil, regrese al dormitorio y colgue el telefono de la habitacion.

– Ya esta.

Por entonces estaba completamente despierta y ansiaba tomarme un cafe. Fui a la cocina.

– Te llamaba para ponernos de acuerdo acerca de esta noche.

Parecia enojada y no podia censurarla. Trataba de concluir una frase desde hacia cinco minutos.

– Lo siento, Gabby. He pasado todo el fin de semana leyendo la tesis de un alumno y anoche me acoste muy tarde. Dormia profundamente y ni siquiera oi el timbre del telefono.

Aquello sonaba extrano, incluso para mi.

– ?De que se trata?

– De esta noche. ?Podemos salir a las siete y media en lugar de las siete? El proyecto me ha puesto tan nerviosa como una jaula de grillos.

– Desde luego. No hay inconveniente. Tal vez tambien sea preferible para mi.

Apoye el aparato en el hombro, saque el bote de cafe del armario y eche tres cucharadas al molinillo.

– ?Quieres que te recoja? -me pregunto.

– Como gustes. Si lo prefieres, conducire yo. ?Adonde iremos?

Pense en moler cafe, pero decidi esperar. Ella ya parecia algo susceptible.

Silencio. La imaginaba jugando con el aro de la nariz mientras pensaba en ello. O quizas en esta ocasion se tratara de un tachon. Al principio me habia molestado y habia tenido dificultades para concentrarme en las conversaciones que sostenia con Gabby. Acababa centrandome en el aro y me preguntaba cuanto debia doler agujerearse la nariz. Pero, a la sazon, ya no reparaba en ello.

– Me gustaria pasar una noche agradable -dijo-.?Que te parece algun lugar en el que podamos cenar al aire libre? ?Por Prince Arthur o Saint Denis, por ejemplo?

– Estupendo -respondi-. Entonces no tienes por que venir a casa. Estare ahi sobre las siete y media. Piensa en algun lugar nuevo. Me agradaria probar algo exotico.

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