Esta piadosa persona habia vertido en el corazon compasivo de Marie-Angeline las quejas de su pariente, quien, con la reapertura de una mansion cerrada desde hacia casi dos anos, veia acabarse un agradable periodo de dolce far niente. Y lo peor era, ni que decir tiene, que no pensaban contratar de nuevo al numeroso servicio de antes. Las ordenes enviadas desde Inglaterra en papel con membrete de Grosvenor Square decian que no se trataba de una estancia larga: lady Ferrais deseaba solamente sumergirse durante unos dias en sus recuerdos del pasado. Como llevaria a su doncella, bastaria una senora de la limpieza, pues el resto del servicio quedaba cubierto por la propia guardesa y su esposo, que podia hacer de chofer.

—Esto es demencial —dijo Morosini, suspirando—. ?Que viene a hacer aqui con su antigua identidad esta mujer que ahora lleva mi apellido? Me he enterado de que se marcho de Venecia al recibir una carta procedente de Londres.

—Sin duda le anunciaron que iba a empezar el juicio y quiso estar mas cerca de su padre —dijo Adalbert tratando de encontrar una explicacion—. Es un poco delicado para ella volver alli.

—?Porque el superintendente Warren y, naturalmente, John Sutton estan convencidos de que mato a Ferrais, y por las amenazas que presuntamente ha sufrido por parte de los circulos polacos? En mi opinion, eso no se sostiene: uno puede esconderse en Londres si dispone de medios para hacerlo, y su hermano, que al parecer ha venido de America, es perfectamente capaz de recibirla discretamente. Ademas, tiene un pasaporte italiano y no se por que los polacos o incluso Scotland Yard van a ocuparse de una insignificante princesa Morosini.

—Scotland Yard tal vez no, pero Warren si. Ese apellido le resulta familiar: aparte de la amistad que te profesa, fue a tu casa a detener a tu suegro despues de haber recorrido media Europa. [6]—Me entran ganas de ir a dar una vuelta por Londres —mascullo Aldo—, aunque solo sea para charlar un rato con el superintendente. ?Que te parece?

—No es mala idea. Hace buen tiempo, el mar debe de estar esplendido y como minimo seria un agradable paseo.

—Si quieren saber mi opinion —intervino la marquesa—, valdria mas que uno de los dos averiguara lo que pasa en casa de mis vecinos. Todo esto me parece muy raro.

—De lo primero que habria que enterarse es de cual ha sido la reaccion de «lady Ferrais» ante el suicidio de su padre. Supongo que Sigismond, su hermano, debio de informarla antes de que la prensa se encargara de hacerlo. ?Su confidente sabe por casualidad algo al respecto? —anadio el principe volviendose hacia la senorita Plan-Crepin.

Esta puso la misma cara que una gata que acabara de encontrar un plato lleno de leche.

—Por supuesto. Puedo decirle que ayer, como todas las mananas, esa dama envio a su polaca a buscarle los periodicos ingleses y que los leyo con la mayor tranquilidad del mundo, sin manifestar absolutamente nada. Muy raro, ?no?

—Rarisimo. Pero digame, Marie-Angeline, ?la guardesa se pasa la vida con el ojo pegado a las cerraduras para ver todo eso?

—No cabe duda de que pasa algun tiempo dedicada a esa actividad, pero sobre todo esta mucho tiempo fuera de la garita y dentro de la casa con el pretexto de vigilar a la senora de la limpieza para asegurarse de que hace bien su trabajo. Como la escogio ella misma, no pueden reprocharle su presencia.

—?Y vio a lady Ferrais leer este periodico?

—Leer es mucho decir: le echo un vistazo y despues lo dejo despreocupadamente sobre una mesa. Y como la noticia esta en la primera pagina, no podia dejar de verla.

Se produjo un silencio. Los dos hombres reflexionaban, la senora de Sommieres bebia placidamente su segunda copa de champan y Marie-Angeline resoplaba.

—Bueno, ?que hacemos? —pregunto con impaciencia.

—Por el momento, vamos a cenar —respondio Adalbert.

Theobald habia ido a anunciar, con la gravedad de un arzobispo, que «el senor» estaba servido. Pasaron a la mesa.

Sin embargo, no estaban tan hambrientos como para abandonar un tema tan apasionante en beneficio de la comida. Mientras procedia con diligencia a pelar unos cangrejos de rio, la anciana dama sugirio de pronto:

—Si yo estuviera en su lugar, caballeros, me repartiria el trabajo. Seria conveniente que uno fuese a Londres a cambiar impresiones con el superintendente Warren. Mientras tanto, el otro podria, desde mi casa, observar la de al lado y lo que pasa en ella. Si la memoria no me falla, querido Aldo, ya tuviste que llevar a cabo, solo o en compania de Plan-Crepin, algunas expediciones que fueron un exito. Confieso que los movimientos de tu presunta esposa me interesan.

—No veo ningun inconveniente, al contrario. Pero, en ese caso, ?por que no me ha dejado ir directamente a su casa?

—?En pleno dia y con todas las ventanas abiertas? Eres demasiado modesto, muchacho. Deberias saber que tus idas y venidas dificilmente pasan inadvertidas. Siempre hay en alguna parte una mujer que se fija en ti.

—?No exageremos!

—Me limito a constatar. Y no me interrumpas a cada momento. Decia que, en cambio, podrias venir a instalarte en casa a escondidas, y preferentemente en plena noche.

—?Es fantastica esta idea que se nos ha ocurrido! —exclamo Marie-Angeline, que siempre empleaba la primera persona del plural para dirigirse a la marquesa y que veia asomar por el horizonte una aventura excitante con todos los numeros para romper la monotonia de la existencia.

—Es verdad —aprobo Aldo—, es una buena idea. —Y volviendose hacia su amigo, que chapoteaba en un lavafrutas, pregunto—: ?Te apetece hacerle una visita a Warren?

—No solo me apetece, sino que hace por lo menos tres minutos que estoy decidido a ello. Me voy manana. ?Y tu?

—?Por que no esta noche? ?Cyprien las ha traido con el cupe, tia Amelie?

—Si, y vendra a buscarnos hacia las once. Plan-Crepin, vaya a telefonear a casa para que preparen la cama de Aldo.

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату