De todos modos, la tragedia y la tristeza de las Decadas Geneticas ha quedado muy atras. Los constructores de la nueva sociedad las han olvidado, como nosotros olvidamos las tumbas de los pioneros.

Me gustaria pasar el resto de mi vida aqui; en Thalassa hay material de estudio suficiente para un ejercito de antropologos y psicologos y especialistas en todas las ciencias sociales. ?Ademas, me gustaria conocer a mis colegas de siglos anteriores, explicarles como se han resuelto algunos de los problemas que eran objeto de discusiones interminables!

Se puede construir una civilizacion racional y humanista, totalmente libre de la amenaza de castigos sobrenaturales. Aunque rechazo la censura por principio, pareceria que quienes prepararon los archivos para la colonia de Thalassa cumplieron una tarea aparentemente irrealizable. Censuraron diez mil anos de historia y literatura, y la tarea se ve justificada por los resultados. Debemos actuar con mucha cautela si queremos restituirles algo de lo que han perdido, aunque se trate de una obra de arte bella y conmovedora.

Los habitantes de Thalassa no han sido envenenados por los productos putrefactos de las religiones muertas; en setecientos anos no ha aparecido un solo profeta para difundir una nueva fe. La palabra «Dios» practicamente ha desaparecido de su idioma: parecen muy sorprendidos, o divertidos, cuando la emplea alguno de nosotros.

Mis amigos los cientificos suelen decir que una sola muestra no sirve para hacer una estadistica, por eso me pregunto si la ausencia total de la religion en esta sociedad sirve para sacar conclusiones. Sabemos que los genes enviados a Thalassa fueron seleccionados con todo cuidado para eliminar, en lo posible, todas las caracteristicas sociales indeseables. Si, ya se, los genes solo determinan la conducta humana en un quince por ciento, ?pero es una proporcion muy alta! Los habitantes de Thalassa parecen desconocer caracteristicas tan indeseables como la envidia, la intolerancia, los celos, la ira. ?Sera resultado de su condicionamiento cultural exclusivamente?

Me gustaria saber que sucedio con las naves de inseminacion lanzadas por los grupos religiosos en el siglo XXVI. El Arca de la Alianza de los mormones, la Espada del Profeta, una media docena en total. Seria interesante saber si pudieron establecerse y que papel cumplio la religion en su exito… o fracaso. Algun dia, cuando instalemos la red de comunicaciones, tal vez averiguemos que les sucedio a los primeros pioneros…

Uno de los resultados del ateismo total es la falta de imprecaciones. Cuando a alguien se le cae algo sobre el pie, no sabe que decir. Las referencias a las necesidades naturales del organismo no sirven aqui porque nadie se averguenza de nada. La unica exclamacion es «?por Krakan!», pero todos abusan de ella. En todo caso demuestra la profunda impresion que dejo la erupcion del monte Krakan, cuatrocientos anos atras; espero conocerlo antes de partir.

Faltan muchos meses para la partida, pero no me gusta pensar en ella. No es por miedo al peligro: si algo le sucede a la nave, morire sin siquiera enterarme. Pero me alejare aun mas de la Tierra… y de ti, querida.

13 — Fuerza operativa

— Al Presidente no le va a gustar — dijo la alcaldesa Waldron con satisfaccion —. Esta empenado en instalarlos en la Isla Norte.

— Lo se — dijo el capitan Malina —. Y lamentamos tener que contrariarlo, nos ha sido de gran ayuda. Pero la Isla Norte es demasiado rocosa, y en las zonas costeras hay ciudades. A nueve kilometros de Tarna hay una bahia totalmente desierta, el declive de la playa es muy suave… es el lugar perfecto.

— Si, justamente lo que se necesita. ?Por que esta desierto, Brant?

— Era el Proyecto Manglares. Los arboles murieron, no sabemos por que, y nadie quiso tomarse la molestia de limpiar el lugar. El aspecto es horrible y el olor es peor todavia.

«Conque ya es una zona de desastre ecologico… ?Perfecto, capitan! El lugar mejorara gracias a ustedes.

— Le aseguro que la planta es muy bonita y no provocara el menor trastorno al ambiente. Cuando nos vayamos la desmontaremos. A menos que ustedes prefieran mantenerla en funcionamiento, claro esta.

— Gracias, pero no veo de que nos servirian varias toneladas diarias de hielo. Bueno, todo lo que Tarna pueda ofrecerles en materia de alojamiento, comida y trasporte esta a su disposicion. Me imagino que seran muchos los que bajaran a trabajar.

— Seran cien, mas o menos. Agradezco su hospitalidad, pero creo que seriamos pesimos huespedes. Tendremos que comunicarnos con la nave a cualquier hora del dia o de la noche. Asi que sera mejor que permanezcamos juntos. Levantaremos un pueblo de casas prefabricadas y alli nos instalaremos, con todo el equipo. Espero que no se ofenda por esto: es que cualquier otro arreglo resultaria incomodo.

— Si, tiene razon — suspiro la alcaldesa. Se habia preguntado como haria para obviar el protocolo y ofrecer el cuarto de huespedes de la alcaldia al apuesto teniente Lorenson, y no al capitan Malina. El problema le habia parecido insoluble; ahora, desgraciadamente, ni siquiera se plantearia.

En su desazon se sintio tentada de llamar a la Isla Norte para invitar a su ultimo ex marido oficial a pasar unos dias con ella. Pero el desgraciado rechazaria la invitacion, y eso si que seria insoportable.

14 — Mirissa

Anos despues, cuando era muy vieja, Mirissa Leonidas aun recordaba el momento exacto cuando vio a Loren por primera vez. De nadie podia decir lo mismo, ni siquiera de Brant.

No era por la novedad; conocio a varios de los terricolas antes de cruzarse con Loren, y ninguno de ellos le causo una impresion especial. Despues de un par de dias al sol podrian pasar por nativos de Thalassa.

Loren no; su piel no se tostaba, su extrana cabellera se volvia aun mas plateada. Eso fue lo primero que le llamo la atencion cuando lo vio salir, junto con dos colegas, de la oficina de la alcaldesa Waldron, y los tres tenian esa mirada de frustracion tipica de cualquiera que acabara de reunirse con la estolida burocracia estatal de Tarna.

Sus ojos se cruzaron un instante. Mirissa dio un par de pasos y entonces, sin saber por que, se detuvo, echo una mirada sobre su hombro y comprobo que el visitante la miraba. En ese instante ambos supieron que sus vidas habian cambiado irrevocablemente.

Esa noche, despues de hacer el amor, le pregunto a Brant:

— ?Han dicho hasta cuando se quedaran?

— Buen momento para preguntarlo — gruno el, casi dormido —. Un ano, tal vez dos. Hasta manana…

Sabia que no convenia hacer mas preguntas. Desvelada, contemplo las sombras de la luna inferior que recorrian velozmente el cuarto, mientras el cuerpo amado que yacia junto a ella se dormia.

Habia tenido relaciones con muchos hombres antes de conocer a Brant, pero desde que formo esta pareja se volvio absolutamente indiferente a los demas. Entonces, ?a que se debia ese brusco interes — queria convencerse de que no podia ser otra cosa — en un hombre a quien habia visto un par de segundos y del cual ni siquiera conocia el nombre? (Claro que esa seria la primera prioridad a la manana siguiente).

Mirissa se jactaba de ser una persona honesta y perspicaz; desdenaba a las mujeres — y hombres — que se dejaban gobernar por sus emociones. Sabia que parte del atractivo de ese hombre residia en la novedad, en la atraccion de un vasto horizonte nuevo. La posibilidad de hablar con alguien que habia conocido las ciudades de la Tierra, que habia presenciado los ultimos momentos del sistema solar y ahora se dirigia hacia nuevos soles era algo maravilloso, que trascendia cualquier fantasia. Una vez mas sintio el hastio provocado por el lento ritmo de vida de Thalassa, y que ni siquiera su felicidad con Brant lograba disipar.

?Felicidad o mera complacencia? ?Que era lo que buscaba en la vida? No sabia si estos forasteros que venian de las estrellas podian darle la respuesta, pero en todo caso iba a averiguarlo antes de que partieran de Thalassa para siempre.

Esa manana Brant fue a ver a la alcaldesa Waldron, quien no lo recibio con su habitual efusividad. Arrojo los restos de su trampa para peces sobre el escritorio.

— Se que ha estado muy ocupada con asuntos mas importantes — dijo —, pero ?que haremos?

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