– Cuanto me alegro de que piense como yo -dijo la senorita Lydgate-. A nosotras, las de la anterior generacion, nos resulta muy dificil mantener el equilibrio entre la tradicion y el progreso… si es que se le puede llamar progreso. La autoridad como tal impone muy poco respeto hoy en dia, y supongo que eso es bueno en general, pero tambien dificulta la tarea de dirigir cualquier institucion. ?Le apetece un cafe? No, de verdad… si yo siempre me tomo uno a estas horas. ?Annie! Me parece haber oido a mi criada. ?Annie! ?Puede traer otra taza para la senorita Vane, por favor?
Harriet ya estaba bien servida, de comida y de bebida, pero acepto cortesmente el refrigerio que le llevo la doncella, elegantemente uniformada. Cuando volvio a cerrarse la puerta hizo un comentario sobre la gran mejora que se habia experimentado desde su epoca de estudiante en el personal y el servicio en Shrewsbury, y volvio a oir alabanzas sobre la nueva administradora.
– Pero mucho me temo que vamos a perder a Annie en estas escaleras -dijo la senorita Lydgate-. A la senorita Hillyard le parece demasiado independiente, y a lo mejor es un tanto distraida pero es que la pobre es viuda y tiene dos hijas, y la verdad es que no deberia estar sirviendo. Segun tengo entendido, su marido tenia un buen puesto, pero al pobre se le fue la cabeza o algo, murio o se pego un tiro o algo tragico, y a ella la dejo en muy mala situacion, asi que acepto el primer trabajo que le ofrecieron. Las ninas se hospedan en casa de la senora Jukes. ?Recuerda a los Jukes, que estaban en la conserjeria de Saint Cross en su epoca? Como ahora viven Saint Aldate, Annie puede ir a verlas los fines de semana. A ella le viene bien y a la senora Jukes le aporta un poco de dinero.
– ?Se ha jubilado Jukes? No era muy mayor, ?no?
– Pobre Jukes -dijo la senorita Lydgate, mientras su bondadoso rostro se ensombrecia-. Se metio en un grave aprieto y tuvimos que despedirlo. Lamento decir que no era demasiado honrado, pero le encontramos un trabajo por horas, de jardinero -anadio mas animada-, donde no estara expuesto a tantas tentaciones en cuestiones de paquetes y demas. Era un hombre muy trabajador, pero apostaba en las carreras de caballos y, naturalmente, se vio en dificultades. Una desgracia para su esposa.
– Ella era buena persona -reconocio Harriet.
– Se llevo un disgusto tremendo -anadio la senorita Lydgate-. Y en justicia, hay que reconocer que Jukes tambien. Se vino abajo y fue un espectaculo muy triste cuando la administradora le dijo que tenia que marcharse.
– Ya. Jukes siempre tuvo mucha labia.
– Pero estoy segura de que lamentaba de verdad lo que habia hecho. Explico como se habia metido en aquello y que lo uno le llevo a lo otro. Estabamos todas consternadas, salvo, quiza, la decana… pero es que Jukes nunca le habia caido demasiado bien. Sin embargo, le dimos un pequeno prestamo a su esposa, para que pagara las deudas, y lo han devuelto religiosamente, unos cuantos chelines cada semana. Ahora que se ha enderezado, estoy segura de que seguira enderezado, pero claro, era imposible que continuara aqui. No podias estar tranquila, y hay que tener absoluta confianza en el portero. Padgett, el que esta ahora, es un personaje muy divertido, y de fiar. Que le cuente la decana alguno de sus curiosos dichos.
– Parece el paradigma de la integridad -dijo Harriet-. Por ese motivo quiza no caiga tan bien a la gente. A Jukes se le podia sobornar… si llegabas tarde o cosas de esas.
– Eso es lo que nos temiamos -dijo la senorita Lydgate-. Desde luego, es un puesto de responsabilidad para una persona de caracter poco fuerte. Le ira mucho mejor donde esta ahora.
– Por lo que veo, tambien han perdido a Agnes.
– Si… Bueno, en la epoca de usted era la jefa de criadas, y si, se ha marchado. El trabajo empezo a resultarle excesivo y tuvo que dejarlo. Me alegro de poder decir que conseguimos sacar una pequena pension para ella… nada, una pizca, pero como usted bien sabe, tenemos que estirar al maximo nuestros ingresos para cubrirlo todo. Asi que hicimos un plan para que realice algunos trabajitos cosiendo para las alumnas, y tambien se ocupa de la ropa blanca del college. Todo le viene bien, y ademas esta muy contenta porque esa hermana lisiada que tiene puede hacer parte del trabajo y contribuir un poco a sus escasos ingresos. Agnes dice que la pobrecilla esta mucho mas feliz porque ya no se siente una carga.
Harriet se maravillo, y no por primera vez, de la incansable dedicacion de las mujeres encargadas de la administracion. Al parecer, jamas olvidaban ni desatendian las necesidades de nadie, y la buena voluntad compensaba la perenne escasez de medios.
Tras hablar un poco mas sobre las actividades de profesoras y alumnas, la conversacion se centro en la nueva biblioteca. Hacia tiempo que el edificio Tudor ya no podia albergar tantos libros, y fin iban a encontrarles un lugar adecuado.
– Y cuando se termine, tendremos la impresion de que nuestros edificios universitarios estan solidamente completados -dijo la senorita Lydgate-. A quienes recordamos los primeros tiempos cuando solo teniamos aquella vieja casa con diez alumnas que iba a las clases acompanadas, en un carro tirado por un burro, nos rece algo increible. He de reconocer que casi nos echamos a llorar al ver derribado aquel sitio tan querido para dar paso a la biblioteca. Son tantos los recuerdos…
– Desde luego -replico Harriet, comprensiva.
Supuso que no habia momento del pasado en el que aquel con tanta experiencia como inocencia no pensara con espontanea satisfaccion. La entrada de otra antigua alumna interrumpio bruscamente la conversacion con la senorita Lydgate, y al salir, con cierta envidia, Harriet se topo con la insistente senorita Mollison, dispuesta a atacarla implacablemente con todos los detalles del incidente del reloj. Le conto encantada que al senor A. E. W. Mason se le habia ocurrido la misma idea. Insaciable, la senorita Mollison interrogo a su victima con autentica fruicion sobre lord Peter Wimsey, sus costumbres y su aspecto, y cuando la senorita Schuster-Slatt la echo, la irritacion de Harriet no disminuyo, porque tuvo que soportar una arenga sobre la esterilizacion de los discapacitados, para lo cual (al parecer) el corolario necesario consistia en una campana para fomentar el matrimonio entre los capacitados. Harriet dijo que las mujeres intelectuales debian casarse y reproducirse, pero anadio que el tipico marido ingles deberia aportar algo en ese sentido, y que, en la mayoria de los casos, no le gustaba tener por esposa a una intelectual.
La senorita Schuster-Slatt replico que los maridos ingleses le parecian estupendos y que estaba preparando una encuesta para los jovenes del Reino Unido con el fin de averiguar sus preferencias matrimoniales.
– Pero los ingleses se niegan a responder a las encuestas -replico Harriet.
– ?Que se niegan a responder a las encuestas? -repitio la senorita Schuster-Slatt, desconcertada.
– Si, se niegan -insistio Harriet-. Como nacion, no nos lo Creemos demasiado.
– Pues es una lastima -dijo la senorita Schuster-Slatt-. Pero espero que se afilie a la rama britanica de nuestra Liga para el Fomento de la Aptitud Matrimonial. Nuestra presidenta, la senora J. Poppelhinken, es una mujer fantastica. Le encantara conocerla. Vendra a Europa el ano proximo, y hasta entonces yo me quedare aqui para hacer la publicidad y los estudios necesarios desde el punto de vista de la mentalidad britanica.
– Pues me temo que le resultara una tarea muy dificil. Me pregunto -Harriet pensaba que debia replicar a la senorita Schuster-Slatt por sus desafortunados comentarios de la noche anterior- si sus intenciones son tan desinteresadas como usted da a entender. Quiza este pensando en investigar el encanto de los maridos ingleses por motivos personales y de caracter practico.
– Ahora es usted quien se burla de mi -dijo jovialmente la senorita Schuster-Slatt-. No, yo solo soy una abeja obrera que recoge miel para las reinas.
«?Como me delatan todas las situaciones!», dijo Harriet para sus adentros. Habia pensado que Oxford al menos la aliviaria de la tension de Peter Wimsey y el asunto del matrimonio, pero aunque ella era conocida, si bien no exactamente una celebridad, resultaba muy desagradable que Peter fuera todo un personaje, y que la gente supiera mucho mas sobre el que sobre ella. Con respecto al matrimonio… en fin, alli tenia la oportunidad de ver si funcionaba no. ?Que era peor, ser una Mary Attwood (de soltera Stokes) o una senorita Schuster-Slatt? ?Era mejor ser una Phoebe Bancroft (de soltera Tucker) o una senorita Lydgate? Y todas aquellas personas, ?habrian actuado exactamente igual, casadas o solteras?
Entro sin prisas en la sala de estudiantes, vacia salvo por la presencia de una mujer gris y mal vestida que leia una revista con expresion desolada. Cuando Harriet paso a su lado, dijo timidamente:
– Hola… es usted la senorita Vane, ?verdad?
Harriet busco apresuradamente en su memoria. Saltaba a vista que era alguien mucho mayor que ella, mas cerca de los cincuenta que de los cuarenta, pero ?quien?
– Supongo que no se acordara de mi -dijo la mujer-. Soy Catherine Freemantle.