— Buena senal. Puede vestirse. Por ahora evite los movimientos bruscos. Mas tarde podra decidir si se dejara la barba o no.

Loren llevo su mano ingravida hacia su menton; comprobo con sorpresa cuanto habia crecido su barba. Al igual que la mayoria de los hombres, habia rechazado la opcion de la depilacion permanente (tema al que los psicologos habian dedicado rios de tinta). Tal vez seria conveniente hacerlo. Que divertido, penso, que la mente se concentrara en semejantes trivialidades en un momento como este.

— ?Llegamos bien?

— Por supuesto. Si no, no estaria despierto. Los planes se han cumplido al pie de la letra. La nave empezo a despertarnos hace un mes, nos encontramos en orbita alrededor de Thalassa. Los equipos de mantenimiento acaban de verificar los sistemas; ahora le toca a usted. Le aguarda una sorpresa.

— Agradable, espero.

— Eso esperamos todos. El capitan Bey presentara un informe dentro de dos horas en el salon de reuniones. Puede seguir las discusiones desde aqui, si lo prefiere.

— Ire a la asamblea, quiero conocer a los demas. Pero antes quisiera desayunar. Despues de tanto tiempo…

El capitan Sirdar Bey parecia cansado pero feliz al dar la bienvenida a los quince hombres y mujeres que acababan de despertar y al presentarlos a los treinta integrantes de las tripulaciones A y B. De acuerdo al Reglamento de a Bordo la tripulacion C debia estar durmiendo, pero algunas siluetas furtivas trataban de pasar inadvertidas en el fondo del salon.

— Encantado de verlos — les dijo a los recien llegados —. Es bueno ver caras nuevas. Y tambien es bueno ver un planeta, saber que nuestra nave ha cumplido los dos primeros siglos del plan sin problemas dignos de mencion. Llegamos a Thalassa en el momento previsto.

Todos se volvieron hacia el tablero que cubria una de las paredes. Una buena parte estaba cubierta de datos numericos e indicadores de la nave, pero el sector mas grande parecia una ventana abierta al espacio. Era una imagen hermosa, sobrecogedora, de un globo azul palido iluminado desde casi todos los angulos. Nadie podia dejar de observar la desgarradora similitud con la Tierra, vista desde un avion sobre el Pacifico: agua hasta donde alcanzaba la vista, con algunos islotes de tierra firme.

Tambien en este planeta habia tierra firme: un archipielago pequeno de tres islitas parcialmente oculto bajo una bruma. Loren penso en Hawai, donde nunca habia estado y que ya no existia. Pero habia una diferencia fundamental entre los dos planetas. El otro hemisferio de la Tierra estaba cubierto por una gran masa continental; el otro hemisferio de Thalassa era puro oceano.

— Ahi lo tienen — dijo el capitan con orgullo —, tal como lo previeron quienes planificaron esta mision. Pero surgio un detalle: imprevisto, que con toda seguridad afectara nuestras operaciones…

«Recordaran ustedes que Thalassa fue inseminada por un modulo Mark 3A de cincuenta mil unidades que partio de Tierra en 2751 y llego en 3109. Ciento sesenta anos despues se recibieron las primeras trasmisiones, que indicaban que todo estaba bien. Las trasmisiones prosiguieron durante dos siglos, con breves interrupciones, hasta cesar bruscamente tras un breve informe de una gran erupcion volcanica. Eso fue lo ultimo que se supo. Se penso que la colonia de Thalassa habia sido destruida o, en el mejor de los casos, reducidas a la barbarie, como habia sucedido con otras.

«Repetire mi informe de lo que hemos hallado para que los recien venidos esten al tanto. Logicamente, apenas penetramos en el sistema sintonizamos todas las frecuencias. Nada, ni siquiera una perdida de energia.

«Al acercarnos comprendimos que eso no significaba nada. La ionosfera de Thalassa es muy densa, las trasmisiones en onda corta y media no podrian atravesarla. Las microondas si, desde luego, pero tal vez no las necesitan o bien no hemos podido interceptar ninguna.

«Bueno, sea como fuere, hay una civilizacion floreciente alla abajo. Cuando sobrevolamos el lado oscuro vimos luces de ciudades, no sabemos si grandes o pequenas. Fabricas pequenas, trafico costero de naves menores e incluso un par de aviones que volaban a quinientos kilometros por hora, suficiente para llegar de un extremo a otro de la tierra firme en quince minutos.

«Evidentemente, una comunidad de esas dimensiones no necesita mucho trasporte aereo. La red caminera es buena. Lo que no hemos podido detectar son comunicaciones ni satelites. Ni siquiera un satelite meteorologico… claro que tal vez no lo necesitan, lo mas probable es que los barcos no se alejen de tierra. Y hablando de tierra firme, no hay otra aparte de las tres islas.

«Pues bien, esa es la situacion. Muy interesante, y una sorpresa muy agradable. Al menos eso espero. ?Preguntas? ?Senor Lorenson?

— ?Hemos tratado de contactarlos, senor?

— Todavia no, nos parecio mejor esperar a conocer su nivel de desarrollo. El golpe podria ser muy duro para ellos.

— ?Saben de nuestra presencia?

— Probablemente no.

— Pero… el empuje de la nave… ?no pueden dejar de verlo!.

La observacion era muy justa, puesto que un estratorreactor cuantico funcionando a toda maquina presentaba una de las vistas mas espectaculares jamas creadas por el hombre. El resplandor era tan fuerte como el de la bomba atomica, y no duraba unos cuantos milisegundos sino meses…

— Es posible… pero lo dudo. Nos encontrabamos al otro lado del sol cuando frenamos. El resplandor nos oculto.

Fue entonces que alguien hizo la pregunta que rondaba por todas las mentes:

— Capitan… ?habra que modificar nuestros planes?

— A esta altura es imposible saberlo — dijo Sirdar Bey, con una mirada pensativa al que habia formulado la pregunta —. La presencia de algunos cientos de miles de seres humanos, si esa es la poblacion — facilitaria las cosas. Nuestra estada podria resultar mucho mas agradable. Claro que tambien puede suceder que no nos quieran… — Se encogio de hombros — : Acabo de recordar un consejo que un viejo explorador dio a uno de sus colegas. Si uno supone que los nativos son amistosos, generalmente lo son. Y viceversa…

«Por consiguiente, supondremos que son amistosos hasta que se demuestre lo contrario. Y si eso ocurre…

La mirada del capitan se endurecio, y anadio en el tono de un comandante que acaba de efectuar una travesia de cincuenta anos luz en una gran nave

«Yo no soy de los que creen en el derecho que da la fuerza… pero siempre es bueno ser el mas fuerte.

7 — Amos de los ultimos dias

Le costaba creer que estaba despierto, que la vida volvia a empezar.

El capitan de corbeta Loren Lorenson sabia que jamas podria olvidar la tragedia que habia acechado a cuarenta generaciones y habia alcanzado su culminacion durante su propia vida. Lo obsesionaba un temor, que ni siquiera la vista de ese bello y misterioso mundo oceanico bajo el Magallanes podia disipar: ?que imagenes vendran a mi mente esta noche, la primera de sueno natural despues de doscientos anos?

Habia presenciado escenas que nadie podria olvidar, que obsesionarian a la humanidad hasta el fin de los tiempos. Habia contemplado, a traves de los telescopios de la nave, la agonia del sistema solar. Sus ojos habian visto la primera erupcion de los volcanes de Marte en mil millones de anos; la efimera desnudez de Venus, cuando su atmosfera volo al espacio, antes de que el planeta mismo fuera consumido por el fuego; la trasformacion de los gigantescos planetas gaseosos en bolas de fuego incandescentes. Pero la magnitud de estas escenas fue nada en comparacion con la tragedia de la Tierra.

Habia podido contemplarla, gracias a los hombres abnegados que sacrificaron los ultimos instantes de sus vidas para colocar las camaras cinematograficas. Fue asi como vio…

…el resplandor rojizo de la Gran Piramide al convertirse en un charco de piedra derretida…

…el lecho del Atlantico, convertido en roca calcinada en materia de segundos, antes de quedar sumergido

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