con la experiencia; la primera muerte habia sido mucho mas sencilla doscientos anos atras.

V. EL SINDROME DE LA «BOUNTY»

31. Peticion

Aunque el capitan Sirdar Bey habria negado tener siquiera un miligramo de supersticion en su cuerpo, siempre empezaba a preocuparse cuando las cosas iban bien. Hasta entonces, Thalassa habia sido un lugar demasiado bueno para ser cierto; todo se habia desarrollado de acuerdo con el plan mas optimista. El escudo se estaba construyendo en los plazos previstos, y no habia absolutamente ningun problema del que mereciera la pena hablar.

Pero ahora, en espacio de veinticuatro horas…

Podia haber sido mucho peor, desde luego. El comandante en jefe Lorenson habia tenido mucha, mucha suerte… gracias a ese chico, tendrian que hacer algo por el. Segun los medicos, habia estado tremendamente cerca. Unos minutos mas, y el dano en el cerebro habria sido irreversible.

Irritado por dejar que su atencion se distrajera de problema inmediato, el capitan releyo el mensaje que ya sabia de memoria:

EMISORA DE LA NAVE: SIN FECHA NI HORA

A: EL CAPITAN

DE: ANONIMO

Senor: algunos de nosotros deseamos hacerle la siguiente propuesta, que le presentamos para que la someta a profunda reflexion. Sugerimos que nuestra mision quede finalizada en Thalassa. Todos sus objetivos seran realizados sin los riesgos adicionales que implica la reanudacion del viaje a Sagan Dos.

Somos absolutamente conscientes de que esto provocara problemas con la poblacion nativa, pero creemos que pueden solucionarse con la tecnologia que poseemos: en concreto, el uso de ingenieria tectonica para incrementar el area de tierra habitable. De acuerdo con las Ordenanzas, Seccion 14, Parrafo 24 (a), pedimos, con todos los respetos, que sea convocado el Consejo de la Nave para discutir esta cuestion en el plazo mas breve posible.

— Bien. ?Comandante Malina? ?Embajador Kaldor? ?Algun comentario?

Los dos invitados de la habitacion privada del capitan, espaciosa pero amueblada con sencillez, se miraron simultaneamente. Entonces Kaldor hizo un signo afirmativo casi imperceptible al segundo comandante, y confirmo su renuncia a la prioridad bebiendo otro sorbo lento y deliberado del excelente vino thalassano que les habian proporcionado sus anfitriones.

El segundo comandante Malina, que parecia estar mas comodo entre maquinas que entre personas, miro el impreso con tristeza.

— Al menos, es muy cortes.

— Faltaria mas — dijo el capitan Bey con impaciencia—. ?Tiene la menor idea de quien podria haberlo enviado?

— En absoluto. A excepcion de nosotros tres, me temo que tenemos 158 sospechosos.

— 157 —intervino Kaldor—. El comandante en jefe Lorenson tiene una coartada excelente. Estaba muerto en aquellos momentos.

— Eso no estrecha mucho el circulo — dijo el capitan, esbozando una debil sonrisa—. ?Tiene usted alguna teoria, doctor?

«Claro que si —penso Kaldor—. He vivido en Marte durante dos de sus largos anos; apostaria por los sabras. Pero es solo una corazonada, y puedo estar equivocado…»

— Aun no, capitan. Pero mantendre los ojos abiertos. Si descubro algo, le informare… en lo posible.

Los dos oficiales le entendieron a la perfeccion. En su papel de consejero, Moses Kaldor no era responsable ni siquiera ante el capitan. A bordo de la Magallanes era lo mas parecido a un padre confesor.

— Supongo, doctor Kaldor, que me lo hara saber…si descubre alguna informacion que pueda poner en peligro esta mision.

Kaldor vacilo, y luego movio ligeramente la cabeza en senal afirmativa. Esperaba no encontrarse en el tradicional dilema del sacerdote que recibia la confesion de un asesino…que todavia estaba planeando su crimen.

«No estoy recibiendo mucha ayuda — penso amargamente el capitan—. Pero tengo absoluta confianza en estas dos personas y necesito a alguien en quien confiar. Aun cuando la decision final deba ser mia… «

— La primera pregunta es: ?debo responder a este mensaje o hacerle caso omiso? Ambos gestos podrian ser arriesgados. Si es solo una sugerencia aislada (puede que de un unico individuo y escrita en un momento de trastorno psicologico), podria ser poco inteligente tomarselo demasiado en serio. Pero si viene de un grupo determinado, entonces quizas un dialogo pueda ayudar. Podria aliviar la situacion. Tambien podria identificar a los implicados.

«Y, ?que se hace entonces? ?Ponerles grilletes?», se pregunto el capitan.

— Creo que deberia hablar con ellos — dijo Kaldor—. Los problemas rara vez desaparecen al no hacerles caso.

— Estoy de acuerdo — dijo el segundo comandante Malina—. Pero estoy seguro de que no es nadie de las tripulaciones de Propulsion ni de Energia. Los conozco a todos desde que se graduaron… o de antes.

«Podrias llevarte una sorpresa. ?Quien conoce de verdad a alguien?», penso Kaldor.

— Muy bien — dijo el capitan, poniendose en pie—. Eso es lo que ya habia decidido. Y, por si acaso, creo que sera mejor que repase algo de historia. Recuerdo que Magallanes tuvo algunos problemas con su tripulacion.

— Desde luego que los tuvo — contesto Kaldor—. Pero confio en que usted no tenga que abandonar a nadie en una isla desierta.

«O ahorcar a uno de sus capitanes», anadio para si; no habria sido muy oportuno mencionar ese fragmento de historia en particular.

Y habria sido aun peor recordarle al capitan Bey (?aunque, sin duda, no podia haberlo olvidado!) que el gran navegante habia sido asesinado antes de que pudiera completar su mision.

32. Clinica

En esta ocasion, el retorno a la vida no habia sido preparado tan cuidadosamente por adelantado. El segundo despertar de Loren Lorenson no fue tan confortable como el primero; de hecho, fue tan desagradable que a veces deseaba haber permanecido hundido en el olvido.

Cuando recupero una semiinconsciencia, lo lamento rapidamente. Tenia tubos que le penetraban en la garganta y alambres unidos a los brazos y las piernas. ?Alambres! Sintio un panico repentino al recordar aquellos tirones mortales que le llevaban al fondo; luego controlo sus emociones.

Ahora tenia otra cosa por la que preocuparse. Parecia que no estaba respirando; no podia detectar ningun movimiento de su diafragma. «?Que extrano…! Oh, supongo que han desviado el aire de los pulmones…»

Sus monitores debieron de alertar a una enfermera, porque de repente sono una suave voz en su oido y sintio que una sombra caia sobre sus parpados, los cuales se sentia demasiado cansado para levantar.

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