preciosas» en cuestion, sin hacer, por descontado, la menor mencion al retrato robado. Necesitaba oir otra voz si queria seguir conservando la sangre fria ante lo que sabia que era un cumulo de mentiras. No era la primera vez que sospechaba que Anielka era una habil actriz, pero esta vez estaba superandose a si misma.
Seguramente fue eso lo que lo decidio a no seguir dejando para mas adelante las primeras gestiones encaminadas a obtener la anulacion de su matrimonio. Vestido con un traje oscuro, hizo que Zian lo llevara a San Marco con la gondola. Salvo cuando se trataba de algo urgente, no utilizaba el
Despues de dejar atras las dos columnas de granito oriental, una coronada por el leon alado de Venecia, la otra por un san Teodoro vencedor de una especie de cocodrilo, entre las que antano ejecutaban a los culpables, llego andando a paso rapido al porche de San Marco, donde piafaban los cuatro sublimes caballos de cobre dorado, nacidos bajo los dedos de Lisipo, fundidos en el siglo III antes de Cristo y que tiempo atras habian suscitado la codicia de Bonaparte. A Morosini le gustaban y siempre les dirigia un pequeno saludo antes de adentrarse en la oscuridad resplandeciente de la basilica bizantina, cuya luz procedia exclusivamente de la pala de oro y de esmalte ante la que ardia un bosque de cirios. Cuando entraba alli, siempre tenia la impresion de penetrar en el corazon de un bosque magico.
Como de costumbre, habia mucha gente. La proximidad del verano multiplicaba los turistas, que poco a poco invadirian Venecia y la harian menos soportable. Cristiano poco practicante pero profundamente creyente, Aldo presento sus respetos al Senor de la casa rezando una breve oracion antes de ponerse a buscar al padre Gherardi, que habia bendecido su inverosimil matrimonio.
Lo encontro en la puerta de la sacristia vestido para salir.
—?Tienes prisa? —pregunto Morosini, un tanto frustrado.
—No mucha. Debo estar a las cuatro en el Rio dei Santi Apostoli para visitar a una enferma.
—En ese caso, ven. Zian me espera en el muelle con la gondola; te llevaremos. lie de hablar contigo.
—Parece que se trata de algo serio —dijo el sacerdote mirando la cara de preocupacion de su amigo. Se conocian desde la infancia.
—Mas que serio, es grave. Pero esperemos a encontrarnos a bordo. Alli al menos estaremos tranquilos. Dime primero como estas tu.
Mientras los dos hombres se dirigian con paso decidido a la darsena de San Marco, entre los numerosos transeuntes aparecio una mujer que caminaba hacia ellos. Era alta, un poco corpulenta pero elegante, aunque su ropa —un traje sastre de corte impecable— mostraba algunos signos de fatiga.
El padre Gherardi sonrio al reconocerla y quiso dirigirse hacia ella, pero Aldo, asiendolo con firmeza del brazo, lo arrastro hacia la izquierda a fin de evitar a la dama. El rostro del sacerdote se convirtio en el simbolo mismo de la sorpresa:
—No me digas que no la has reconocido… ?Es tu prima!
—Ya lo se.
—?Y no la saludas? ?No te paras para hablar con ella?
—Nuestra relacion se ha enfriado un poco —dijo Morosini.
Presintiendo que este no queria dar mas explicaciones, Gherardi no insistio y espero hasta que estuvieron bien instalados entre los cojines de terciopelo de la gondola para reanudar la conversacion; habia advertido el ensombrecimiento subito del rostro de su amigo.
—Bueno —dijo con un tono distendido un tanto forzado—, ?de que quieres hablar?
—Deseo que Roma anule mi matrimonio y, como .ves, sigo la via jerarquica, puesto que fuiste tu quien lo celebro.
—?Quieres separarte de tu mujer? ?Ya? Pero si apenas llevas casado…
—Olvidate de eso. Solo te digo que, si hubiera podido romper esa union el mismo dia, lo habria hecho.
—?Pero eso es absurdo! Tu mujer es… encantadora y…
—Lo se, pero no es esa la cuestion. Para empezar, no la he tocado.
—?Un matrimonio rato? ?Entre dos seres como vosotros? Nadie querra creerlo.
—Lo que crean los demas me tiene sin cuidado, Marco. Quiero que disuelvan una union que me ha sido impuesta por la fuerza.
—?Por la fuerza? ?A ti?
—Haciendome chantaje, para ser exactos. Tuve que comprometerme a aceptar casarme con la ex lady Ferrais para salvar la vida de dos inocentes: Celina y su marido, Zaccaria.
—Pero… los dos estaban en la capilla.
—Porque yo habia dado mi palabra y me hicieron el favor de creer en ella. Tu eres sacerdote, Marco, puedo contartelo todo. Debo contartelo todo.
Unas frases bastaron para reproducir la pesadilla vivida por Aldo y los suyos a la vuelta de este de Austria. El sacerdote lo escucho sin interrumpirlo pero con una indignacion manifiesta, una indignacion que iba en aumento:
—?Por que nadie me dijo nada? ?Por que me dejasteis celebrar un matrimonio en esas condiciones?
—Es evidente: si te hubieramos informado, habrias sido capaz de negarte a…
—?Por supuesto que me habria negado!
—Y habrias estado en peligro. No ignoras bajo que regimen vivimos. Permaneciendo en la ignorancia, no te exponias a nada.
Gherardi no contesto. Resultaba muy dificil refutar los argumentos de Aldo. Aquel ano, 1924, que asistia a la renovacion del Parlamento, Italia estaba sufriendo una autentica oleada de terrorismo. La victoria de los fascistas era aplastante y, para consolidarla aun mas, Mussolini acababa de anexionarse Fiume con ayuda de un poeta, el gran D'Annunzio, que por ese servicio prestado a la patria recibio del rey el titulo de principe de Nevoso. Pero el dia anterior a la anexion el diputado socialista Matteoti habia sido asesinado. Venecia sentia todas esas cosas como ofensas, y en el fondo Gherardi no estaba sorprendido de escuchar el relato del drama vivido en el palacio Morosini.
La gondola de los leones alados proseguia su apacible camino por el Gran Canal. Aldo dejo que el silencio la envolviera un momento antes de preguntar:
—Y bien, ?que decides? ?Puedo contar con tu ayuda?
El sacerdote se estremecio como si lo hubiera despertado.
—Naturalmente que puedes contar con ella. Tienes que escribir una carta oficial presentando tu solicitud y las razones que la apoyan. Yo la trasladare a su eminencia el patriarca, pero no te oculto que la clausula del matrimonio
—?Publicidad, publicidad! No voy a pregonar esta historia a los cuatro vientos…
—No, pero en el tribunal de la Rota el abogado del caso hara preguntas, y algunas seran comprometidas. Los testigos tendran que declarar, y el miedo hace que a veces se obtengan curiosos resultados. Tal vez seria preferible basarse en la no consumacion, aunque eso tambien presenta algunos inconvenientes. ?Tu mujer llego virgen al matrimonio?
—Sabes muy bien que era viuda.
—Su esposo anterior era mucho mayor, segun creo, asi que eso no significa nada.
—Tambien ha tenido amantes —dijo Morosini.
—Entonces, mas vale que te hagas un cuadro realista de lo que quiza te espera: en ese caso, la no consumacion puede significar que…, que el marido es impotente.
El «?Ah, no!» de protesta de Aldo fue tan energico que la gondola se balanceo. Marco Gherardi se echo a reir.
—Me imaginaba que esa palabra te impresionaria. Pero no deberias preocuparte, pues la mitad de Venecia (?o son tres cuartos?) podria declarar que eso es falso.
—?Tampoco soy Casanova! Mira, lo unico que quiero es recuperar mi libertad…, quiza para fundar una