respuestas SI—NO.
Los primitivos «detectores de mentiras» habian tratado de hacer esto con cierto exito… pero raras veces con absoluta certeza. Habia llevado menos de doscientos anos perfeccionar la tecnologia y revolucionar asi la practica del Derecho, tanto criminal como civil, hasta el punto de que pocos juicios duraban mas de unas cuantas horas.
No era tanto un interrogatorio como una version computerizada «a prueba de trampas» del antiguo juego de las veinte preguntas. En principio, cualquier informacion podia ser desvelada rapida con una serie de respuestas SI—NO, y era sorprendente las pocas veces en que se llegaba a necesitar veinte cuando un humano experto cooperaba con una maquina experta.
Cuando un Owen Fletcher bastante aturdido se levantaba tambaleante de la silla, exactamente una hora despues, no tenia ni idea de lo que le habian preguntado ni como habia respondido. Sin embargo, se sentia bastante seguro de no haber soltado nada.
Tuvo una leve sorpresa cuando el doctor Steiner le dijo alegremente:
— Ya esta, Owen. No le volveremos a necesitar.
El profesor estaba orgulloso de no haber hecho nunca dano a nadie, pero un buen interrogatorio debia tener algo de sadico… aunque solo fuera a nivel psicologico. Ademas, contribuia a su reputacion de infalibilidad, y eso significaba tener ganada la mitad de la batalla.
Espero hasta que Fletcher hubo recuperado su equilibrio y era conducido de vuelta a la celda de arresto.
— Ah, por cierto, Owen… Ese truco con el hielo nunca habria funcionado.
De hecho, si podria haberlo hecho; pero eso ya no tenia importancia. La expresion del rostro del teniente Fletcher ofrecio al doctor Steiner toda la recompensa que necesitaba por el ejercicio de sus considerables habilidades.
Ahora podia volver a dormir hasta que llegasen a Sagan Dos. Pero antes se relajaria y se lo pasaria bien, aprovechando al maximo aquel inesperado interludio.
Al dia siguiente le echaria un vistazo a Thalassa, y quizas iria a nadar a una de aquellas preciosas playas. Pero por el momento, disfrutaria de la compania de un viejo y querido amigo.
El libro que extrajo con reverencia de su equipaje sellado al vacio no era simplemente una primera edicion; era ya la unica edicion. La abrio al azar; despues de todo, se sabia practicamente todas las paginas de memoria.
Empezo a leer y, a cincuenta anos luz de las ruinas de la Tierra, la niebla volvio a caer sobre Baker Street.[4]
— La comparacion de respuestas ha confirmado que solo estaban implicados los cuatro sabras — dijo el capitan Bey—. Podemos dar gracias de que no hubiera necesidad de interrogar a nadie mas.
— Todavia no entiendo como esperaban conseguirlo — dijo con tristeza el segundo comandante Malina.
— No creo que pudieran, pero ha sido una suerte que no hayamos tenido que comprobarlo. De todos modos, aun estaban indecisos.
«El plan A pretendia estropear el escudo. Como ustedes saben, Fletcher estaba en el equipo de ensamblaje y estaba elaborando un esquema para reprogramar la ultima fase del procedimiento de izado. Si se dejaba que un bloque de hielo chocara con un segundo a solo unos pocos metros de distancia… ?ven lo que quiero decir?
«Podia hacerse que pareciera un accidente, pero existia el riesgo de que la subsiguiente investigacion probara rapidamente que no se trataba de eso. Y aunque el escudo se estropeara se podia reparar. Fletcher esperaba que el retraso le daria tiempo para reclutar nuevos partidarios. Tal vez tuviese razon; otro ano en Thalassa…
«El plan B pretendia el sabotaje del sistema de mantenimiento vital, de forma que la nave tuviera que ser evacuada. De nuevo, las mismas objeciones.
«El plan C era el mas inquietante, porque habria terminado con la mision. Afortunadamente, ninguno de los sabras estaba en propulsion; les habria sido muy dificil llegar hasta el propulsor…
Todos parecian asombrados… aunque nadie lo estaba tanto como el comandante Rockynn.
— No habria sido tan dificil, senor, si estaban suficientemente decididos. La gran dificultad habria sido preparar algo que dejase inservible el propulsor, de forma permanente, sin danar la nave. Tengo serias dudas de que poseyeran los conocimientos tecnicos necesarios.
— Estaban trabajando en ello — dijo el capitan con tristeza—. Me temo que hemos de revisar nuestros sistemas de seguridad. Habra una conferencia manana sobre esta cuestion para todos los oficiales… aqui, a mediodia.
Entonces, la comandante medico Newton planteo la pregunta que todos vacilaban en hacer.
— ?Habra consejo de guerra, capitan?
— No es necesario; los culpables han sido descubiertos. Segun las ordenanzas de la nave, el unico problema es la sentencia.
Todos aguardaron. Y siguieron aguardando.
— Gracias, senoras y senores — dijo el capitan, y sus oficiales se marcharon en silencio.
Solo en sus habitaciones, se sintio enojado y traicionado. Pero por fin, se habia acabado; la
Los otros tres sabras eran, tal vez, inofensivos; pero ?que hacer con Owen Fletcher?
Su mente vago hasta el juguete mortifero que guardaba en su caja fuerte. El era el capitan: seria muy sencillo aparentar un accidente…
Dejo a un lado sus fantasias; nunca podria hacerlo, desde luego. En cualquier caso, ya habia tomado una decision, y estaba seguro de que todos estarian de acuerdo.
Alguien habia dicho en una ocasion que para cada problema hay una solucion sencilla, atractiva… y erronea. Pero estaba convencido de que esta solucion era sencilla, atractiva… y totalmente acertada.
Los sabras querian quedarse en Thalassa; podian hacerlo. No dudaba que se convertirian en valiosos ciudadanos…Tal vez exactamente del tipo agresivo y lleno de fuerza que esa sociedad necesitaba.
?Que extrano resultaba que la historia se repitiese! Como Magallanes, tendria que dejar abandonados a algunos hombres.
Pero si les estaba castigando o recompensado, no lo sabria hasta dentro de trescientos anos.
VI. LOS BOSQUES DEL MAR
44. Bolaespia
El laboratorio de la Isla Norte no habia sido muy optimista:
— Nos hace falta todavia una semana para arreglar el
«Conozco los sintomas», penso el oficial cientifico. Incluso en los ultimos dias de la Tierra, habia algunos directores de laboratorio que querian guardar sus preciosos aparatos intactos por falta de uso.
— A no ser que el Krakan pequeno, o el grande, se vuelvan a portar mal, no veo que exista ningun riesgo. Y ?no han prometido los geologos que se estarian quietos por lo menos durante cincuenta anos?
— Me he apostado algo con ellos sobre este asunto. Pero, digame la verdad, ?por que piensa que es tan importante?
«?Que vision mas obtusa! — penso Varley—. Si este hombre es fisico oceanografo, seria de esperar en el