Faivonen no recordaba todo esto conscientemente. Solo se pregunto por que Beedee habia mencionado a Ruta sabiendo que el sufriria; despues, supuso que nunca obtendria la respuesta, y reanudo su labor. Guiso y volvio a comer, cargo su equipo y hasta que no llevaban algun tiempo caminando no volvio a hablar con su computadoragrabadora.

Entonces cambio de tema, pasando a uno de importancia mas inmediata.

— No hay ningun rio en este valle…

Naturalmente, puesto que ninguno llega al mar — replico Beedee.

Ni hay charcas o balsas, pese a haber mucha vegetacion. Y la cantimplora empieza a estar vacia. ?Alguna sugerencia practica?

— Desde el mar se veia nieve en lo alto de los acantilados. Aqui, la temperatura esta muy por encima del cero. Por tanto, tiene que haber algo de agua cerca del borde, aunque solo sea esporadicamente. Examinemos mas atentamente la base del acantilado; la informacion geologica sera util de todos modos.

Faivonen se abstuvo de todo comentario y echo a andar hacia la parte mas proxima del valle. Ya sabia que habia sido excavado en roca sedimentaria, fina arenisca, cuyo actual nivel elevado sobre el mar implicaba muchas cosas respecto a las fuerzas de Medea. Al pie de los acantilados habia, inevitablemente, guijarros. Estaban depositados en forma de U cerca de la bahia, contorneando el valle, lo cual indujo a los exploradores a deducir una formacion glaciar anterior. Un examen mas atento revelo solo un material muy fino que parecia haber sido traido por el viento. Ahora, lejos ya de la bahia, la redondez persistia e incluso estaba exagerada; el acantilado, al menos en este lado, parecia ligeramente minado.

Lejos de las paredes del valle, la tierra parecia granito muy fino. Mas cerca, contenia rocas cuyo tamano aumentaba a medida que el acantilado iba quedando mas lejos. Las partes rocosas expuestas al aire estaban muy redondeadas por la erosion.

El suelo era muy seco, a pesar de la abundante vegetacion. Faivonen arranco algunas plantas muy pequenas y vio que sus raices no eran profundas. Beedee estuvo de acuerdo conque debia haber un buen suministro de agua en la superficie o cerca de ella, puesto que las plantas mostraban la capacidad normal de almacenamiento de agua.

El diamante, como de costumbre, tenia razon; el suelo era sensiblemente humedo cerca del acantilado, y por la ladera hallaron algunos charcos y balsas, donde las rocas formaban como compuertas de contencion. Muy aliviado, Faivonen bebio el primer sorbo desde que habia desembarcado, y lleno de nuevo la cantimplora.

Ya estaba de mejor humor, y deseoso de seguir avanzando hacia el frio. Su atavio era otra muestra de la tecnologia terrestre que guardaba para usos especiales: una especie de mono de trabajo, de polimeral fino, cuya conductividad termal era extremadamente baja. Era transparente cerca de la radiacion infrarroja, de forma que el podia apreciar el calor de un fuego o el de los gemelos Castor C sin tener que quitarselo. Con una especie de mascara antigua podria enfrentarse contra temperaturas muy por debajo del punto de congelacion del agua, y tambien frente a grandes vendavales. Las temperaturas bajas significaban algo mas, pero harian falta aun muchos dias de viaje para llegar a tal clase de ambiente.

Cuando reanudo su camino por el valle empezo a charlar agradablemente con Beedee.

Caminaba oblicuamente al suelo a fin de que le resultase mas facil andar. La conversacion giro casi por entero en torno a lo que observaban. El diamante no se mostraba muy dispuesto a contentar al humano con una conversacion banal, sino que en la misma incluia mucha especulacion. ?Cual era la causa de la elevacion de toda la region de rocas sedimentarias como un solo bloque a mas de quinientos metros?

Beedee efectuo ciertas mediciones donde pudo, y no encontro mas de dos grados de profundidad. ?Que habia excavado aquella garganta? ?Un rio, un glaciar? ?Por que no habia el menor rastro ahora? Los valles sin un rio central son infrecuentes, excepto en los desiertos, y aun en estos suele haber cauces secos por donde antes fluia el agua.

Los dos globos habian derivado hacia el valle; el viento habia cambiado finalmente de direccion, y todo ello podia ser un fenomeno de las mareas, como Sullivan habia supuesto al acercarse con el Fahamu a esta region. Beedee se mostro de acuerdo en que tal cosa era bastante posible. Pero no quiso arriesgarse a hacer una prediccion.

— Si esto es realmente una corriente de la marea, y entra en este valle por sus dos extremos, la anchura del valle, la altura de sus paredes y la dimension de las areas con vida, es algo importante. En el extremo que da al mar, el deposito de suministro es efectivamente infinito, pero no hemos observado aun los demas factores. Suponer que el valle conserva su actual anchura y altura en toda su longitud no sirve de nada en tanto no se sepa la longitud de las demas variantes. Yo puedo tratar esto matematicamente, como un tubo de organo de un corte seccional con una fuerza inductora del periodo de un dia de Medea, pero…

— Olvidalo — le interrumpio Faivonen, que era un matematico perfecto como todos los seres humanos, pero conocia la futilidad de intentar seguir los calculos de Beedee.

Guardate tus ideas y comprobaremos su exactitud cuando hayamos ascendido un poco mas por este tubo de organo. ?No es esta una planta nueva?

— No. Es bastante comun en alguna de las islas proximas al ecuador. Es la primera vez que la veo tan al norte. Claro que la latitud significa mucho menos que la longitud, en lo que respecta al clima.

La ultima frase llego tras una leve pausa, como una idea repentina.

Si, lo estoy olvidando todo. Y has sido muy diplomatico al conversar como si tambien lo hubieras olvidado; aunque no necesitaba realmente esta clase de enfriamiento. Se como funciona tu cerebro.

?Y te ofende? He observado que los seres humanos se sienten mas a gusto cuando empleo artimanas dialecticas.

— Bueno… no, no. Yo solo deseaba no perder tiempo si nos metiamos en algun apuro.

— Naturalmente.

Cualquiera que fuese la opinion de Faivonen acerca de Beedee, sus sentimientos hacia aquella «cosa» eran fundamentalmente amistosos. Aquel diamante era una personalidad. Era incluso una persona. Su conversacion normal casi hubiera podido ser grabada a la hora de la sobremesa en una convencion cientifica; y para sus dos primeros dias en Medea resultaba mas excitante que una charla de sobremesa. Las unicas complicaciones se debian a los interminables problemas planteados entre el ciclo de veinticuatro horas de Faivonen y la rotacion de setenta y cinco horas del satelite. Tenia que malgastar horas por la «noche». Los soles blancos y la continuidad de la aurora le concedian bastante luz para permitirle viajar cuando los soles anaranjados se hallaban por debajo del horizonte, pero el hombre y la maquina se mostraban reluctantes a ello. La vista era lo suficientemente escasa como para poder dejar de ver un dato importante, posibilidad que molestaba a Beedee aun mas que al hombre. Reunir y almacenar informacion era el principal motivo del diamante, el equivalente de una combinacion de hambre, sed y libido. Al tercer dia, Faivonen despertose pronto, al oir la voz de Beedee en su oido.

— ?Elisha!. ?Algo intenta reptar hasta nosotros silenciosamente!. Prepara las armas.

El hombre salio de su colchoneta neumatica con el mayor silencio y la maxima rapidez posible.

— ?Esta muy lejos? — inquirio, sin saber que resultaria mas apropiado: el arco, el hacha o el cuchillo.

Ignoro la distancia lineal, puesto que no se cual es la energia sonora que produce. Si mantiene su actual promedio de avance, llegara dentro de unos cien segundos.

Faivonen ya estaba de pie; cogio el arco y le puso una flecha.

— ?Que direccion?

Las cuatro hacia donde miras ahora.

Faivonen giro a la derecha. No veia nada, pero habia muchas matas, de tres metros de altura, que le impedian ver. Aun no oia nada, pues el suelo se hallaba cubierto casi por completo de musgo y hojas blandas, igual que en muchos trechos de Medea, por lo que incluso un animal grande apenas produciria ruido.

Argo empezaba a salir. El disco rojizo, adornado en el borde superior izquierdo por media luna brillante, donde los soles gemelos iluminaban su hemisferio mas alejado, proporcionaba un fondo sangriento en el que el recien llegado quedaria contrastado en cualquier momento. Faivonen se pregunto si aquel ser seguia su rastro, o habia tropezado con el por casualidad. Tal vez se guiase por el aire de las mareas, pero estas apenas se habian registrado durante los dos ultimos ciclos, enviando solamente una suave brisa a lo largo del valle. La brisa, pues, habia cesado casi en las ultimas horas, justo al levantarse el planeta de fuego; pero aun asi el olor humano podia llegar hasta un olfato bien equipado.

— Se ha detenido. Ahora solo oigo su respiracion murmuro de pronto Beedee.

Faivonen levanto el arco y tenso la cuerda. Algunas alimanas de Medea podian dar saltos de varios

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