una vena le temblo en el cuello.

Rebecca habia sido una chica bella. Ahora tenia el largo pelo rubio enmaranado y endurecido por el lodo seco. Aquella cara alegre, reproducida en miles de octavillas distribuidas por la ciudad, habia desaparecido. Estaba hinchada, y su pobre cuerpo sembrado de hematomas tenia ese aspecto grotesco que da la muerte. Las lluvias de los ultimos dias habian limpiado parte de la suciedad de su cuerpo desnudo, ahora palido y azulado.

Le habian cortado el cuello, abierto en un tajo profundo con un cuchillo muy afilado, aunque apenas quedaban rastros de sangre, ya que la lluvia los habia deslavado y filtrado en el suelo, junto con todo lo que pudiera utilizarse como prueba. El cuerpo mostraba senales de abusos y torturas, se adivinaba en el reguero de heridas de todo tipo y de manchas violaceas. Tenia los pechos como aplastados por una especie de enorme tornillo. Aquellas marcas extranas habrian pasado desapercibidas para la mayoria de ojos expertos, pero tanto Nick como Quinn habian leido los informes del forense en los otros seis casos de mujeres asesinadas en ese bosque, y ya estaban familiarizados con el modus operandi del asesino.

Quinn retiro la lona para mirar las piernas y los pies de la victima, algo que Nick tambien habia hecho al llegar a la escena del crimen. La pierna izquierda estaba torcida y rota. Tenia los pies llenos de abrasiones y cortes profundos. De tanto correr descalza.

Era una chica delgada, y tan palida y vacia. En terminos clinicos, su piel demacrada decia a los forenses que Rebecca se habia desangrado hasta la muerte. Habia muerto rapidamente. Nadie podia sobrevivir mucho tiempo con la carotida abierta de un tajo. Era un triste consuelo despues de la semana de terror que habia vivido la chica.

Quinn tapo el cuerpo.

– ?Han llamado al forense?

– Llegara a mediodia -dijo Nick, asintiendo con la cabeza-. Estaba en medio de la autopsia de aquel escalador que encontramos en las montanas mas al norte hace unos dias.

– Y ?quien encontro el cuerpo?

– Tres chicos… los hermanos McClain y Ryan Parker. Los Parker tienen una hacienda, a unos cinco o seis kilometros de aqui. Los chicos salieron a caballo a disparar con sus rifles calibre veintidos, conejos, ya sabes. -Se encogio de hombros y anadio-: Es sabado.

– ?Donde estan ahora?

– Un ayudante del sheriff los ha llevado a casa. Les dijo que se quedaran donde los Parker y no se movieran hasta que yo llegara.

Quinn asintio, recorriendo con la mirada la escena que Nick habia delimitado con la cinta negra de la policia. Observo el claro, el viejo sendero, los arboles.

– Parece que llego a traves de esos arbustos, mas alla -dijo Nick, y senalo el lugar-. Le he echado un vistazo pero todavia no he bajado por el sendero.

– Si a eso se le puede llamar sendero -dijo Quinn, frunciendo el ceno ante la espesura de la vegetacion-. Echare una mirada rapida mientras llamas a tu equipo. ?Cuantos hombres tienes?

– En este momento, tengo a una docena de mis hombres, y vendran otros mas tarde, ademas de un especialista en escenas de crimen. Necesitare voluntarios, si queremos hacerlo bien.

– De acuerdo. Cuantos mas ojos, mejor, pero nada de listillos. No queremos que nadie se dedique a hacer chapuzas.

Quinn le puso una mano en el hombro a Nick.

– Ya se que esperabas que el muy cabron la palmara despues de que encontraron a Ellen y a Elaine Croft. Siento no haber venido personalmente en esa ocasion, pero la agente Thorne es buena. Habria encontrado alguna cosa.

Nick estaba de acuerdo, pero seguia sintiendo la misma impotencia. El Carnicero era el unico cabron que se habia salido con la suya durante su mandato como sheriff.

– Han pasado tres puneteros anos. Tres anos desde la ultima vez que mato. Y no teniamos nada en aquel momento, ni pistas, ni sospechosos.

– Y hay mas chicas desaparecidas. -Quinn no tenia por que recordarselo. Las chicas desaparecidas se le aparecian a Nick en sus suenos.

– Ha sido lento, pero estamos recogiendo pruebas -siguio Quinn-. Tenemos casquillos, balas, una huella digital parcial en el medallon de Elaine Croft. Lo cogeremos. -Quinn se giro y Nick lo vio alejarse por el sendero. Hablaba con tanta seguridad. ?Por que el no habria de sentirse igual?

Volvio a mirar por ultima vez el cuerpo de Rebecca Douglas. Al menos tendria un entierro decente. Para su familia, seria un punto final. Pero no para el.

Penso en Miranda.

Se dirigio a su furgoneta. Ya habia ordenado que todos los agentes disponibles se dirigieran a aquel lugar. Y entonces oyo el ruido familiar del jeep rebotando en los baches del accidentado camino. No tenia que mirar el vehiculo para saber quien se acercaba.

– Maldita sea.

El jeep rojo se detuvo bruscamente detras del coche de alquiler de Peterson. Casi antes de detenerse, Miranda Moore bajo de un salto y, sin que el lodo fuera obstaculo para sus pesadas botas, se acerco a grandes zancadas. El ayudante Booker fue hacia ella, pero Miranda le lanzo una mirada furiosa mientras, sin detenerse, se ponia un anorak rojo sobre su camisa negra de franela. En cualquier otra situacion, Nick habria sonreido al ver como se apartaba Booker.

Miranda fijo sus penetrantes ojos azules en el.

A Nick se le acelero el corazon y sintio un retortijon en el estomago. Ojala hubiera tenido mas tiempo para prepararse para su inminente llegada. De haber sabido que se dirigia hacia alli, se habria mentalizado para el enfrentamiento.

– Miranda -dijo, al ver que se acercaba-, yo…

– ?Maldito seas, Nick! -dijo ella, dandole con el indice en el pecho-. ?Maldita sea! -Nada intimidaba a Miranda. Aunque era alta para ser mujer, al menos un metro setenta y cinco, el le sacaba quince centimetros y pesaba cuarenta y cinco kilos mas. Lo normal seria que el la intimidara a ella, que cualquier hombre le diera miedo despues de lo que habia vivido pero, al final, no habia de que sorprenderse. Miranda era una superviviente nata. No dejaba que se notara su miedo.

– Miranda, iba a llamarte. No estaba seguro de que fuera Rebecca. No queria que tuvieras que volver a pasar por lo mismo.

En sus ojos oscuros vio que no le creia.

– A la mierda con eso. ?A la mierda contigo! Me prometiste que llamarias. -Paso a su lado y se acerco a la lona. Se quedo mirando el cuerpo cubierto. Tenia los punos cerrados con fuerza y hasta los hombros le temblaban de la tension.

Nick queria detenerla, protegerla de tener que ver otra chica muerta. Sobre todo queria protegerla de si misma.

Y ella siempre habia dejado claro que no queria la proteccion de Nick.

Miranda hizo un esfuerzo por controlar su ira. No deberia haberle gritado a Nick, pero, ?joder! El se lo habia prometido. Hacia siete dias que buscaban a Rebecca, mientras las pesadillas le impedian dormir las pocas horas de sueno que se concedia. Nick le habia prometido que seria la primera en saberlo cuando la encontraran.

Ni ella ni Nick confiaban en encontrar a Rebecca con vida.

Se quedo mirando la lona amarilla en medio de los tonos marrones de la tierra y respiro hondo, con la garganta enardecida por la rabia y un miedo frio como el hielo. Tenia los punos tan apretados que las unas llegaron a hincarsele en las palmas de las manos. Sabia que era Rebecca Douglas, pero tenia que verlo con sus propios ojos, tenia que obligarse a ver a la ultima victima del Carnicero. Para hacerse mas fuerte, para tener valor.

Para la venganza.

Enfundo sus largos dedos en los guantes de latex, se arrodillo junto a la mujer muerta y toco el borde de la lona.

– Rebecca -dijo, con un susurro de voz-. No estas sola. Te lo prometo, lo encontrare. Pagara por lo que te ha hecho.

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