de television—. Yo y dos amigos mios…, dos colegas, hemos visto estrellarse un reactor a unos treinta kilometros al norte de Shoshone; por eso le llamo desde…
El teniente se mostro de inmediato muy interesado; pidio detalles.
—No se que tipo de reactor —prosiguio Edward, incapaz de impedir que un ligero temblor aflorara a su voz—. No me parecio familiar, excepto quiza… Bien, uno de nosotros piensa que se parecia a un MiG que vimos en
—?Un
—Si, senor, y los restos. No leo ruso…, pero creo que eran caracteres cirilicos.
—?Esta usted seguro de eso? Por favor, deme su nombre y los datos de sus documentos de identidad.
Edward le dio al teniente su nombre y los numeros de su seguridad social, permiso de conducir y, para mayor seguridad, su MasterCard.
—Creemos saber donde esta el piloto, pero no lo encontramos.
—?El piloto esta vivo?
—Colgaba de las cuerdas de un paracaidas, teniente. Parecia vivo, pero cayo entre unas rocas.
—?Desde donde llama usted?
—Desde Shoshone. De… No se el nombre de la tienda.
—Supermercado Charles Morgan —dijo la mujer del pelo negro.
Edward repitio el nombre.
—La tienda de alimentacion del pueblo.
—?Puede conducirnos hasta donde vio el aparato? —pregunto el teniente.
—Si, senor.
—?Y se da cuenta de las consecuencias que puede tener para usted el proporcionar falsa informacion respecto a una emergencia de este tipo?
—Si, senor; lo se.
Las dos mujeres le miraron con los ojos muy abiertos.
—?Un
—Escuchen —dijo Edward—. Le menti a ese hombre. Pero no voy a mentirles a ustedes. Puede que necesitemos su camara frigorifica.
Esther parecia como a punto de desmayarse.
—?Que ocurre, eh? —pregunto—. ?Stella? ?Que es todo esto? —Sus balbuceos se habian hecho mas incomprensibles, y su rostro parecia blando y sudoroso.
—Solo a usted —dijo Edward a Stella.
Ella le examino criticamente; senalo su cinturon y su martillo de geologo, aun colgado de su funda de cuero.
—?Es usted un buscapiedras?
—Geologo —rectifico el.
—?De donde?
—Universidad de Texas.
—?Conoce usted a Harvey Bridge, de…?
—De la U.C. Davis. Seguro.
—Viene aqui durante el invierno… —Parecio notablemente menos esceptica—. Esther, ve a buscar al sheriff. Esta en el cafe, hablando con Ed.
—No creo que debamos mezclar a mucha gente en esto —sugirio Edward.
—?Ni siquiera al sheriff?
El miro al techo.
—No se…
—De acuerdo entonces; Esther, vete a casa. Si no sabes nada de mi en media hora, ve a buscar al sheriff y dale la descripcion de este hombre —senalo con la cabeza a Edward.
—?Estara bien, si? —pregunto ansiosamente Esther, rascando delicadamente con sus cortos y gruesos dedos el mostrador.
—Estare bien. Vete a casa.
La tienda tenia solo un cliente, un chico que estaba curioseando entre las estanterias de libros de bolsillo y revistas en un rincon. Bajo la mirada conjunta de Stella y Edward, no tardo en salir por la puerta, encogiendose de hombros y frotandose el cuello.
—Bien, ?y ahora me explicara lo que ocurre? —pregunto Stella.
Edward dio instrucciones a Minelli de que trajera el Land Cruiser hasta la parte de atras de la tienda. Hizo un gesto a Stella para que le siguiera al exterior por la puerta trasera.
—Necesitaremos un lugar frio y oscuro —le dijo mientras aguardaban.
—Me gustaria saber que esta pasando —repitio ella, la mandibula firme, la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado. La forma en que estaba de pie, con los pies solidamente plantados en el suelo y las manos en las caderas, le dijo a Edward tan claramente como las palabras que no podia seguir con mas evasivas.
—Hay un nuevo cono de escorias ahi fuera —dijo. Minelli estaciono el vehiculo cerca de la puerta. Hablando rapidamente para impedir que su historia se le deshiciera en fragmentos, Edward abrio la puerta de atras del Land Cruiser, echando a un lado la tienda y las toallas mojadas—. Quiero decir, no reciente… Solo nuevo. No esta en ningun mapa. No deberia estar alli. Encontramos esto a su lado.
La cabeza-mitra se alzo ligeramente, y los tres ojos color jerez emergieron para mirar a las tres figuras que tenia delante. Reslaw estaba en la esquina mas alejada de la tienda, vigilando que no se asomara ningun curioso.
Hay que decir en su haber que Stella no grito. Ni siquiera se puso palida. En realidad, se acerco mas.
—No es un fraude —dijo, convencida tan rapidamente como el.
—No, senora.
—Pobre cosa… ?Que es?
Edward sugirio entrarlo. Lo liberaron de sus coberturas y lo pasaron a traves de la puerta de mercancias hasta el gran refrigerador para la carne.
PERSPECTIVA
RNCE: Senor Jacobi, la musica de su grupo ha predicado de forma consistente, por decirlo asi, la llegada del Apocalipsis, desde una perspectiva cristiana mas bien radical. Con dos canciones en los 40 Principales y tres discos que totalizan diez millones de ventas, han pulsado ustedes sin lugar a dudas un nervio de la joven generacion. ?Como explica la popularidad de su musica?
Jacobi
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