—Asi que ella les esta presionando, ?eh? —dijo Minelli. Habian estado hablando de la madre de Stella, Bernice Morgan, hacia unas horas. Stella estaba convencida de que a aquellas alturas la senora Morgan debia haber contratado ya a la mitad de los abogados de todo el estado.
—Realmente lo esta haciendo —dijo la oficial de servicio—. Tiene usted una autentica madre, senorita Morgan. Esperamos poder resolver todo esto rapidamente. Los laboratorios estan realizando pruebas las veinticuatro horas del dia. Hasta ahora, no hemos encontrado nada biologicamente extrano ni en ustedes ni en el Huesped.
Edward se dejo caer hacia atras en su camastro.
—?Que viene a hacer aqui el presidente? —pregunto.
—Quiere hablar con ustedes cuatro. Eso es lo que nos han dicho.
—Y ver al alienigena —anadio Minelli—. ?Correcto?
La oficial de servicio sonrio.
—?Cuando piensan decirselo ustedes a la prensa? —pregunto Reslaw.
—Senor, me gustaria que pudieramos hacerlo ahora mismo. Los australianos ya lo han dicho todo, y su caso es aun mas extrano que el nuestro. Ellos tienen
—?Que? —Edward se sento en el borde del camastro—. ?Esta en las noticias?
—Deberian ver ustedes sus televisores. Tambien hay periodicos en sus cajones de la comida. A partir de manana recibiran ustedes terminales conectadas a bases de datos, unidades de informacion. No queremos que esten en la ignorancia cuando el presidente llegue aqui.
Edward abrio su cajon de la comida, una bandeja de acero inoxidable que atravesaba la pared de la unidad de aislamiento, y extrajo un periodico doblado. No habia mensajes personales para el. Su amiga de aquellos momentos en Austin no le esperaba de vuelta hasta dentro de uno o dos meses; no habia hablado con su madre en meses. Edward empezo a lamentar su libre estilo de vida. Desdoblo el periodico y reviso rapidamente los titulares.
—Jesus, ?estais leyendo lo mismo que estoy leyendo yo? —pregunto Reslaw.
—Si —dijo Edward.
—Parecen como calabazas cromadas.
Edward hojeo las paginas. Las Fuerzas Armadas australianas estaban en alerta. Lo mismo las Fuerzas Aereas y la Marina de los Estados Unidos. (?No el Ejercito? ?Por que no el Ejercito?) Los lanzamientos de transbordadores espaciales habian sido cancelados, por razones no claramente especificadas.
—?Por que robots? —pregunto Minelli tras unos segundos de silencio—. ?Por que no mas criaturas?
—Quiza descubrieron que no podian soportar la atmosfera y el calor —sugirio Minelli—. Asi que enviaron aparatos manejados por control remoto.
Aquello parecia tener sentido. Pero si habia dos naves espaciales camufladas —?y por que camufladas?—, entonces seguramente tenia que haber mas.
—Quiza sea una invasion —dijo Stella—. Solo que nosotros todavia no lo sabemos.
Edward intento recordar los distintos escenarios de ciencia ficcion que habia leido en libros o visto en el cine o por la television.
Motivaciones. Ningun ser inteligente hacia las cosas sin motivo. Edward siempre se habia puesto del lado de los cientificos que creian que la Tierra era un planeta demasiado insignificante y demasiado fuera del camino para ser de interes a los posibles exploradores espaciales. Por supuesto, eso era geocentrismo a la inversa. Deseaba haber leido algo mas sobre el SETI, el programa de busqueda de inteligencia extraterrestre. Casi todas sus lecturas cientificas actuales versaban sobre geologia; raras veces leia revistas como el
Como la mayoria de los expertos, se habia vuelto insular. La geologia habia sido su vida. Ahora dudaba si podria llegar a volver a tener una vida privada. Aunque los cuatro fueran liberados —y esa cuestion le preocupaba mas de lo que deseaba admitir—, se convertirian en figuras publicas, celebridades. Sus vidas cambiarian enormemente.
Se dedico a la pagina de historietas de Los Angeles
—Pero examina todo el cuadro —se murmuro a si mismo, sin preocuparse de que los demas le oyeran—. Esto es historia.
—?Esto es
Edward oyo a Reslaw aplaudir suavemente, resueltamente.
—Quiero ver a mi agente —dijo Minelli.
10
Harry estudio el itinerario del presidente —y el suyo, limpiamente anadido con un clip de plastico— y suspiro.
—El circuito de variedades —dijo—. Tu estas acostumbrado a el. Yo no. Rigida seguridad y visitas al minuto.
—Habia empezado a acostumbrarme a estar lejos de el —dijo Arthur. Compartian una habitacion en el Vandenberg Hilton, mientras que los austeros edificios de cemento, cuadrados y alargados, de tres pisos, eran ocupados por los pilotos de los transbordadores que generalmente ocupaban las austeras habitaciones. Harry le tendio el papel y se encogio de hombros.
—La mayor parte de las veces simplemente me siento cansado —dijo, tendiendose de espaldas y uniendo las manos detras de la nuca. Arthur le miro con cierta preocupacion—. No, no porque este enfermo —dijo testarudamente Harry—. Es todo este pensar. El abordar todo esto.
—Manana va a ser un dia muy ajetreado. ?Estas seguro de estar preparado para ello? —pregunto Arthur.
—Estoy seguro.
—De acuerdo. Esta noche entregaremos nuestro informe preliminar al presidente y a los miembros de su estado mayor y del Gabinete que se ha traido consigo, y luego ocuparemos un lugar en las entrevistas del presidente con el Huesped y los ciudadanos.
Harry sonrio y agito la cabeza, aun dubitativo.
Arthur deposito los papeles sobre la mesilla entre las dos camas.
—?Que hara cuando oiga la historia?
—Cristo, Art, tu conoces mejor que yo al hombre.
—Ni siquiera llegue a conocerlo antes de que me echaran. Cuando era vicepresidente, permanecia siempre en segundo plano. Para mi es un rompecabezas envuelto en un enigma. Tu lees los periodicos; ?que piensas?
—Pienso que es un hombre razonablemente inteligente que no encaja en la Casa Blanca. Pero yo soy un viejo radical. Ya era comunista a los tres anos, recuerdalo. Mi padre me puso un sueter rojo…
—Estoy hablando en serio. Tenemos que suavizarle de alguna manera el golpe. Y
—Que la Tierra esta condenada. Corderos al matadero.
Ahora fue el turno de Arthur de sonreir. La sonrisa casi le dolio.
—No —dijo.
—?No lo crees?
Arthur miro al cielo.
—?No tienes la impresion de que algo no encaja aqui?