aceptar el miedo como garantia de supervivencia.

Pero los ingenios nucleares estan ahi, fabricados por unos hombres y esperando ser utilizados contra otros hombres. La suprema aspiracion de los humanos estriba en que sigan ahi, quietos, en los arsenales, es decir, que no lleguen a emplearse. Pero en este caso y aun en el mas positivo de que se llegase a un acuerdo de desarme general y completo, ?que hacer con ellos?; ?que hacer con este elemento devastador cuidadosamente embotellado a lo largo de un cuarto de siglo? ?Lanzarlo al mar? ?Enterrarlo? ?Es que desconocemos, acaso, las propiedades letales de los isotopos radiactivos? ?No sabemos que el aire, el agua y la tierra contaminados envuelven un riesgo inmediato para la vida? En Hanford, estado de Washington, en las proximidades del rio Columbia, hay enterrados 124 tanques de acero y hormigon, los cuales contienen mas de 200 millones de litros de desechos radiactivos; cantidad que, al ritmo de crecimiento actual, puede multiplicarse por ciento en el ano 2000. Estos tanques y sus posibles filtraciones son celosamente vigilados, pero a juicio de geologos norteamericanos, tal vez bastaria un terremoto de las modestas proporciones del de 1918, conocido como «el terremoto de Corfu», para agrietar estos recipientes y liberar la radiactividad que contienen. Los efectos de esta averia, en opinion de cientificos competentes, serian tan desastrosos como los que podria ocasionar una guerra nuclear en la que se empleasen todas las reservas atomicas actuales, ya que la radiactividad que almacena uno solo de estos tanques equivale, segun Sheldon Novice, «a la producida por todas las armas nucleares probadas desde 1945». Esta es nuestra situacion en la paz atomica mediada la decada de los setenta.

Mas con ser esta la novedad mas ruidosa, tampoco podemos olvidar la actividad de los pueblos por alcanzar la hegemonia en otros terrenos, como, por ejemplo, la guerra quimica y biologica. La bomba atomica, por mas moderna, parece resumir la mayor posibilidad catastrofica que somos capaces de imaginar, pero no hay que olvidar la evolucion de las armas bacteriologicas, cuyo almacenaje no ocupa lugar y su produccion es infinitamente mas barata que aquella y esta, por tanto, al alcance de los pueblos pobres. Segun Milton Leitenkey, la potencia destructiva de estas armas equivale a la de las atomicas y el agente portador de la enfermedad puede viajar tan concentrado que, en muchos casos, son suficientes unos pocos gramos, estrategicamente distribuidos, para acabar con la poblacion del mundo. Tenemos el caso de la psitacosis, donde los virus necesarios para destruir hasta el ultimo rastro de vida caben en una docena de huevos de gallina, o el de la brucelosis-letal, resistente a toda vacuna, que puede concentrarse en una pasta, a razon de 2.500 millones de bacterias por gramo, en la seguridad de que bastarian cincuenta gramos para borrar al hombre del planeta. La tecnica de la dispersion ha alcanzado asimismo un alto nivel de perfeccion y variedad: fumigaciones aereas, disolucion en las aguas de los rios, formacion de nubes artificiales mediante generadores o produccion de insectos en masa. A este respecto, los japoneses, maestros en la mecanica menuda, han llegado a producir diez litros de pulgas portadoras de microbios - alrededor de los treinta y cinco millones de individuos- en el breve plazo de un mes. Tampoco en este aspecto cabe descartar el accidente, ya que hace apenas seis anos, al ser rociado con un organofosfato muy toxico el campo de pruebas de Utah, por la aviacion norteamericana, las particulas, arrastradas por un viento imprevisto, ocasionaron la muerte fulminante de los rebanos de ovejas que pastaban en las laderas de Skull y Rush. a cincuenta kilometros de distancia.

Esto supone que el hombre se ha acomodado a vivir sobre un volcan. Pero «vivir sobre un volcan» era, hasta el dia, una situacion accidental, esto es, que se le imponia, no buscada por el. Lo insensato es que el evolucionado hombre del siglo XX haya encendido el volcan para despues, tranquilamente, instalarse a vivir en sus faldas.

Un ultimo extremo interesante, dentro de esta fiebre de dominacion y poder que nos invade, es el incesante perfeccionamiento de instrumentos audiovisuales, escrutadores de la intimidad, que han venido a destruir la confianza en el hombre y a deteriorar seriamente su sensibilidad. En esta direccion, bien podemos asegurar que la tecnica se ha pasado, de tal modo que muchas de sus consecuencias resultan ya irreversibles. El ansia de poder de unos hombres sobre otros, la obsesion de control de las palabras de los subditos por parte de los gobiernos, hace tiempo que desbordaron resortes tan primarios como la censura de correspondencia y la intervencion telefonica. Estos medios sin duda alguna corresponden a la prehistoria de las tecnicas de intromision audiovisuales. Recientes escandalos han evidenciado a que increible grado de perfeccion han llegado los mecanismos de espionaje. La revista El Correo de la Unesco denunciaba, no hace muchos meses, estos hechos como atentatorios contra la intimidad del hombre. Pero, yo me pregunto: ?dispone el hombre de algun recurso contra esta carrera desenfrenada de la tecnica, fuera del viejo y elemental recurso del pataleo? El hombre actual se sabe vigilado o, lo que quiza es peor, siente constantemente sobre si la posibilidad de ser vigilado. En este punto, la tecnica viene haciendo autenticas maravillas. La miniaturizacion de los ingenios, permite, por ejemplo, que un microfono del tamano de un grano de arroz colocado en la rendija de una puerta nos informe de lo que se habla detras de ella. Mejor aun: un microfono de contacto mas chico que una nuez, adosado al exterior de una casa, puede registrar una conversacion sostenida en el interior por las vibraciones del muro. Un telescopio, no mas largo que un lapicero, conectado a una camara fotografica, es capaz de reproducir lo que estamos escribiendo en una cuartilla a cien metros de distancia, es decir, dos o tres veces la anchura de una calle normal. Mediante una bombilla de apariencia inocua pero emisora de rayos infrarrojos, es posible obtener fotografias en la oscuridad. Y basta una linternita no mayor que un alfiler para inspeccionar el contenido de una carta sin necesidad de violar el sobre.

Esta tecnica, enlazada a la de las computadoras, haria posible, segun El Correo de la Unesco , almacenar veinte folios de informacion sobre cada ser humano en apenas diez cintas de dos centimetros y medio de ancho por mil quinientos metros de longitud. O sea, basta una caja de cerillas para archivar datos de computadora que, de estar impresos, no cabrian en una catedral. El mismo Correo nos informa de que una empresa americana en liquidacion por quiebra puso en venta tres millones de expedientes relativos a otros tantos ciudadanos, y un consorcio de aquel mismo pais ha preparado, mediante computadoras, datos referentes a la situacion economica de cien millones de personas, exactamente la mitad de la poblacion.

Si agregamos a estos progresos la creciente difusion de las grabadoras, la utilizacion de tecnicas de deteccion de mentiras, el lavado de cerebro, la publicidad subliminal, el refinamiento de los metodos de tortura, y el uso, cada dia mas extendido, de las evaluaciones psicofisiologicas de la personalidad, concluiremos que los mundos de pesadilla imaginados un dia por Huxley y Orwell han sido practicamente alcanzados. El afan de dominacion del hombre sobre el hombre y de la organizacion sobre el hombre no se para en barras. Por otro lado, el vacio, cada dia mas profundo, entre la tecnica y la ley, acrecienta nuestro desvalimiento al tiempo que aumenta el desasosiego y el miedo. La Unesco recomienda, es verdad, a los Estados, la asuncion de unas normas base para la formulacion de un codigo internacional que proteja el derecho a la vida privada. Pero uno se pregunta, lleno de zozobra y ansiedad: ?no seran los Estados los primeros interesados en tolerar tales aberraciones si el uso de las tecnicas mencionadas viene a consolidar su autoridad y su poder? Y ante esta posibilidad estremecedora se abre la gran interrogante: ?no se nos habran escapado de las manos las fuerzas que nosotros mismos desatamos y que creimos controlar un dia?

V LA NATURALEZA AGREDIDA

Esta sed insaciable de poder, de elevarse en la jerarquia del picoteo, que el hombre y las instituciones por el creadas manifiestan frente a otros hombres y otras instituciones, se hace especialmente ostensible en la Naturaleza. En la actualidad la abundancia de medios tecnicos permite la transformacion del mundo a nuestro gusto, posibilidad que ha despertado en el hombre una vehemente pasion dominadora. El hombre de hoy usa y abusa de la Naturaleza como si hubiera de ser el ultimo inquilino de este desgraciado planeta, como si detras de el no se anunciara un futuro. La Naturaleza se convierte asi en el chivo expiatorio del progreso. El biologo australiano Macfarlane Burnet, que con tanta atencion observa y analiza la marcha del mundo, hace notar en uno de sus libros fundamentales que «siempre que utilicemos nuestros conocimientos para la satisfaccion a corto plazo de nuestros deseos de confort, seguridad o poder, encontraremos, a plazo algo mas largo, que estamos creando una nueva trampa de la que tendremos que librarnos antes o despues». He aqui, sabiamente sintetizado, el gran error de nuestro tiempo. El hombre se complace en montar su propia carrera de obstaculos. Encandilado por la idea de progreso tecnico indefinido, no ha querido advertir que este no puede lograrse sino a costa de algo. De este modo hemos caido en la primera trampa: la inmolacion de la Naturaleza a la Tecnologia. Esto es de una obviedad concluyente. Un principio biologico elemental dice que la demanda interminable y progresiva de la industria no puede ser atendida sin detrimento por la Naturaleza, cuyos recursos son finitos. Toda idea de futuro basada en el crecimiento ilimitado conduce, pues, al desastre. Paralelamente, otro principio basico incuestionable es que todo complejo industrial de tipo capitalista sin expansion ininterrumpida termina por morir. Consecuentemente con este segundo postulado, observamos que todo pais industrializado tiende a crecer, cifrando su desarrollo en un aumento anual que oscila entre el dos y el cuatro por ciento de su producto nacional bruto. Entonces, si la industria, que se nutre de la Naturaleza y envia los detritus de su digestion a la Naturaleza, no cesa de expansionarse, dia llegara en que esta no pueda atender las exigencias de aquella ni asumir sus desechos; ese dia quedara agotada. La novelista americana Mary McCarthy hace decir a Kant redivivo, en una de sus ultimas novelas, que «la Naturaleza ha muerto». Evidentemente la novelista anticipa la defuncion, pero, a juicio de notables naturalistas, tal vez no en mucho tiempo, ya que para los redactores del Manifiesto para la supervivencia, de no alterarse las tendencias del progreso «la destruccion de los sistemas de mantenimiento de la vida en este planeta sera inevitable, posiblemente a finales de este siglo, y con toda seguridad, antes de que desaparezca la generacion de nuestros hijos». Robert Heilbroner, algo mas optimista, aplaza este dia terrible, que ya ha dado en llamarse «el Dia del Juicio Final», para dentro de unos siglos, en tanto Barry Commoner lo reduce a cinco lustros: «Aun es tiempo -dice este-, quiza una generacion, dentro del cual podamos salvar el medio ambiente de la violenta agresion que le hemos causado». Para Commoner, la decada que estamos viviendo, la decada de los 70, «es un plazo de gracia para corregir las incompatibilidades fundamentales», ya que, de no hacerlo asi, en los tres lustros siguientes la Humanidad sucumbira. A mi juicio, no importa tanto la inminencia del drama como la certidumbre, que casi nadie cuestiona, de que caminamos hacia el. Michel Bosquet dice, en Le Nouvel Observateur, que «a la Humanidad que ha necesitado treinta siglos para tomar impulso, apenas le quedan treinta anos para frenar ante el precipicio».

Como se ve, el problema no es baladi. Lo expuesto no es un relato de ciencia-ficcion, sino el punto de vista de unos cientificos que han dedicado todo su esfuerzo al estudio de esta cuestion, la mas compleja e importante, sin duda, que hoy aqueja a la Humanidad.

La Naturaleza ya esta hecha, es asi. Esto, en una era de constantes mutaciones, puede parecer una afirmacion retrograda. Mas, si bien se mira, unicamente es retrograda en la apariencia. En mi obra El libro de la caza menor, hago notar que toda pretension de mudar la Naturaleza es asentar en ella el artificio, y por tanto, desnaturalizarla, hacerla regresar. En la Naturaleza, apenas cabe el progreso. Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente, es retroceder. Empero, el hombre se obstina en mejorarla y se inmiscuye en el equilibrio ecologico, eliminando mosquitos, desecando lagunas o talando el revestimiento vegetal. En puridad, las relaciones del hombre con la Naturaleza, como las relaciones con otros hombres, siempre se han establecido a palos. La Historia de la Humanidad no ha sido otra cosa hasta el dia que una sucesion incesante de guerras y talas de bosques. Y ya que, inexcusablemente, los hombres tenemos que servirnos de la Naturaleza, a lo que debemos aspirar es a no dejar huella, a que se «nos note» lo menos posible. Tal aspiracion, por el momento, se aproxima a la pura quimera. El hombre contemporaneo esta ensoberbecido; obstinado en demostrarse a si mismo su superioridad, ni aun en el aspecto demoledor renuncia a su papel de protagonista. En esta cuestion, el hombre-supertecnico, armado de todas las armas, espoleado por un afan creciente de dominacion, irrumpe en la Naturaleza, y actua sobre ella en los dos sentidos citados, a cual mas deplorable y desolador; desvalijandola y envileciendola.

VI LA NATURALEZA DESVALIJADA

La pueril idea de un mundo inmenso, inabarcable e inagotable, que acompana al hombre desde su origen, se esfuma a mediados de este siglo con la aparicion de aviones supersonicos que cinen su cintura -la del mundo- en una hora y con el primer hombre que pone su pie en la Luna. Las fotografias tomadas desde los cohetes lunares muestran al planeta Tierra como un pequeno punto azul en el firmamento, lo que equivale a reconocer que cien mil millones de otras galaxias pueden albergar, cada una, cientos de miles de sistemas solares semejantes al nuestro. La tecnica, que puede mucho, evidencia que somos poco. Esto supone para el orgullo del hombre, en cierto modo, una humillacion, pero tambien una toma de conciencia: la de estar embarcado en una nave cuya despensa, por abastecida que quiera estar, siempre sera limitada. Esta conviccion destruye la idea peregrina de la infinitud de recursos y presenta, a cambio, de cara al futuro, el posible fantasma de la escasez. Merced al perfeccionamiento de las tecnicas de prospeccion, el hombre empieza a tocar ya las tristes consecuencias del despilfarro iniciado con la era industrial. La advertencia de la Oficina de Minas de los Estados Unidos al respecto es sumamente precisa: las reservas mundiales de plomo, mercurio y platino pueden durar diez anos; quince, las de estano y cinc, veinticinco, mas o menos, las de cobre, y las de hierro y petroleo apenas setenta. ?Que suponen estos plazos en la vida de la Humanidad? En rigor, algo tan insignificante que sobrecoge pensarlo. Pues bien, estos recursos, vitales para nuestra economia, se acaban y no son recuperables. ?Que hara nuestro flamante hombre industrial el dia que los yacimientos de mercurio, plomo, cobre, cinc, estano, hierro y petroleo se hayan agotado? Es dificil imaginarlo, pero por lo que atane a este ultimo -el oro negro- ya hemos podido vislumbrarlo en Europa durante la pequena crisis de abastecimiento que estamos pasando. Una pregunta clave se impone, sin embargo: este consumo exagerado de recursos esenciales ?es excesivo por exigencias normales de la industria o por una tendencia a la dilapidacion que

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