de la vida, desde las formas organicas inferiores hasta los seres superiores, pensantes.
Veda Kong, se volvio de la pantalla, donde tenia clavados los ojos, como hipnotizada, y dirigio a Dar Veter una mirada interrogante. Este le sonrio, asintiendo aprobatorio. Ella alzo con orgullo la cabeza y, tendiendo las manos hacia adelante, se dirigio de nuevo a sus desconocidos e invisibles oyentes que, dentro de trece anos, recibirian sus palabras y verian su imagen:
«Esta es nuestra historia, este es el aspero, largo y complejo camino recorrido hasta remontar las cimas del saber. ?Hermanos nuevos, unios a nosotros en el Gran Circuito para llevar a todos los confines del inabarcable Universo la poderosa fuerza de la razon, venciendo a la materia inerte, sin vida!
La voz de Veda vibraba triunfante, como si hubiera adquirido el vigor de todas las generaciones terrenas, capaces de hacer llegar sus pensamientos mas alla de los limites de nuestra Galaxia, a otras islas astrales del Cosmos.
Oyose un prolongado golpe de gong: Dar Veter habia empujado la palanca, interrumpiendo la corriente transmisora de energia. La pantalla se apago. En el transparente panel de la derecha continuaba iluminada la columna del canal conductor.
Veda, cansada y silenciosa, hecha un ovillo, se hundio en un gran sillon. Dar Veter invito a Mven Mas a que se sentara ante el pupitre de comando e inclinose sobre su hombro. En el completo silencio que reinaba, apenas se oia, de vez en cuando, el leve chasquido de las manijas. Inopinadamente, desaparecio la pantalla de marco de oro y en su lugar abriose una sima de profundidad inaudita. Veda Kong, que veia por vez primera aquel prodigio, no pudo contener una exclamacion de asombro. Y en rigor, hasta a quienes conocian bien los secretos de la interferencia compleja de las ondas luminosas, que daban aquella amplitud y hondura de perspectiva, el espectaculo les parecia siempre maravilloso.
La oscura superficie de un planeta extrano se aproximaba, viniendo de muy lejos y aumentando de tamano a cada segundo. Se trataba de un sistema extraordinariamente raro de estrella doble, en el que dos soles se equilibraban de manera que la orbita de su planeta resultaba ser regular y hacia posible la vida en este. Ambos soles — uno anaranjado y el otro escarlata — eran mas pequenos que el nuestro y alumbraban los hielos, que parecian rojos, de un mar congelado. Al borde de una meseta negra, entre enigmaticos reflejos violaceos, se divisaba un gigantesco y bajo edificio pegado a la tierra.
El rayo visual, clavandose en la azotea, parecio atravesar la techumbre, y todos vieron a un hombre de piel gris, ojos redondos, como los de las lechuzas, circundados de argentado plumon. Era de elevadisima estatura, pero muy delgado, con largas extremidades semejantes a tentaculos. Despues de hacer una grotesca inclinacion de cabeza, a modo de precipitado saludo, fijo en la pantalla sus ojos impasibles como dos objetivos y abrio una boca sin labios, tapada por una valvula de piel blanda, en forma de nariz. Inmediatamente, oyose la armoniosa y dulce voz de la maquina de traducir:
— Habla Zaf Ftet, encargado de la informacion exterior, el sesenta y uno del Cisne. Hoy transmitimos para la estrella amarilla STL 3388+04ZhF… Transmitimos para…
Dar Veter y Yuni Ant cambiaron una mirada, mientras Mven Mas apretaba por un instante la mano de Dar Veter. Eran los llamamientos galacticos de la Tierra, mejor dicho, de nuestro sistema planetario solar, considerado en un tiempo por los observadores de otros mundos como un solo gran satelite que daba cada cincuenta y nueve anos terrestres una vuelta alrededor del Sol. Durante este periodo se producia una vez la oposicion de Jupiter y de Saturno, que desplazaba el Sol, visiblemente para los astronomos, de las estrellas vecinas. En ese mismo error habian incurrido tambien nuestros astronomos con respecto a numerosos sistemas planetarios, cuya existencia cerca de diversas estrellas habia sido descubierta ya en tiempos remotos, Yuni Ant, con mas premura que al comienzo de la emision, comprobo el reglaje de la maquina mnemotecnica y las indicaciones de los aparatos OES que velaban celosamente por el buen funcionamiento.
La voz impasible del interprete electronico continuo diciendo:
— Hemos recibido perfectamente la emision de la estrella… — y de nuevo se oyeron una serie de cifras y unos sonidos intermitentes —, de un modo casual, fuera de las horas en que emite el Gran Circuito. Ellas no han descifrado el lenguaje del Circuito y gastan energia en vano, lanzando sus mensajes en las horas de silencio. Nosotros les hemos contestado en el periodo de sus emisiones; los resultados seran conocidos dentro de unas tres decimas de segundo… — la voz se callo. Los aparatos de senales continuaron encendidos, a excepcion del circulillo verde.
— Hasta ahora se desconocen las causas de estas interrupciones. Puede que se deban al famoso campo neutro de los astronautas que se interpone entre nosotros — explico Yuni Ant a Veda.
— Tres decimas de segundo galactico significa cerca de seiscientos anos de espera — rezongo enfurrunado Dar Veter —. ?Y que falta nos hace eso?
— Por lo que yo he podido comprender, la estrella con la que han enlazado es la Epsilon del Tucan, constelacion del cielo austral — tercio Mven Mas — que esta situada a noventa parsecs, lo que constituye casi el limite de nuestra comunicacion permanente.
Mas alla de Deneb no la hemos establecido aun.
— ?No captamos acaso el centro de la Galaxia y los cumulos globulares? — pregunto Veda Kong.
— Si, pero irregularmente, de un modo fortuito o por medio de las maquinas mnemotecnicas de otros miembros del Circuito que forman una cadena tendida a traves de los espacios de la Galaxia — repuso Mven Mas.
— Las informaciones enviadas hace milenios y decenas de miles de anos no se pierden en el espacio y acaban por llegar a nosotros — agrego Yuni Ant.
— Por consiguiente, ?juzgamos de la vida y los conocimientos de las gentes de otros mundos muy distantes con un retraso que, por ejemplo, para la zona centro de la Galaxia es de veinte mil anos?
— Si; lo mismo cuando se transmiten las grabaciones por las maquinas mnemotecnicas de los mundos proximos que cuando son captadas por nuestras estaciones receptoras; los mundos lejanos aparecen ante nosotros tal y como eran en tiempos muy remotos.
Vemos a personas muertas y olvidadas en sus respectivos mundos hace muchisimos anos.
— ?Sera posible que, a pesar de haber conseguido tan gran dominio sobre la naturaleza, no podamos hacer nada en este caso? — comento Veda con infantil indignacion —. ?No seremos capaces de hallar mas medios para alcanzar los mundos lejanos que los rayos ondulares o fotonicos?
— ?Yo comprendo perfectamente su afan, Veda! — exclamo Mven Mas.
— En la Academia de los Limites del Saber — tercio en la conversacion Dar Veter — se hacen proyectos para vencer el espacio, el tiempo, la atraccion; se estudian las mas profundas bases del Cosmos. Pero hasta ahora no han llegado a la fase de los ensayos y no han podido…
Inopinadamente, el circulillo verde se ilumino, y Veda volvio a sentir vertigo al ver hundirse la pantalla en el insondable abismo de los espacios cosmicos.
Los nitidos contornos de la imagen demostraban que se trataba de una grabacion de maquina mnemotecnica y no de una captacion directa.
Al principio, surgio la superficie de un planeta, visto indudablemente desde una estacion exterior. Un sol inmenso, de un color violeta palido y tan incandescente que parecia irreal, banaba con sus penetrantes rayos las nubes azules de su atmosfera.
— Esa es la Epsilon del Tucan, estrella de temperatura elevadisima, perteneciente a la clase B9 y setenta y ocho veces mas luminosa que nuestro Sol — dijo Mven Mas en voz muy queda.
Dar Veter y Yuni Ant asintieron con la cabeza.
La sorprendente vision cambio, como si se contrajera y descendiese a ras de la tierra de un modo desconocido.
A gran altura, alzabanse las cupulas de unas montanas que parecian de cobre fundido.
Una roca o un metal ignoto, de estructura granulosa, refulgia a la luz deslumbradora del sol aquel. E incluso en la imperfecta transmision de los aparatos, aquel inundo desconocido tenia un esplendor solemne, triunfal.
Los resplandores del sol rodeaban las cobrizas montanas de un halo rosaceoargentado que se reflejaba, en ancho camino, sobre las lentas olas de un mar violeta. Sus aguas de amatista parecian densas y lanzaban rojos destellos, como un centelleo de pequenos ojos vivos. Las olas lamian el gran pedestal de una estatua gigantesca que, lejos de la orilla, se alzaba en orgullosa soledad. Era una figura de mujer, tallada en piedra de color grana, que, con la cabeza echada hacia atras y como en extasis, tendia las manos hacia la ardiente boveda del cielo. Podia ser muy bien la imagen de una hija de la Tierra, y su completo parecido con nuestras mujeres sorprendia