temperatura y humedad del aire necesarios.

— ?O sea, que alli hay una atmosfera tan enrarecida como aqui, en las alturas del Pamir?

— Si, aproximadamente igual — me contesto Tonia Sin gran seguridad, y anadio rapidamente—: O un poco menos. En esto, seguramente, esta el principal obstaculo para usted. Los candidatos a ir a la Estrella tienen que pasar un duro examen fisico. Los que sufren del mal de las alturas son desechados.

Yo, en realidad, me alegre mucho al saber que aun tenia un camino honroso de retirada. Sin embargo, Tonia me consolo en seguida:

— ?Pero de alguna manera arreglaremos eso! Yo he oido que alli hay habitaciones con la presion atmosferica normal. Luego la presion disminuye gradualmente y los forasteros se acostumbran pronto. Hablare con el doctor de su caso.

Yo me puse fuera de mi y, con desesperacion, me agarre a mi ultimo argumento:

— ?Y que va a pasar con mi trabajo en la Tierra?

Tonia tenia ya la contestacion preparada:

— ?No hay nada mas facil! Ketz es una institucion con mucha autoridad y sera suficiente comunicar al lugar de trabajo que usted ha sido contratado, para que, inmediatamente, le dejen libre. Sin tan solo su salud aguantara… ?Como se encuentra? — Y tomo mi mano para controlar el pulso.

— ?Bueno, cuando un doctor asi te toca la mano, sin querer respondes: «Perfectamente»!

— Mucho mejor. Pronto, firme los papeles y me ire a ver al doctor.

Asi, sin tener tiempo de pensarlo, me encontre enrolado para vivir en el cielo…

— ?Debilidad? ?Se le pone la piel azul? ?Vertigo? ?Nauseas? — me interrogaba el doctor—. ?No tuvo vomitos?

— No, tan solo tuve fuertes nauseas cuando corriamos detras del automovil.

El doctor se quedo pensativo cosa de un minuto y dijo:

— Usted sufre de la enfermedad en ligero grado.

— ?O sea, puedo volar, doctor?

— Si. Creo que puede. En el cohete, claro, hay tan solo una decima parte de la presion atmosferica normal; en compensacion, usted respirara oxigeno puro, sin mezclas de cuatro quintos de nitrogeno, como en la atmosfera terrestre. Esto es completamente suficiente para la respiracion. Y en la Estrella Ketz hay camaras interiores con presion normal. La Estrella se halla solo a una altura de mil kilometros.

— ?Cuantos dias durara el vuelo? — pregunte.

El doctor me miro de soslayo burlonamente.

— Veo, que usted entiende muy poco de viajes interplanetarios. Pues si, querido amigo, el cohete tarda hasta la Estrella unos ocho o diez minutos… Pero como hay que trasladar a personas no avezadas, el vuelo se prolonga un poco mas. Para aprovechar la fuerza centrifuga, el cohete vuela con un angulo de veinticinco grados con respecto al horizonte y en direccion a la rotacion de la Tierra. Los primeros diez segundos la velocidad aumenta hasta quinientos metros por segundo y tan solo durante el tiempo de vuelo a traves de la atmosfera disminuye algo la velocidad, para que luego, cuando la atmosfera empieza a enrarecerse, aumente de nuevo.

— ?Por que la velocidad disminuye durante el vuelo a traves de la atmosfera? ?Frenando?

— El frenado puede ser superado, pero es que durante el vuelo en la atmosfera a grandes velocidades, la friccion del cohete con ella hace que la envoltura exterior se caliente en extremo y tambien que aumente la sobrecarga. Y sentir que nuestro cuerpo aumenta de peso en diez veces, no es muy agradable que digamos.

— ?Y no nos quemaremos con la friccion de la envoltura exterior con la atmosfera? — pregunte receloso.

— No, aunque puede ser que suba un poco. Pues la envoltura del cohete la forman tres capas. La interior es de metal duro, con ventanillas de cuarzo recubiertas de cristal ordinario, y con puertas que cierran hermeticamente. La segunda es refractaria, de material que casi no transmite el calor. Y la tercera, exterior, a pesar de ser relativamente delgada, es de metal extraordinariamente refractario. Si la envoltura exterior llega a calentarse hasta el rojo, la intermedia retiene el calor y no lo deja penetrar al interior del cohete; ademas la refrigeracion es inmejorable. Un gas refrigerante circula sin interrupcion entre las envolturas, filtrandose a traves de un material poroso y refractario que separa las envolturas entre si.

— Usted, doctor, es un verdadero ingeniero — dije yo.

— Que le vamos a hacer. Es mas facil adaptar el cohete al organismo humano, que el organismo a condiciones anormales. Por esto los tecnicos no tienen mas remedio que trabajar en contacto con nosotros. Si hubiera visto los primeros experimentos. ?Cuantos fracasos! ?Victimas!

— ?Y hubo victimas humanas?

— Si, tambien humanas.

Senti un hormigueo en la espalda. Pero era ya tarde para retroceder.

Cuando volvi al hotel, Tonia me comunico muy alegre:

— Ya lo se todo. Se ha arreglado todo maravillosamente. Volamos manana al mediodia. No se lleve nada de sus cosas. Temprano, antes del vuelo, nos banaremos y pasaremos por la camara de desinfeccion. Recibiremos ropa y vestidos esterilizados. El doctor me comunico que esta usted perfectamente bien de salud.

Yo oia a Tonia como en suenos. No supe contestarle nada. El miedo me habia paralizado. No creo valga la pena hablar de como pase mi ultima noche en la Tierra, ni de todo lo que paso por mi cerebro…

VI — El «Purgatorio»

Llego la manana. La ultima manana en la Tierra. Mire con tristeza por la ventana de mi habitacion; el sol iluminaba resplandeciente. No tenia apetito pero me impuse a mi mismo y desayune. Seguidamente me dirigi a «limpiarme» de los microbios terrestres. Esto duro mas de una hora. El medico bacteriologo me hablo de cifras astronomicas, miles de millones de microbios habitaban en mis vestidos. Resulta que yo llevaba en mi el tifus, el paratifus, la disenteria, la gripe, la tosferina y hasta casi el colera. En mis manos fueron descubiertos bacilos del carbunclo y de la tuberculosis. Mis botas estaban infectadas de una serie de microbios de raras enfermedades. En mis bolsillos, el tetanos. En los pliegues de mi gaban, fiebres de malta y afta. En el sombrero, rabia, viruela, erisipela… Ante todas estas novedades yo empece a temblar. ?Cuantos invisibles enemigos aguardaban el momento de caer sobre mi y tumbarme! Se diga lo que se diga, la Tierra tiene sus peligros. Esto me concilio un poco con la idea del proximo viaje a las estrellas.

Fue necesario soportar un lavado de estomago e intestinos, ademas de someterme a nuevas radiaciones con aparatos desconocidos. Estos debian eliminar a los microbios daninos que se encontraban en el interior de mi cuerpo. Termine bastante atormentado.

— Doctor — dije yo—. Todas estas precauciones no van a dar ningun resultado. En cuanto salga de aqui, los microbios de nuevo van a lanzarse sobre mi.

— Esto es verdad, pero usted, cuando menos, se ha librado de aquellos microbios que habia traido de la gran ciudad. En un metro cubico de aire del centro de Leningrado hay miles de bacterias; en los parques solo centenares, y ya en las alturas de Isaakiya tan solo decenas. Aqui, en el Pamir, unidades. El frio y el fuerte sol, la ausencia de polvo y el clima seco son excelentes desinfectantes. En la Estrella Ketz tendran que pasar de nuevo por el «purgatorio». Aqui la limpieza ha sido solo superficial. Alli sera a fondo. ?Desagradable? Que se le va a hacer. En compensacion, ustedes podran estar tranquilos porque no van a padecer ninguna enfermedad infecciosa. Cuando menos alli el peligro se ha reducido al minimo. Aqui el riesgo es mucho mayor.

— Esto es muy consolador — dije yo, mientras me vestia con las ropas desinfectadas—, a menos que uno se queme, se asfixie, o…

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