– Estuve aqui en mil novecientos cincuenta y uno -dijo Kaji-. Y si, para entonces, el sarcofago ya estaba vacio. -?Para entonces? -repitio Nabinger. Habia trabajado antes con Kaji en otros yacimientos y este siempre habia sido noble. Tiempo atras, antes de que Nabinger lo contratara por primera vez, Nabinger habia hecho algunas comprobaciones, y las recomendaciones que obtuvo de Kaji fueron excelentes.

– Hammond me tomo por un viejo loco y yo entonces era joven -dijo Kaji-. Ahora soy mayor. Intente hablar con el pero no quiso. -Kaji paso levemente los dedos de una mano sobre la palma de la otra.

Nabinger comprendio. Como ya habia sospechado, evidentemente Kaji queria cobrar por la informacion. El profesor penso con rapidez. Habia alquilado el equipo portatil de resonancia magnetica. El contrato estaba estipulado por dia de uso, y el disponia de fondos suficientes del museo para ocho dias. Si lo enviaba por avion al dia siguiente, se ahorraria cinco dias de pago. Eso era bastante dinero, por lo menos desde el punto de vista egipcio. El unico problema seria como explicar sus formas de pago y factura a la administracion de la universidad. Sin embargo, no tenia mucho sentido empenarse en emplear un aparato donde no podia proporcionar informacion. Penso tambien en las runas que habia descifrado en esa camara. Solo eso ya hacia rentable la expedicion. Al fin y al cabo, la resonancia magnetica habia sido una prueba arriesgada.

– Ve a tomarte un descanso -indico Nabinger a Welcher.

Welcher abandono la camara dejando a los dos hombres solos.

– Diez mil libras -ofrecio Nabinger. Al observar el rostro inexpresivo de Kaji rectifico-: Doce mil. Es todo lo que tengo. -Sabia que era mas de un ano de salario para un egipcio medio.

Kaji extendio la mano. Nabinger hurgo en el bolsillo y saco un fajo de billetes, el salario semanal de los trabajadores. Tendria que ir al banco y sacar dinero de la cuenta de la expedicion para pagarles.

Kaji se sento en el suelo con las piernas cruzadas. El dinero ya habia desaparecido entre los pliegues de su vestimenta.

– Estuve aqui en mil novecientos cincuenta y uno con la expedicion de Martin, cuando abrieron esta camara, pero esa no fue la primera vez que estuve aqui.

– ?Eso es imposible! -exclamo Nabinger con brusquedad-. El profesor Martin tuvo que derribar tres paredes para entrar aqui. Eran antiguas y estaban intactas. Los sellos del sarcofago eran los originales, marcados con la marca de cuatro dinastias…

– Podra parecerle imposible -continuo Kaji con la misma voz tranquila-. Pero le digo que yo estuve aqui antes de mil novecientos cincuenta y uno. Me ha pagado por mi historia. Puede escoger entre escuchar o discutir, a mi no me importa.

– Lo escucho -repuso Nabinger pensando que acababa de malgastar bastante dinero del museo y preguntandose si podria arreglarlo de algun modo, sacandolo de alguna otra partida. En su mente empezo a calcular la tasa de cambio de la lira al dolar.

Kaji parecia satisfecho.

– Fue nueve anos antes de la expedicion de Martin, durante la Segunda Guerra Mundial. En mil novecientos cuarenta y dos, los britanicos controlaban El Cairo, pero no todos estaban satisfechos con ello. Los nacionalistas egipcios estaban dispuestos a cambiar un grupo de autoridades por otro, con la esperanza de que los alemanes serian mejores que los britanicos y nos garantizarian la libertad. En realidad, nuestra participacion en el proceso fue minima. Rommel y el Africa Korps se encontraban en el oeste, en el desierto, y muchos confiaban en que llegarian a la ciudad antes de fines de ano.

»Todo comenzo en enero de ese ano, cuando Rommel inicio su ofensiva. En junio, Tobruk ya habia caido y los britanicos estaban en retirada. Empezaron a quemar documentacion en las oficinas principales del Octavo Regimiento de El Cairo, preparandose para marcharse. Todos tenian miedo. Rommel se acercaba. El ejercito britanico se replego en El Alamein.

»Yo trabajaba en El Cairo, -continuo Kaji pasandose una mano por la cabeza-. Incluso en medio de una guerra habia quienes querian contemplar monumentos antiguos. Las piramides han visto muchas guerras. Para mucha gente la guerra fue una buena oportunidad de viajar y ganar dinero. Yo hacia rutas aqui. Y, a veces, cuando alguien pagaba lo suficiente para sobornar a los guardas, los llevaba dentro. Muchos querian ver la gran galeria -dijo, refiriendose al gran pasillo que se alzaba a varios metros sobre sus cabezas, con un techo de ocho metros y medio de altura y que conducia al centro de la piramide y a la camara principal. Kaji abrio las manos y prosiguio-. A mi no me importaba quien gobernara en El Cairo. Las piramides han visto muchos gobernantes y veran muchos mas en el futuro. Y las piramides y los otros yacimientos son mi vida.

»Los alemanes se encontraban ya solo a unos doscientos cuarenta kilometros y parecia que nadie podia detenerlos. A principios de julio el general Auchinleck fue destituido y Churchill nombro como sustituto a un general llamado Montgomery. Aqui nadie le dio importancia. Se daba por hecho que los britanicos se retirarian a Palestina, donde bloquearian el canal con barcos hundidos y que los alemanes llegarian a El Cairo.

»Fue entonces cuando vino a mi un grupo que queria entrar en la piramide. Hablaban de un modo extrano, pero pagaban bien y, al fin y al cabo, eso era lo que contaba. Soborne a los guardas y entramos de noche por la entrada del califa, algo que me parecio extrano.

»Recorrimos el pasillo que conduce hacia abajo hasta que llegamos al que asciende a la gran galeria. Pero no quisieron ir hacia arriba ni tampoco a lo que ahora llamamos la camara secundaria y que entonces se conocia como la inferior. Llevaban consigo papeles con dibujos. No pude verlos muy bien, pero la escritura se parecia mucho a la de estas paredes -Kaji senalo con el dedo las paredes-. Los simbolos que no pueden leerse. -Volvio la vista hacia el cuaderno de notas que Nabinger tenia sobre las rodillas-. ?Tal vez usted esta empezando a comprender esos simbolos?

– ?Quienes eran esas personas? -pregunto Nabinger cerrando el cuaderno.

– Alemanes -repuso Kaji.

– ?Alemanes? ?Como habian podido llegar a El Cairo? Los britanicos todavia controlaban la ciudad.

– Bueno, eso era facil -replico Kaji-. Durante la guerra, El Cairo fue uno de los mayores centros de espionaje, y alli iba y venia todo tipo de gente con total libertad. -La voz de Kaji se iba exaltando a medida que recordaba-. Durante la Segunda Guerra Mundial, El Cairo era el mejor lugar donde estar. Todas las putas trabajaban para un bando o para el otro, y la mayoria, para ambos. Cada bar tenia sus espias, y la mayoria trabajaba tambien para ambos bandos. Habia britanicos que espiaban a alemanes que espiaban a americanos que espiaban a italianos y asi sucesivamente. -Kaji se rio-. Se hicieron grandes fortunas en el mercado negro. No era un problema para los alemanes enviar a esos hombres a El Cairo. Especialmente aquel julio, cuando todo el mundo estaba mas ocupado en preparar la huida o en como congraciarse con los invasores que en grupos extranos de hombres moviendose en la oscuridad.

– ?Donde habian conseguido los dibujos los alemanes? -pregunto Nabinger.

– No lo se. Solo me utilizaron para entrar. A partir de entonces ellos tomaron el mando.

– ?Sabian leer lo que tenian? -Nabinger pregunto lo que mas le afectaba.

– No lo se -volvio a decir Kaji-, pero uno de ellos algo entendia, eso seguro. Eran doce. Descendimos por la pendiente, alli donde el tunel hace un giro y se dirige a la gran galeria y nos detuvimos. Se pusieron a buscar algo y luego a cavar. Yo me asuste y me senti molesto. Los guardias me culparian pues me conocian y sabian que yo llevaba a ese grupo. Estaban destruyendo mi sustento.

»El aleman que estaba a cargo -Kaji se detuvo con la mirada perdida- era una mala persona. Se percibia a su alrededor y, especialmente, en su mirada. Cuando me queje, me miro y supe que me mataria si abria de nuevo la boca. Asi que calle.

»Cavaron rapido. Sabian exactamente lo que estaban haciendo porque al cabo de una hora habian terminado. ?Habia otro pasillo! A pesar del miedo, yo estaba excitado. Ni en mi vida ni en las anteriores a mi habia ocurrido algo semejante. El pasillo se dirigia hacia abajo, hacia el suelo que se encuentra debajo de la piramide. Nadie habia pensado en ello antes. Nadie habia pensado jamas en la posibilidad de un pasillo en el suelo. Siempre habian buscado caminos hacia arriba.

«Entraron y yo los segui. No entendia lo que decian, pero era facil darse cuenta de que tambien estaban emocionados. Fuimos bajando por el tunel -Kaji senalo detras de el-, tal como lo hemos hecho usted y yo hoy. Tres paredes obstruian el pasillo. Vi las escrituras de las paredes y supe que estabamos en un lugar que no habia sido visto por ninguna persona en mas de cuatro mil anos. Los alemanes derribaron rapidamente los muros y dejaron los escombros tras de si.

»El tunel terminaba en una roca, pero los alemanes no se detuvieron, e hicieron lo mismo que con las otras tres paredes. Utilizaron los picos y entraron. Y entonces llegamos aqui. El sarcofago estaba ahi, tal como se ve en

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