inmenso peso de la piedra sobre la cabeza.

Nabinger era un hombre alto y corpulento que lucia una poblada barba negra y unas gafas con montura metalica. Iba vestido con un traje de explorador, el uniforme de los exploradores del desierto. A sus treinta y seis anos era una persona joven en el campo de la arqueologia y no tenia grandes hallazgos que afianzaran su reputacion. Segun admitia ante sus amigos en Brooklyn, una parte de su problema era que carecia de una teoria a la que dedicarse. Lo unico que tenia era su sistema favorito de trabajo: buscar nuevas escrituras e intentar descifrar los jeroglificos que todavia quedaban por traducir. Estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa que estos depararan, pero hasta el momento sus esfuerzos habian resultado infructuosos.

Posiblemente Schliemann tenia la certeza de que Troya habia existido y por ello dedico toda su vida a encontrarla, pero Nabinger no tenia ese tipo de convicciones. Su trabajo en las piramides consistia en describir lo que encontraba en ellas y en buscar una explicacion de sus hallazgos en una zona que era probablemente una de las mas estudiadas en el campo de la arqueologia. Tenia la esperanza de encontrar algo mediante el equipo de resonancia magnetica, algo que los demas hubieran pasado por alto, pero no tenia ni idea de que podria ser. Deseaba que fuera otra camara repleta de nuevos documentos todavia no leidos.

– Si no fuera porque es imposible -advirtio Welcher tras analizar las lecturas-, diria que estamos sufriendo interferencias de alguna radiacion residual.

– ?Radiacion? -Nabinger se lo temia. Echo un vistazo al grupo de trabajadores egipcios que habian ayudado a acarrear el equipo. El jefe del grupo, Kaji, los miraba atentamente con su rostro arrugado en el que no podia adivinarse ningun pensamiento. Lo ultimo que Nabinger necesitaba era que los trabajadores los abandonaran por temor a las radiaciones.

– Si -dijo Welcher-. Al prepararme para este trabajo estuve trabajando con un equipo de resonancia magnetica en un hospital, y en alguna ocasion obtuve lecturas como estas. Se producian cuando la lectura resultaba afectada por rayos X. Finalmente, el tecnico se vio forzado a trazar un plan para las maquinas de forma que no estuvieran en marcha a la vez, incluso si se encontraban en plantas distintas del hospital y ambas completamente blindadas.

Aunque no era una informacion muy difundida, Nabinger habia leido informes de otras expediciones que habian empleado un bombardeo de rayos cosmicos a fin de buscar camaras ocultas y pasillos en la gran piramide y sus informes coincidian: dentro de la piramide habia cierto tipo de radiacion residual que impedia esas pruebas. La informacion no habia trascendido porque no existia una explicacion para ello, y los cientificos no escriben articulos sobre cosas que no pueden explicar. A menudo Nabinger se preguntaba cuantos fenomenos no se habrian dado a conocer porque, a falta de una explicacion racional de sus hallazgos, sus observadores no querian quedar en ridiculo.

Nabinger confiaba en tener mas suerte con la resonancia magnetica porque funcionaba con una amplitud de banda distinta a la de los emisores de rayos cosmicos. La naturaleza exacta de la radiacion residual nunca se habia detallado de forma que no era posible saber de antemano si el aparato de resonancia magnetica tambien se veria bloqueado.

– ?Has comprobado el espectro completo del aparato? -pregunto.

Llevaban ya cuatro horas alli abajo mientras Nabinger dejaba que Welcher manejara el aparato, su especialidad. Nabinger habia aprovechado ese tiempo para fotografiar a conciencia las paredes de aquella camara, la inferior de las tres de la gran piramide. Pese a estar exhaustivamente documentados, algunos de los jeroglificos de las paredes nunca habian podido descifrarse.

El cuaderno de notas que tenia sobre sus rodillas estaba repleto de garabatos y se habia concentrado totalmente en su tarea, excitado ante la posibilidad de que existiera una relacion linguistica entre algunos de esos paneles de jeroglificos y otros recien encontrados en Mexico. A Nabinger no le preocupaba el como de esa relacion, simplemente queria descifrar aquellos jeroglificos. Hasta el momento, habia obtenido, palabra por palabra, un texto muy extrano. La importancia de la resonancia magnetica iba disminuyendo a medida que se adentraba en los escritos.

Un ano antes, Nabinger habia hecho un descubrimiento fantastico que habia guardado para si. Siempre se habia admitido que en algunos yacimientos egipcios habia varios paneles que no contenian los clasicos jeroglificos, sino que parecian pertenecer a un lenguaje ideografico anterior llamado runa superior. Si bien esos yacimientos eran demasiado escasos para constituir una base de datos que permitiera el intento cientifico de traducirlos, eran suficientes para despertar el interes. Nabinger habia encontrado por casualidad runa superior parecida en un yacimiento de Sudamerica. Tras un ano de duro trabajo en las pocas muestras encontradas y despues de compararlas con las egipcias, se creia capaz de descifrar un par de docenas de palabras y simbolos. Sin embargo, necesitaba mas ejemplos para cerciorarse de que su interpretacion de lo poco que habia encontrado era valida. Existia la posibilidad de que su traduccion fuera erronea por completo y de que hubiera trabajado en un galimatias.

Kaji dio una orden en arabe, los trabajadores se pusieron en pie y se marcharon por el pasillo. Nabinger solto una palabrota y dejo caer su cuaderno de notas.

– Mire, Kaji, he pagado…

– Esta bien, profesor -dijo Kaji levantando una mano endurecida por el trabajo de toda una vida.

Hablaba un ingles casi perfecto, con cierto deje britanico; algo sorprendente para Nabinger, quien a menudo se exasperaba ante la tactica egipcia de evitar trabajar alegando ignorancia del ingles.

– Les he dado una pausa para salir fuera. Volveran en una hora -explico Kaji. Miro el aparato de resonancia magnetica y sonrio. En el centro de su boca brillo un diente de oro-. No tenemos suerte ?verdad?

– No, no tenemos -dijo Nabinger.

– En mil novecientos setenta y seis el profesor Hammond tampoco tuvo mucha suerte con esta maquina - comento Kaji.

– ?Trabajo con Hammond? -pregunto Nabinger.

En los archivos del Royal Museum de Londres habia leido el informe de Hammond, el cual no se habia publicado debido a que no se habia hallado nada. Naturalmente, por entonces Nabinger ya se habia dado cuenta de que Hammond habia descubierto algo. Habia detectado una radiacion residual inexplicable dentro de la piramide.

– He estado aqui muchas veces -repuso Kaji-. En todas las piramides. Tambien he estado en el valle de los Reyes. Pase muchos anos en el desierto del sur antes de que las aguas de la presa lo cubrieran. He dirigido muchos equipos de trabajadores y he observado muchas cosas extranas en algunos yacimientos.

– ?Hammond tenia alguna idea de por que su aparato no funcionaba? -pregunto Nabinger.

– ?Oh! No. -Kaji suspiro y deslizo su mano sobre el panel de control del aparato de resonancia magnetica, llamando la atencion de Welcher-. Este aparato es caro ?verdad?

– Si, es… -Welcher se detuvo al ver que Nabinger negaba con la cabeza, adivinando donde llegaria todo aquello.

Kaji sonrio.

– ?Ah! El aparato de Hammond no tenia lecturas. El tecnico tambien hablo de radiaciones, pero Hammond no le creyo. La maquina no mentiria ?no le parece? -Miro a Welcher-. Su maquina no mentiria ?verdad?

Welcher no contesto.

– Si la maquina no miente -intervino Nabinger-, entonces algo debe estar causando esas lecturas.

– Tal vez sea algo que alguna vez estuvo aqui lo que causa esas lecturas -sugirio Kaji. Se volvio y se encamino hacia el otro lado de la camara, donde yacia un gran sarcofago de piedra.

– Cuando se rompieron los sellos, el sarcofago estaba intacto pero vacio -repuso Nabinger bruscamente refiriendose a la primera expedicion que habia llegado a esa camara en 1951.

El descubrimiento de la camara habia producido una gran excitacion, en particular por el sarcofago encontrado dentro con su tapa, todavia intacta y sellada. Entonces se creia que el misterio de las piramides estaba a punto de resolverse. Es facil imaginar la consternacion al constatar que en la caja de piedra no habia nada.

El interior de la gran piramide constaba de tres camaras. Se podia entrar en ella por la entrada del norte constituida a tal efecto o por la que hacia siglos un califa habia abierto con explosivos por debajo de la primera. Ambas daban a un corredor que penetraba en la piedra y descendia hasta la parte inferior de la piramide. Ese corredor desembocaba en una interseccion cortada en la piedra de la que partian dos tuneles. Uno conducia a la camara secundaria y a la gran escalera, que llevaba a la camara principal. El otro tunel, descubierto mas recientemente, seguia por debajo de la piedra y conducia a la camara inferior. Precisamente en esta camara era donde Nabinger y su equipo estaban trabajando.

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