era inofensivo en pequenas cantidades.
Los investigadores se quitaron los trajes y se marcharon con sus aparatos y con los estuches que habian protegido sus muestras del amoniaco liquido. Dondragmer mando a los demas a cumplir con sus obligaciones normales y se dirigio hacia el puente. Kervenser se preparaba para abandonar el puesto de mando, cuando el capitan entro por la escotilla y le hizo senas de que volviese, mientras se dirigia al lado de estribor de la superestructura. Algunas porciones del suelo eran transparentes. Al principio, los disenadores humanos habian pretendido que todo fuese asi, pero no contaron con la psicologia mesklinita. Arrastrarse por el campo ya era bastante malo, pero pisar sobre un suelo transparente encima de cuatro metros o mas de aire vacio era completamente irrazonable. El capitan se detuvo al borde de una de las hojas de cristal del suelo y miro cautelosamente hacia abajo.
Alrededor del gigantesco vehiculo, la grisacea superficie no habia cambiado; el viento que sacudia el casco aparentemente no habia afectado a la nieve, comprimida por aquellas gravedades durante tiempo indefinido. Incluso los remolinos alrededor del Kwembfy no mostraban senales de su presencia, aunque Dondragmer hubiese esperado mas bien que excavasen agujeros alrededor de sus cadenas. Mas alla, hasta el limite alcanzado por las luces, no se veia nada, excepto los orificios de donde habian sido extraidas las muestras rocosas y las zarandeadas ramas de algun arbusto de vez en cuando. Las observo atentamente durante varios minutos, esperando que el viento dejase alguna huella alli, pero finalmente dedico su atencion al cielo.
Comenzaban a aparecer unas cuantas estrellas brillantes entre los parches de celaje, pero los guardianes del Polo no se veian. Estaban solo a unos cuantos grados sobre el horizonte meridional, en gran parte a causa de la refraccion, y las nubes bloqueaban todavia mas la vista oblicua. Aun no habia senales de lluvia ni de nieve, ni forma de descifrar cual era de esperar, si es que habia que esperar algo. La temperatura en el exterior estaba todavia justo por debajo del amoniaco puro y muy por debajo del correspondiente al agua, pero una precipitacion mixta era mas que probable. Lo que aquello produciria en el granizado casi puro depositado sobre el suelo, Dondragmer no podia adivinarlo; conocia la mutua solubilidad del agua y el amoniaco, pero nunca habia intentado memorizar los diagramas con las fases o las tablas del punto de congelacion de las diversas mezclas posibles. Si la nieve se disolvia, el Kwembly quiza tuviese una oportunidad para demostrar su capacidad de flotacion. No sentia ganas de hacer la prueba.
Kervenser interrumpio sus pensamientos.
—Capitan, estaremos listos para movernos dentro de cuatro o cinco minutos. ?Quiere energia de traccion?
—Todavia no. Temia que el viento podria llevarse la nieve que esta debajo de nosotros y nos haria volcar como los movimientos del agua sobre una nave en la playa, y queria ponerle proa por si sucedia eso; mas hasta ahora no parece haber peligro. Que los examenes de revision continuen, excepto aquellos que interfieran con un preaviso de cinco minutos de energia de traccion.
—Eso es lo que estamos haciendo, capitan. Lo dispuse asi hace unos cinco minutos cuando llego su orden.
—Bien. Entonces conservaremos encendidas las luces exteriores y vigilaremos el terreno a nuestro alrededor hasta que estemos preparados para continuar o hasta que cese el viento.
—Es molesto no poder predecir cuando sera eso.
—Lo es. En Mesklin una tormenta pocas veces dura mas de un dia y nunca menos de una hora aproximadamente. Este mundo gira tan lentamente, que los nucleos tormentosos pueden llegar a ser tan grandes como un continente y podrian necesitar cientos de horas para pasar. Tendremos que esperar a que estos lo hagan.
—?Quiere decir que no podremos viajar hasta que cese el viento?
—No estoy seguro. La exploracion aerea seria peligrosa, y sin ella no podriamos ir lo suficientemente rapidos; por lo menos eso pensaria la cuadrilla de humanos.
—De todas formas, no me gusta ir tan rapido. No se puede examinar realmente un lugar, a menos que uno se detenga un rato. Debemos estar perdiendonos un monton de cosas que hasta esos chocantes humanos encontrarian interesantes.
—Parecen saber lo que quieren, algo relacionado con decidir si Dhrawn es un planeta o una estrella…, y ellos pagan. Admito que se hace aburrido para la gente que solamente tiene que ocuparse del trabajo rutinario.
Kervenser dejo pasar la observacion sin comentarios, aunque no sin advertirla. Sabia que su comandante nunca habria sido insultante deliberadamente, aun despues de las desdenosas palabras de su colega sobre los seres humanos. Este era un punto en el que Dondragmer se diferenciaba muy profundamente de muchos de sus compatriotas, quienes daban por supuesto que los alienigenas se quedarian con todo cuanto tuviesen, como cualquier buen mercader. El comandante habia pasado mas tiempo en contacto intimo con cientificos humanos como Paneshk y Drommian, mas que ningun otro mesklinita, teniendo desde siempre una personalidad bastante tolerante y acomodaticia. Habia llegado a ser lo que muchos otros mesklinitas consideraban como blando, en relacion a los alienigenas.
El asunto se discutia raras veces, y esta lo impidio la llegada de Beetchermarlf. Informo que la revision habia sido terminada. Dondragmer le relevo, ordenandole que enviase el nuevo timonel al puente, y permanecio silencioso hasta la llegada de este ultimo. Takoorch, sin embargo, no era un tipo silencioso. Cuando alcanzo el puente, perdio poco tiempo en comenzar lo que sin duda consideraba una conversacion. Kervenser le daba cuerda, divertido como siempre por la imaginacion y desfachatez del individuo; Dondragmer, sin embargo, lo ignoraba todo, excepto rafagas ocasionales de la conversacion. Estaba mas interesado en lo que sucedia en el exterior, por poco llamativo que fuese en el momento.
Apago las luces del puente y todas las exteriores, excepto las mas bajas, consiguiendo asi una vista mejor del cielo sin perder completamente contacto con la superficie. Las nubes eran pocas y mas pequenas, aunque parecian moverse tan rapidamente como antes. El sonido del viento resultaba tambien el mismo. Poco a poco iban apareciendo mas estrellas. Una vez diviso uno de los Guardianes (asi los habian bautizado rapidamente los marineros mesklinitas) hacia el sur. No podia decir cual era; desde Dhrawn, Sol y Fomalhaut brillaban lo mismo, y su violento parpadeo a traves de la atmosfera del gigantesco mundo hacia que un juicio por el color no fuese de fiar. De todas formas la vision fue breve, puesto que las nubes no habian desaparecido por completo.
«…El grupo de balsas a estribor se desencuaderno; excepto yo, todo el mundo estaba en el cuerpo central…»
Ni lluvia ni nieve todavia, y los cielos despejados hacian que ahora pareciesen menos probables para alivio del capitan. Una comprobacion con el laboratorio a traves de uno de los microfonos le informo que la temperatura estaba bajando; ahora era de 75 grados, tres grados por debajo del punto de fusion del amoniaco. Todavia lo suficientemente cerca para que hubiese problemas con las combinaciones, pero yendo en la direccion adecuada.
«…de las islas al sur y al oeste del Dingbar. Habiamos sido conducidos a la costa por un golpe de tormenta, y estabamos en seco con la mitad de la cubierta rota. Yo…»
Arriba las estrellas apenas tenian ya interrupciones; el celaje casi se habia desvanecido.
Por supuesto, las constelaciones resultaban familiares. La mayoria de las estrellas mas brillantes de los alrededores no eran muy afectadas por un cambio de perspectiva de tres parsecs. Dondragmer, de todas formas, habia tenido el tiempo suficiente para acostumbrarse a los pequenos cambios, y ya no los advertia. Una vez mas intento sin exito encontrar los Guardianes. Quiza todavia habia nubes en el sur. Estaba ahora demasiado oscuro para saberlo. Incluso el suprimir las luces restantes durante un momento no ayudo. Sin embargo, si atrajo la atencion de los otros dos, y el flujo de la anecdota se detuvo un momento.
—?Algo nuevo, capitan?
La jovial actitud de Kervenser desaparecio ante la posibilidad de accion.
—Posiblemente. Las estrellas brillan arriba, pero no hacia el sur. De hecho, no se ven en ningun punto cercano al horizonte. Prueba con un foco.
El primer oficial obedecio. Un rayo de luz salto hacia arriba desde un punto situado detras del puente, despues de tocar el uno de los pocos controles electricos. Dondragmer manipulo un par de cables, y el foco se balanceo hacia el horizonte occidental. Un alarido, groseramente equivalente a una exclamacion de sorpresa humana, salio de Kervenser cuando el foco en descenso se coloco paralelamente al suelo.
—?Niebla! —exclamo el timonel—. Es fina, pero esta bloqueando el horizonte.