— Quemarse y asfixiarse es posible tambien en la Tierra — me interrumpio el doctor.

Cuando sali a la calle, nuestro coche nos estaba ya esperando. Pronto Tonia salio de la seccion femenina de camaras de desinfeccion. Sonrio y se sento a mi lado. El automovil se puso en marcha.

— ?Se ha lavado bien?

— Si, el bano era excelente. Me he quitado de encima trescientos cuatrillones doscientos trillones cien billones de microbios.

Mire a Tonia. Fresca, bronceada, en sus mejillas aparecia el rojo. Ella se hallaba completamente tranquila, como si nos dirigieramos al parque a dar un paseo. Si, he hecho bien en aceptar volar con ella…

Mediodia. El sol cae casi vertical sobre nuestras cabezas. El cielo es azul, transparente como cristal de roca. Brilla en las montanas la nieve, azulean los helados rios de los glaciares, abajo rumorean alegres los arroyos formando pequenas cascadas, mas abajo verdean los campos, y en ellos, como bolitas de nieve, se ven rebanos de ovejas que pacen. A pesar del caliente sol, el viento trae el helado aliento de las montanas. ?Que bonita es nuestra Tierra! Y dentro de algunos minutos la voy a abandonar para volar hacia el negro abismo del cielo. Verdaderamente, estas cosas es mejor leerlas en las novelas…

— ?Mire, nuestro cohete! — grito Tonia con alegria—. Se parece a una vejiga de pescado. Vea, el regordete doctor ya nos espera.

Salimos del automovil, y yo como de costumbre ofreci la mano al doctor, pero el las escondio rapidamente.

— No olvide que esta usted desinfectado. No toque nada terrestre.

?Ay! He renunciado a la Tierra. Menos mal que Tonia tambien es «celeste». La tome de la mano, y nos dirigimos al cohete.

— He aqui nuestra obra — dijo el doctor, senalando el cohete—. Vean que no tiene ruedas. En lugar de rieles, se desliza por canales de acero. En el cuerpo del cohete hay unos pequenos hoyos para las bolas, y el resbala sobre estas. La corriente para la carrera de despegue la proporciona una central electrica terrestre. Como conductor de la misma, sirve el canal de acero… Usted ya tiene un color de cara normal. ?Se acostumbra? Muy bien, muy bien. Transmitan mis saludos a los habitantes celestes. Ruegue a la doctora Anna Ignatevna Melles, me transmita con el cohete «Ketz-cinco» el informe mensual. Es una mujer muy simpatica. Una doctora con la menor practica del mundo. Pero de todas maneras no le falta trabajo…

El aullar de la sirena ahogo las palabras del doctor. Se abrio la escotilla del cohete. Descendio la escalera.

— ?Bueno, ya es hora! ?Que lo pasen bien! — exclamo el doctor escondiendo de nuevo las manos a la espalda—. ?Escriban!

La escalera tenia tan solo diez peldanos pero mientras subia por ellos, mi corazon latia como si quisiera salir del pecho. Detras de mi subio Tonia, luego el mecanico. El piloto hacia ya mucho que estaba en su sitio. Con dificultad nos instalamos en la estrecha camara, iluminada por una lampara electrica. La camara era parecida a la cabina de un pequeno ascensor.

La puerta se cerro suavemente. «Como la tapa de un ataud», pense yo.

Los vinculos con la Tierra estaban rotos.

VII — Un corto viaje

Los postigos de las ventanillas de nuestra cabina estaban cerrados; yo no vi lo que pasaba en el exterior y con los nervios en tension esperaba la primera sacudida. Las saetas del reloj se juntaron en las doce, pero nosotros continuabamos completamente inmoviles. Es raro. Por lo visto, algo hacia retrasar nuestro despegue.

— ?Parece que nos movemos! — exclamo Tonia.

— Yo no noto nada.

— Esto, seguramente, es debido a que el cohete va lenta y suavemente sobre sus ruedas-bolas.

De pronto senti una suave presion que me echaba hacia el respaldo del sillon.

— ?Claro que nos movemos! — exclamo Tonia—. ?Lo nota? La espalda presiona mas y mas al respaldo.

— Si, empiezo a sentirlo.

Resono el estrepito de una explosion que fue dilatandose hasta llegar a un aullido. El cohete empezo a temblar. Ahora ya no habia ninguna duda: volabamos. A cada segundo aumentaba el calor. El centro de gravedad fue desplazandose hacia la espalda. Finalmente parecia que no estuviera sentado en el sillon, sino acostado en la cama, levantando hacia mi las piernas dobladas por las rodillas. Evidentemente, el cohete tomaba la posicion vertical.

— Parecemos escarabajos vueltos patas arriba — dijo Tonia bromeando.

— Y ademas aplastados con un buen ladrillo — anadi yo—. Siento bastante presion en el pecho.

— Si. Y los brazos parecen de plomo. Imposible levantarlos.

Cuando las explosiones cesaron, se noto una mejoria. A pesar de las capas aislantes y los refrigeradores, hacia mucho calor: estabamos atravesando la atmosfera. El cohete se calentaba con la friccion.

Otra tregua. No hay explosiones. Respire mas libremente. Subitamente, una corta explosion y senti que caia hacia el lado derecho. Claro, una catastrofe. Ahora caeremos con estrepito sobre el Pamir. Convulsivamente sujeto el hombro de Tonia.

— Seguramente una colision con un bolido… — musito.

La cara de Tonia es palida, en sus ojos se lee el miedo, pero ella dice tranquila:

— Agarrese como yo al respaldo del sillon.

Pero la posicion del cohete se endereza. Las explosiones cesan. Dentro va bajando la temperatura. Por el cuerpo se difunde una sensacion de ligereza. Yo levanto los brazos, agito las piernas. ?Que agradable liviandad! Intento levantarme e, imperceptiblemente, me separo del sillon, quedando flotando en el aire, luego, despacio, desciendo de nuevo a mi asiento. Tonia agita los brazos como un pajaro sus alas y canta. ?Nos reimos! Extraordinaria y agradable sensacion.

Inesperadamente se abren los postigos de las ventanillas. Ante nosotros el cielo. Esta completamente cubierto de estrellas que no centellean y un poco tenido de color carmin. Se ve la Via Lactea sembrada de estrellas de diferentes colores. No tiene el color lechoso con que se la ve desde la Tierra y que le ha dado su nombre.

Tonia me llama la atencion ensenandome una gran estrella cerca de la alfa de la Osa Mayor, una nueva estrella en la conocida constelacion.

— Es Ketz… La Estrella Ketz — dice Tonia.

Entre la innumerable cantidad de estrellas sin centelleo, es la unica que se distingue con sus rayos palpitantes, ahora rojos, luego verdes y despues anaranjados. Tan pronto se ilumina vivamente como se apaga para iluminarse de nuevo… La estrella crece ante nuestros ojos y se acerca poco a poco hacia el lado derecho de la mirilla. Esto quiere decir que la nave se acerca a ella en linea curva. La estrella arroja largos rayos azulados y sale de nuestra visibilidad. Ahora en el oscuro fondo del cielo se ven unicamente lejanas estrellas y algunas nebulosas blanquecinas. Parecen muy cercanos estos lejanos mundos de estrellas…

Se cierran los postigos. De nuevo trabajan los aparatos de explosion. El cohete hace maniobras. Seria interesante ver como amarra en el cohetodromo celeste…

Un pequeno golpe. Parada. ?Es posible que sea el final del viaje? Sentimos una extrana sensacion de imponderabilidad.

La puerta de la cabina del capitan se abre. El capitan, acostado en el suelo, desciende sosteniendose de unos pequenos asideros. Tras el capitan, tambien a rastras, le sigue un joven, al cual no habiamos visto

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