Que mujer tan extrana, penso Harriet, y sagaz e inteligente. La tragedia de Harriet habia surgido por «convencerse de sentir lo que deberia sentir» hacia un hombre cuyos sentimientos tampoco habian superado la prueba de la sinceridad. Y la consiguiente inestabilidad de sus objetivos habia surgido de la decision de no volver a confundir el proposito de sentir con el sentimiento mismo. «Solo sabemos que cosas son de una importancia abrumadora cuando ya nos han abrumado.» ?Acaso habia algo que se hubiera mantenido firme en medio de sus indecisiones? Bueno, si; habia perseverado en su trabajo, a pesar de que podria haber tenido razones de peso para haberlo abandonado y haberse dedicado a otra cosa. Aunque aquella noche habia fundamentado los motivos para esa lealtad en concreto, nunca habia sentido la necesidad de convencerse a si misma. Habia escrito lo que se sentia llamada a escribir y, aunque empezaba a pensar que quiza podria hacerlo mejor, no le cabia duda de que eso en si mismo era lo mas conveniente para ella. Era algo que la habia abrumado sin su conocimiento, sin que se diera cuenta, y eso era prueba de su dominio.

Paseo unos minutos por el patio, demasiado inquieta para irse a dormir. Y de pronto le llamo la atencion una hoja de papel que revoloteaba indolente sobre el cuidado cesped. La recogio mecanicamente y, al ver que no estaba en blanco, se la llevo al edificio Burleigh para examinarla. Era un papel normal y corriente, y lo unico que tenia era un dibujo pueril a lapiz. No era precisamente un dibujo bonito; desde luego, no lo que esperas encontrarte en el patio de un college. Era algo feo, sadico. Representaba una figura desnuda de contornos exageradamente femeninos infligiendo humillantes y atroces ultrajes a una persona de sexo indeterminado con toga y birrete. No podia ser obra de nadie en su sano juicio; era un garabato cruel, sucio, demencial.

Harriet lo contemplo un rato con asco, mientras se planteaba una serie de preguntas. Despues se lo llevo al piso de arriba, al primer retrete que encontro, lo tiro y lo hizo desaparecer. Tal era la suerte que debian correr semejantes cosas, y punto, pero de todos modos, penso que ojala no lo hubiera visto.

Capitulo 3

Bien hacen quienes, si no pueden resistirse al amor, lo mantienen a raya y lo desligan por completo de los asuntos y hechos serios de la vida, pues una vez coincide con los negocios, atribulara la suerte de los hombres y les impedira ser fieles a sus propositos.

FRANCIS BACON

Como siempre aseguraban las profesoras, el domingo era invariablemente el mejor dia de las celebraciones de fin de curso. La cena oficial y los discursos ya habian quedado atras; las antiguas alumnas residentes en Oxford y las visitas, con tantas ocupaciones que solo disponian de una noche, ya se habian marchado; la gente empezaba a irse cada cual por su lado y se podia hablar tranquilamente con las amigas sin que te arrastrara una pandilla de pelmas.

Harriet hizo la visita oficial a la rectora, que ofrecia una pequena recepcion con jerez y galletas, y despues fue a ver a la senorita Lydgate, en el patio nuevo. La habitacion de la tutora de ingles estaba engalanada con las pruebas de su obra, de proxima aparicion sobre los elementos prosodicos del verso ingles desde Beowulf hasta Bridges. Como la senorita Lydgate habia perfeccionado o mas bien, puesto que una obra de erudicion jamas alcanza una perfeccion inamovible, se encontraba en pleno proceso de perfeccionamiento de una teoria de la prosodia completamente nueva que exigia un sistema original y complicado de notacion que suponia doce variedades de tipos de imprenta, y como la letra de la senorita Lydgate resultaba dificil de leer y la autora tenia escasa experiencia con los impresores, en aquel momento habia cinco revisiones sucesivas en galeradas, en diferentes etapas de elaboracion, ademas de dos pliegos en pruebas en paginas y un apendice mecanografiado, pero aun quedaba por escribir la importante introduccion que proporcionaba la clave de la argumentacion. Hasta que una parte del libro no llegaba a la situacion de pruebas en pagina no se convencia la senorita Lydgate de la necesidad de traspasar parrafos largos de un capitulo a otro; naturalmente, cada cambio de este tipo exigia un costoso retoque de las pruebas en pagina y eliminar las partes correspondientes de los cinco juegos de revisiones, de modo que en el transcurso de la necesaria remision, las alumnas y colegas de la senorita Lydgate se la encontraban liada en una especie de capullo de papel buscando desesperadamente su pluma entre aquel caos.

– Lo peor es que, en cuanto al lado practico de la produccion de un libro, mi ignorancia es absoluta -dijo la senorita Lydgate, rascandose la cabeza ante las corteses preguntas de Harriet sobre su obra obra magna-. Me resulta todo muy confuso y no se me da bien explicar las cosas a los impresores. La senorita De Vine me resultaria de gran ayuda en esto, porque tiene una mente muy ordenada. Es realmente pedagogico ver su manuscrito, y por supuesto, su trabajo es muchisimo mas complicado que el mio… con tantos detalles sobre las finanzas de la epoca isabelina y demas, todo maravillosamente ordenado y con una argumentacion clarisima. Y sabe colocar las notas a pie de pagina como es debido, para que encajen en el texto. A mi me resulta muy dificil, y aunque la senorita Harper tiene la amabilidad de mecanografiarmelo todo, la verdad es que sabe mas de anglosajon que de tipografia. Supongo que recordara a la senorita Harper. Es dos anos mas joven que usted; se licencio en ingles y vive en Woodstock Road.

Harriet dijo que las notas a pie de pagina siempre eran tediosas y le pregunto si podia ver algo de su libro.

– Bueno, si realmente le interesa… -contesto la senorita Lydgate-. Pero no quisiera aburrirla. -Saco un par de pliegos paginados de un cajon atestado de papeles-. No vaya a pincharse con ese manuscrito que esta prendido con un alfiler. Desgraciadamente, esta lleno de notas en los margenes y de interlineaciones, pero es que de repente me di cuenta de que podia mejorar considerablemente el sistema de notacion y he tenido que cambiarlo por completo. Supongo que en la imprenta se van a enfadar conmigo -anadio con aire triste.

Harriet coincidia con ella en su fuero interno, pero para animarla le dijo que, sin duda, la Oxford University Press estaba acostumbrada a descifrar los manuscritos de los investigadores.

– A veces me planteo si realmente soy investigadora -dijo la senorita Lydgate-. Lo tengo todo muy claro en la cabeza, pero a la hora de ponerlo sobre el papel, me armo un lio. ?Que hace usted con las tramas de sus novelas? Debe de costar mucho trabajo retener en la memoria las horas, las coartadas y todo eso.

– Yo tambien me lio -reconocio Harriet-. Todavia no conseguido desarrollar una trama sin cometer al menos seis errores garrafales. Por suerte, nueve de cada diez lectores tambien se lian, asi que no importa. El decimo lector me escribe una carta, y yo le prometo corregir el error en la siguiente edicion, pero nunca lo hago. Al fin y al cabo, mis libros solo sirven para entretenerse. No son como las obras de investigacion.

– Pero usted siempre ha tenido una mentalidad academica, y supongo que su educacion le habra servido de cierta ayuda, ?no? Yo pensaba que seguiria en la universidad.

– ?Le decepciona que no haya sido asi?

– Por supuesto que no. Me parece estupendo que nuestras alumnas salgan al mundo y hagan toda clase de cosas, siempre y cuando las hagan bien. Y he de reconocer que la mayoria de nuestras alumnas realizan un trabajo extraordinario, cada cual en su campo.

– ?Como son las de ahora?

– Pues nos han venido personas muy buenas, que trabajan increiblemente bien, teniendo en cuenta la cantidad de actividades que realizan fuera al mismo tiempo -contesto la senorita Lydgate-. Solo que a veces me da miedo que hagan demasiadas cosas y no duerman lo suficiente. Entre los jovenes, los automoviles y las fiestas, llevan una vida mucho mas plena que antes de la guerra, o incluso que en su epoca, creo yo. Me temo que nuestra antigua rectora se quedaria terriblemente desconcertada si viera el college tal y como es hoy en dia. He de reconocer que a veces me asusto un poco, e incluso la decana, que es tan tolerante, considera que un sujetador y unas bragas no son las prendas correctas para tomar el sol en el patio. No es tanto por los estudiantes, que estan acostumbrados, sino porque cuando los rectores de los colleges masculinos vienen a ver a nuestra rectora no tengan que sonrojarse al pasar por el jardin. la senorita Martin ha tenido que insistir mucho en que se pongan trajes de bano como es debido, aunque dejen la espalda al descubierto, pero que sean trajes de bano destinados a ese proposito y no ropa interior.

Harriet le aseguro que le parecia lo correcto.

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