— No mientras la Magallanes este todavia en orbita.

Mirissa extendio la mano en la oscuridad hacia el extrano que se hallaba junto a ella. Al menos, el no se aparto.

— Brant — dijo—, nunca quise que pasara esto. Y estoy segura de que tampoco lo ha querido Loren.

— Eso no ayuda mucho, ?no crees? Francamente, no puedo entender que ves en el.

Mirissa casi sonrio. Se pregunto cuantos hombres habrian dicho eso a cuantas mujeres en el transcurso de la historia humana. Y cuantas mujeres habian dicho:

«?Que has visto en ella?»

No habia forma de contestar, por supuesto; incluso intentarlo solo empeoraria las cosas. Sin embargo, a veces ella habia intentado, para su propia satisfaccion, distinguir que era lo que les habia unido a Loren y a ella desde el mismo momento en que habian clavado la mirada el uno en el otro.

La mayor parte era la misteriosa quimica del amor, que escapaba al analisis racional, inexplicable para cualquiera que no compartiese la misma ilusion. Pero habia otros elementos que podian ser identificados claramente y explicados en terminos logicos. Era util saber lo que eran; algun dia (demasiado pronto!) ese conocimiento podria ayudarles a afrontar el momento de la partida.

En primer lugar, estaba el encanto tragico que rodeaba a todos los terricolas; ella no subestimaba su importancia, pero Loren lo compartia con todos sus camaradas. ?Que tenia el que fuera tan especial y que no podia encontrar en Brant?

Como amantes, habia pocas diferencias entre ambos; tal vez Loren era mas imaginativo y Brant mas apasionado… aunque, ?no se habia vuelto un poco indiferente en las ultimas semanas? Ella seria perfectamente feliz con cualquiera de los dos. No, no era eso…

Puede que estuviese buscando un ingrediente que ni siquiera existia. No habia un unico elemento, sino toda una constelacion de cualidades. Su instinto, por debajo del nivel del pensamiento consciente, habia sumado los tantos del marcador; y Loren habia conseguido unos pocos puntos de ventaja sobre Brant. Podia ser asi de sencillo.

Realmente, habia algo en lo que Loren eclipsaba con mucho a Brant. Tenia iniciativa, ambicion… esas cosas que eran tan raras en Thalassa. Indudablemente, habia sido elegido por esas cualidades; las necesitaria en los proximos siglos.

Brant carecia por completo de ambicion, pero no le faltaba iniciativa; su todavia inacabado proyecto de trampa para peces era buena prueba de ello. Todo lo que el pedia del universo era que le proveyera de maquinas interesantes con las que jugar; a veces, Mirissa pensaba que la incluia a ella en esa categoria.

Por el contrario, Loren estaba en la tradicion de los grandes exploradores y aventureros. Ayudaria a hacer historia y no se limitaria a someterse a sus imperativos. Y sin embargo podia ser (no lo bastante a menudo, pero si cada vez con mayor frecuencia) calido y humano. Incluso mientras congelaba los mares de Thalassa, su propio corazon empezaba a deshelarse.

— ?Que vas a hacer en la Isla Norte? — susurro Mirissa. Ya daban por segura la decision de Brant.

— Quieren que vaya a ayudarles a poner a punto el Calypso. Los nortenos realmente no entienden el mar.

Mirissa se sintio aliviada; Brant no iba simplemente a huir: tenia trabajo que hacer.

Trabajo que le ayudaria a olvidar… hasta que, quiza, llegara el momento de volver a recordar.

27. Espejo del pasado

Moses Kaldor sostuvo el modulo cerca de la luz, atisbando en su interior como si pudiese leer su contenido.

— Siempre me parecera un milagro poder sostener un millon de libros entre el pulgar y el indice — dijo—. Me pregunto que habrian pensado Caxton y Gutenberg.

— ?Quienes? — pregunto Mirissa.

— Los hombres que ensenaron a leer a la raza humana. Pero hemos de pagar un precio por nuestro ingenio. A veces tengo una pequena pesadilla: me imagino que uno de estos modulos contiene alguna pieza de informacion absolutamente vital (digamos, la cura de una enfermedad atroz), pero se ha perdido la clave. Esta en una de estos miles de millones de paginas, pero no sabemos en cual. ?Que frustrante seria tener la respuesta en la palma de la mano y no ser capaz de encontrarla!

— No veo cual es el problema — dijo la secretaria del capitan. Como experta en almacenamiento y recuperacion de informacion, Joan LeRoy habia ayudado en las transferencias entre los Archivos de Thalassa y la nave—. Conoceras las palabras clave; lo unico que tienes que hacer es disenar un programa de busqueda. En pocos segundos pueden comprobarse incluso mil millones de paginas.

— Has echado a perder mi pesadilla — suspiro Kaldor. Luego se animo—. Pero a menudo ni siquiera sabes las palabras clave. ?Cuantas veces te has topado con algo que no sabias que necesitabas… hasta que lo has encontrado?

— Entonces es que estas pesimamente organizado — dijo la teniente LeRoy.

Ellos disfrutaban con estos pequenos combates ironicos, y Mirissa no siempre estaba segura de cuando tomarlos en serio. Joan y Moses no trataban de excluirla deliberadamente de sus conversaciones, pero sus mundos de experiencia eran tan sumamente distintos del de ella, que a veces creia que estaba escuchando un dialogo en una lengua desconocida.

— Sea como sea, eso completa el Indice Principal. Cada uno sabe lo que tiene el otro; ahora solo (?solo!) tenemos que decidir que nos gustaria transferir. Puede ser poco conveniente, por no decir caro, cuando nos separen setenta y cinco anos luz.

— Esto me recuerda algo — dijo Mirissa—. Creo que no deberia deciroslo, pero la semana pasada estuvo aqui una delegacion de la Isla Norte. El presidente de la Academia de Ciencias y un par de fisicos.

— Deja que lo adivine. La propulsion cuantica.

— Exacto.

— ?Como reaccionaron?

— Parecian satisfechos, y sorprendidos, de que realmente estuviera ahi. Naturalmente, hicieron una copia.

— Les deseo buena suerte; la necesitaran. Y podrias decirles esto: en una ocasion, alguien dijo que el proposito autentico de la PC no es algo tan trivial como la exploracion del universo. Algun dia, necesitaremos sus energias para detener el colapso del cosmos en el agujero negro primordial… y para iniciar el siguiente ciclo de existencia.

Hubo un tremendo silencio; luego, Joan LeRoy rompio el encantamiento.

— Eso no sucedera durante esta administracion. Volvamos al trabajo. Aun tenemos megabytes que recorrer antes de que podamos dormir.[2]

No todo era trabajo, y habia momentos en que Kaldor no tenia mas remedio que marcharse de la seccion de biblioteca del Primer Aterrizaje para relajarse. Entonces, deambulaba por la galeria de arte, seguia la visita guiada por ordenador a la Nave Madre (nunca seguia la misma ruta dos veces: trataba de cubrir tanto terreno como le fuera posible). No dejaba que el museo le transportara hacia atras en el tiempo.

Habia siempre una larga fila de visitantes (la mayor parte estudiantes, o ninos con sus padres) en las exposiciones de Terrama. A veces, Moses Kaldor se sentia algo culpable de usar su situacion privilegiada para pasar al primer lugar de la cola. Se consolaba con el pensamiento de que los thalassanos tenian toda la vida para disfrutar de estos panoramas del mundo que nunca conocieron; el solo disponia de unos meses para revisar su hogar perdido.

Encontro muy dificil convencer a sus nuevos amigos de que Moses Kaldor no habia estado jamas en los lugares que veian a veces juntos. Todo lo que veian estaba, como minimo, a ochocientos anos de su propio pasado, puesto que la Nave Madre habia salido de la Tierra en 2751 y el habia nacido en 3541. Sin embargo, de vez en cuando se sorprendia al reconocer algo, y algun recuerdo volvia con fuerza casi insoportable.

La representacion «Terraza de Cafe» era la mas extrana y la mas evocadora. El se sentaba a una mesa pequena, bajo un toldo y bebia vino o cafe mientras la vida de una ciudad desfilaba frente a el. En tanto siguiera

Вы читаете Canticos de la lejana Tierra
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату