habitacion, entro y salio de su campo visual en el espejo ' que habia sobre el aparador. El tenue colorido. El cabello de tonalidad arenosa. Los espacios en su mirada. Era un cuerpo de longitud sin esfuerzo, proporcionado, libre de hinchazones y hundimientos. Perfecto, entendia la precision de sus movimientos, incluso al tirar de un calcetin. Y la satisfaccion de los contornos moderados. De la mediania. Un pecho y unas extremidades sin vello. Interesante esa desafeccion formal. La distancia que habia perfeccionado. Lo veia con toda claridad, las manos, la actitud, la onda mediana de cabello crespo, los ojos grises, a la sazon fijos en si mismos.

Ella entro en el cuarto de bano a desnudarse.

Le gustaban los moteles, su aspecto nada comprometedor, la inexpresiva autonomia que proporcionaban, una exencion de algun vago imperativo, quizas la necesidad de verificar el estatus propio.

Cuando salio del cuarto de bano diez minutos despues, Rosemary llevaba un falo de plastico sujeto al cuerpo.

10

Un perro olisqueaba riquezas ocultas a la vez que daba vueltas por un trozo de hierba, una y otra vez, asegurandose, cerciorandose del lugar. Las gaviotas eran de susto, tan grandes a esa distancia, cuando se posaban sobre las montoneras de basura y batian las alas. Ella las vio salir volando cuando un segundo coche de policia se detuvo ante el basurero. Los circulos que trazaba el perro se hicieron cada vez mas pequenos, mas apremiantes. Estaba a punto de dar con lo que buscaba, el morro pegado al suelo, algo enloquecido de contento antes de hallarlo. Ella se posiciono en un lugar en el que el cuerpo de Jack quedaba oculto de la vista por las excavadoras que de costumbre aplanaban los montones. De las zonas chamuscadas salia el humo a ratos. Un olor acre. Se posiciono. Habia elegido el sitio con esmero. El perro, un animal alargado y gris, se largo con una mazorca en la boca.

Las gaviotas se plantaron sobre la basura, cuerpos ocasionalmente extendidos, batiendo las alas. Habia latas de Ajax y de sopa Campbell. De Maxwell House, de Pepsi-Cola, de ketchup Heinz, de Budweiser. Odiaba el modo de caminar de las gaviotas. En tierra eran feisimas, sobre todo tan cerca, con el pecho henchido, rechonchas. Basura quemada. Escocia, amarga, caustica.

Jack estaba sentado con las piernas cruzadas. Lo supo desde el primer vistazo. Ese tocon era Jack. Mientras aun estaba en el coche echo otro vistazo que tal vez duro dos segundos. Tenia la cabeza inclinada sobre el pecho, negra, amustiada de mala manera. No hubiera sabido que se trataba de Jack de no ser por la nota que dejo, diciendoles donde estaba, avisandoles de que estuvieran preparados. Tras ese segundo vistazo tuvo la diligencia de interponer un objeto de grandes dimensiones entre el cuerpo de Jack y ella. Primero el coche, ahora la excavadora. Estaba encogido, descolorido, quemado por entero, hasta los musculos, los tendones, los nervios, los vasos sanguineos, los huesos. Tenia los brazos delante, las manos cruzadas mas o menos en el mismo punto que los tobillos. Habia parecido algo ceremonial, el resultado de una indagacion a fondo por su parte. Ella desde luego lo penso. Penso en cincuenta cosas distintas, revueltas todas, unas con otras, retazos fotograficos. Recordo haberse preguntado si tuvo que poner de su parte una gran fuerza de voluntad para mantener el cuerpo en esa posicion durante el tiempo que tardo el fuego en negar toda semejanza de eleccion consciente. Las gaviotas batian las alas, graznaban.

Vio a Ethan desembarazarse de tres policias y un civil, este ultimo al parecer el operario de la excavadora. Pammy dio por sentado que habia encontrado el cadaver y habia llamado a la policia. Ethan se acerco hacia ella. Masticaba chicle. Tenia un extrano aire de amenaza, un desmadejamiento en el cuerpo. Parecia adentrarse en el suelo segun caminaba, empequenecerse mientras se acercaba, tornarse mas peligroso al avanzar, como si ya no poseyera la fuerza de aglutinacion, el grado de concentracion que impide que se astillen las personas.

– Si, con gasolina -dijo-. Hay una lata grande tirada a su lado.

– Quemado.

– El mismo se prendio fuego.

– Se rocio con la gasolina.

– Si, y se pego fuego.

Sostuvo a Ethan por la camisa, retorciendo el tejido entre ambas manos. Llego una ambulancia, volvieron a esparcirse las gaviotas. Ethan alejo la mirada hacia los arboles, pensando en algo. Pero sin fuerza, sin embargo, sin decision. Igual pudiera haber tratado de recordar la secuencia de los acontecimientos de una anecdota. O tal vez algo que presuntamente tenia que hacer. Un recado, cualquier pequenez. Habian salido los de la ambulancia. Pammy no tenia ganas de pensar en la mecanica de lo que sucediera a continuacion, ni tampoco de oir voces a lo lejos, ni ruidos, los ruidos que fuera preciso hacer. Varias gaviotas levantaron el vuelo, despegando del suelo las escualidas patas, las alas ondeando, el aire revuelto alrededor. Solto la camisa de Ethan y se volvio hacia el bosque tapandose los oidos con las manos.

Contuvo la respiracion durante un rato. Durante ese lapso oyo, o sintio bajo cada mano, donde se cubria las orejas, un subrugido constante, una presion, un espacio oceanico, amortiguado, su propio cascaron enroscado, su calizo armazon para el mundo de los ninos, todas las cosas suaves, el indulgente ronroneo de los animales al sol. Cuando solto el aire, el rugido seguia ahi. Pensaba que una cosa y la otra estaban relacionadas.

Se concentro en los objetos. Tenia las manos entrelazadas con fuerza tras la nuca. Habia una razon de que asi fuera, pero no deseaba saber que razon pudiera ser. Estudio las rocas cubiertas por el musgo.

Se le iba metiendo dentro. Se le agolpaba. Si destensara el cuerpo sentiria, penso, algo irrevocable, algo irrevocable y lunatico, algo irrevocable y totalmente enloquecido, a punto de suceder. Nada tenia nombre. Proclamo que todo carecia de nombre. Todo quedaba comprimido en un bloque. Trato de sobreponerse a la tendencia de aplicar propiedades al bloque. Eso le llevaria a los nombres.

Ethan volvio al cabo de un rato. Caminaron hacia el coche. La ambulancia y uno de los coches de policia ya no estaban alli. Ella iria con el policia. El otro hombre habia subido a la excavadora y estaba alli sentado, fumando.

– Son muy amables. No podrian ser mas amables.

– ?Cuanto tiempo estaras con ellos?

– Me llevaran de vuelta en cuanto terminemos. A menos que no quieras ir alli. Puedes venir con nosotros.

– Ethan, ?que es lo que hizo Jack?

– No lo se.

– Quiero decir… ?que hizo?

En la casa, recogio y limpio. Puso cada cosa en su sitio original. Queria que todo quedase como estaba cuando llegaron. Sono el telefono. Era Lyle. Le conto lo de Jack, comenzando un largo y a veces delirante monologo. Recayo en el relato de suenos recientes. Trato de hablar entre periodos de bostezos que eran como ataques, algun flujo autonomo del aparato nervioso. Lyle la pudo calmar a la larga. Le resumio lo ocurrido en frases cortas, meros enunciados. Parecio servir de ayuda el descomponer la historia en segmentos coherentes. Suavizo el tormento surreal, la sensacion de aberracion. Oir la secuencia reafirmada de manera inteligible le supo en ese momento a algo mas que a mero consuelo. Le aporto un punto focal, un punto diferenciado y nitido, en el que las cosas concebiblemente pudieran desvanecerse al cabo de un rato, caos y divergencias, enemigos de Dios.

– ?Estaras bien?

– Si.

– ?Volvera Ethan pronto?

– Eso creo.

– No sera tan duro cuando dejes de estar sola. Llegara dentro de un rato. Y yo te vere muy pronto. Sera todo mas llevadero cuando vuelvas a la ciudad, con la gente.

– Lo se.

– Dile a Ethan que almorzaremos cuando vuelva. Que me llame, diselo. Quedaremos para almorzar.

– De acuerdo.

– En realidad, ahora mismo no estoy en Nueva York. Estoy en un motel, en el extranjero. Igual da que te lo creas o no. En fin, Canada. Asunto de negocios. Nada especial. Pero me marcho en cuanto cuelgue. Volvere a casa en cuestion de horas.

– Supongo que nos iremos manana, depende.

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