las fotografias de la expedicion de Martin, con la tapa y los sellos intactos. En el aire se notaba la presencia de…

Kaji se detuvo y Nabinger pestaneo. La voz de aquel hombre mayor lo habia impresionado, y el efecto resultaba mayor al encontrarse en la misma camara de la que estaba hablando.

Kaji dirigio la mirada al suelo, donde antes habia estado el sarcofago.

– Los alemanes no eran arqueologos. Seguro. Lo demuestra el modo en que rompieron las paredes. Y tambien el modo en que rompieron los sellos y levantaron la tapa. En mil novecientos cincuenta y uno, Martin necesito seis meses antes de que sus hombres abrieran la tapa y detallo con sumo cuidado cada paso de la operacion. Los alemanes lo hicieron en menos de cinco minutos. Solo estaban interesados en el sarcofago. No eran las escrituras de las paredes, ni los sellos. Nada. Solo la caja de piedra.

– ?Estaba vacia?

– No.

Nabinger espero pero no pudo resistirse por mas tiempo.

– ?Encontraron el cuerpo del faraon?

– No. -Kaji suspiro y toda aquella energia parecio escurrirse de su cuerpo-. No se que encontraron. Dentro de la piedra habia una caja, una caja de metal negro. Un metal que no habia visto antes y que no he vuelto a ver. -Hizo ademanes con las manos, describiendo un rectangulo de un metro de longitud por medio metro de ancho y fondo-. Asi de grande.

– Es un buen cuento, Kaji -dijo Nabinger negando con la cabeza-. Pienso que se ha quedado con mi dinero a cambio de una historia que es una mentira.

– No es mentira. -La voz de Kaji era tranquila.

– He visto las fotografias que tomo Martin. Todas las paredes estaban intactas. Tambien los sellos del sarcofago, y eran los originales. ?Como se explica si esos alemanes hicieron lo que dice? ?Como se levantaron de nuevo las paredes? ?Y como se volvieron a colocar los sellos? ?Tal vez por arte de magia? ?El fantasma del faraon? -concluyo Nabinger, enfadado.

– No estoy seguro -admitio Kaji-. Pero se que los norteamericanos y los britanicos precintaron la gran piramide durante ocho meses en mil novecientos cuarenta y cinco, cuando la guerra estaba terminandose. Nadie podia entrar. Es posible que lo pusieran todo de nuevo en su sitio. Parece dificil pero es posible. Cuando baje con Martin todas las paredes estaban en pie, como usted dice. Quede maravillado, pero sabia que antes las habia visto totalmente rotas.

– ?Por que no se lo dijo a Martin? -quiso saber Nabinger.

– Por aquel entonces yo solo era un peon. No me habria creido, como tampoco usted me cree.

– ?Porque me cuenta todo esto?

– Porque a usted le interesa esa escritura especial que nadie comprende -repuso Kaji apuntando con el dedo al cuaderno de notas de Nabinger-. Los alemanes tenian papeles con esa escritura. Asi es como encontraron la camara.

– Eso no tiene sentido -exclamo Nabinger-. Si los alemanes hubieran entrado aqui y hubieran saqueado la camara, ?por que los americanos y los britanicos los encubririan? ?Ah! -continuo Nabinger al ver que Kaji no respondia. Levanto sus manos en senal de enfado-. En primer lugar, aqui no entraron los alemanes. ?Cuantas veces has vendido esta historia, Kaji? ?A cuantos has robado antes? Te lo advierto, no voy a permitir que te libres de esta.

– No he mentido. Estuve aqui. -Hurgo entre los pliegues de su vestimenta y saco una daga.

Nabinger se asusto. Por un segundo penso que tal vez se habia excedido con aquel anciano. Sin embargo, Kaji tenia la daga cogida por la hoja y le ofrecia el mango. Nabinger lo cogio con cuidado.

– Robe esta daga a uno de los alemanes que vinieron. Todos las llevaban.

Nabinger se estremecio al ver el mango. En el extremo habia una miniatura, una calavera muy realista hecha de marfil, y en el mango, de hueso, habia cruces esvasticas grabadas junto con el relampago que dibujaban las infames SS. Se pregunto de que animal procederia el hueso, pero decidio que era mejor no saberlo. Nabinger miro detenidamente el acero brillante, profusamente decorado. -Habia algo escrito. En un lado se leia una palabra: «THULE», y en el otro, un nombre: «VON SEECKT».

Nabinger habia oido hablar de Thule. Era un lugar de leyenda que Ptolomeo y otros geografos de la antiguedad habian descrito como un sitio inhabitable en el norte, al norte de Gran Bretana. No sabia que tenia ello que ver con los nazis o las piramides.

– ?Quien era Von Seeckt? -pregunto Nabinger.

– Era el raro del grupo -repuso Kaji-. Diez de los doce eran asesinos. Lo se porque lo decian sus ojos. Los otros dos eran distintos. Uno era el hombre que interpretaba los simbolos e indicaba el camino. Dos de los asesinos lo custodiaban constantemente. Como si no estuviera alli por voluntad propia.

– El segundo hombre, Von Seeckt, a quien le robe, era tambien distinto. Se puso muy nervioso cuando encontraron la caja negra. Fue entonces cuando pude cogerle la daga. Le dieron la caja a el y se la puso en la mochila. La llevaba consigo cuando se fueron. Parecia que pesaba mucho pero era un hombre fuerte.

– ?Eso es todo lo que querian? -pregunto Nabinger-. ?Solo esa caja negra?

– Si. En cuanto la tuvieron nos marchamos. Tenian una camioneta esperandolos y se marcharon hacia el norte. Yo me fui corriendo y me escondi. Sabia que los guardias me buscarian al encontrar las paredes rotas y la camara vacia. Pero nunca me buscaron. Nunca oi un comentario. Tambien fue algo extrano.

– ?Como puedo saber que no la conseguiste en el mercado negro? -pregunto Nabinger levantando la daga-. Esto no demuestra que tu historia sea cierta.

Kaji se encogio de hombros.

– Yo se que es verdad. No me importa si usted cree o no que es cierta. Estoy en paz con Ala. Le he dicho la verdad. -Senalo el equipo de resonancia magnetica-. Recorde esta historia porque, cuando los alemanes abrieron el sarcofago y sacaron la caja, el hombre a quien le robe la daga tenia una de esas… -Kaji se interrumpio buscando la palabra- maquinitas, que hacia ruido cuando apuntaba con ella a la gran caja negra. Chirriaba como una langosta.

– ?Un contador Geiger? -pregunto Nabinger.

– Si. Asi es como la llamaban.

– ?La caja negra era radiactiva? -dijo Nabinger mas para si mismo que para Kaji. Miro al egipcio y este le devolvio la mirada sin perder la compostura. Aunque no habia un motivo logico para creer a aquel anciano, algo hacia que Nabinger le creyese. ?Que habia estado sellado en el sarcofago? ?Que tenian los antiguos egipcios que fuera radiactivo? Era indudable que el aparato de resonancia magnetica habia detectado algun tipo de radiacion residual.

Nabinger ordeno la historia en su mente. Solo habia una pista. El nombre escrito en la daga, Von Seeckt. ?Quien era? O, posiblemente mejor, ?quien habia sido?

– ?Que hace? -pregunto Kaji al ver que Nabinger se ponia la daga en el cinturon.

– Me la quedo -contesto Nabinger-. Le he pagado por la historia y esta es la unica prueba.

– Eso no lo habiamos acordado -protesto Kaji.

– ?Quiere que les cuente a sus hombres algo sobre sus negocios? ?Sobre el dinero que acabo de darle? - pregunto Nabinger-. Ellos querran su parte.

Los ojos de Kaji empequenecieron. Luego se levanto y se encogio de hombros.

– Puede quedarsela. Esta maldita. Debi desprenderme de ella hace tiempo.

Capitulo 4

NASHVILLE, TENNESSEE. 234 horas, 45 minutos.

«Habla Johnny. Estoy fuera de la ciudad por unos dias. Vuelvo el diez. Deja un mensaje al oir la senal. Adios.»

Kelly colgo lentamente el telefono sin molestarse en dejar un mensaje. Eran mas de las nueve de la manana

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