debia intervenir a toda costa, al menos para contar lo que sabia. En ciertos momentos hay que dejar a un lado los sentimientos personales en aras de lo publico, y parecia que aquel era uno de ellos.
Cogio el telefono sin muchas ganas y pidio una conferencia con Oxford. Mientras esperaba reflexiono sobre el asunto a esa nueva luz. La decana no entraba en detalles sobre las cartas ofensivas, salvo que de ellas se desprendia cierto resentimiento contra el claustro y que la responsable parecia ser del college. Era natural atribuir las novatadas destructoras a las alumnas, pero claro, la decana no sabia lo que sabia Harriet. Una mente pervertida y reprimida es capaz de volverse contra si misma. «Virginidad amargada»… «vida antinatural»… «solteronas medio dementes»… «apetitos insatisfechos e impulsos reprimidos»… «atmosfera malsana»… Se le ocurrieron una serie de epitetos, ya acunados para su difusion. ?Era eso lo que habitaba en la torre de la colina? ?Resultaria ser como la torre de lady Atalia en
En ese momento le dieron la conferencia, y oyo la agitada voz de la decana. Tras asegurarle que carecia de dotes detectivescas en la vida real, Harriet expreso su preocupacion y simpatia y a continuacion hizo la pregunta que, para ella, era fundamental.
– ?Como estan escritas las cartas?
– Precisamente esa es la dificultad. La mayoria estan hechas con trozos de periodico pegados, asi que no se puede identificar la letra.
Eso parecia zanjar el asunto: no habia dos corresponsales anonimas; solo una. Bien.
– ?Son solamente obscenas o tambien insultantes o amenazadoras?
– Las tres cosas. Insultos de cuya existencia no sabia la pobre senorita Lydgate (lo peor que conoce es por el teatro de la Restauracion), y amenazas que van desde hacerlo publico hasta el patibulo.
De modo que aquella era la torre de lady Atalia.
– Aparte de al claustro, ?se las envian a alguien mas?
– No podria decirlo, porque la gente no siempre te cuenta lo que pasa, pero segun tengo entendido, tambien las han recibido un par de alumnas.
– ?Y unas veces llegan por correo y otras a la conserjeria?
– Si. Y han empezado a aparecer en las paredes, y recientemente las meten por debajo de las puertas por la noche. Asi que da la impresion de que debe de ser alguien que vive en el college.
– ?Cuando aparecio la primera?
– Tengo la absoluta certeza de que la primera se la enviaron a la senorita De Vine, el pasado otono. Era el primer bimestre que pasaba aqui y, naturalmente, penso que era alguien que le guardaba rencor por una cuestion personal, pero poco despues las recibieron varias personas mas, asi que llegamos a la conclusion de que no podia ser eso. Nunca nos habia pasado una cosa semejante, de modo que ahora nos inclinamos a pensar que tenemos que vigilar a las alumnas del primer curso.
Precisamente la gente que no puede ser, penso Harriet, pero se limito a decir:
– No hay que descartar nada. La gente puede andar bien una temporada hasta que de repente algo las hace estallar. El principal problema de estas cosas es que la persona en cuestion suele actuar con normalidad en otros aspectos. Podria ser cualquiera.
– Es verdad. Supongo que incluso podria ser una de nosotras. Eso es lo mas terrible. Si, ya lo se, virgenes de cierta edad y todo eso. Es espantoso pensar que una puede estar codo con codo con alguien que piensa asi. ?Cree que esa pobre desgraciada sabe lo que hace? Llevo varias noches despertandome con pesadillas, sin saber si no habre andado por ahi sonambula escupiendo a la gente o algo. ?Y estoy tan asustada por la proxima semana! ?El pobre lord Oakapple viene a inaugurar la biblioteca y todas esas aspides ponzonosas rezumando veneno sobre sus botas! ?Se imagina si le enviaran algo a el?
– En fin, creo que ire la proxima semana. Existe una buena razon para que yo no sea la persona mas adecuada para hacerse cargo de esto, pero por otra parte creo que debo ir. Ya le dire por que cuando nos veamos.
– Es usted muy amable. Estoy segura de que podra proponer algo. Supongo que querra ver todas las muestras que tenemos. ?Si? Muy bien. Guardaremos con carino todos los fragmentos que tenernos. ?Debemos recogerlos con pinzas para que se conserven mejor las huellas dactilares?
Harriet dudaba de que las huellas dactilares sirvieran de gran ayuda, pero aconsejo que en principio se tomaran precauciones. Una vez acabada la llamada, aun con el agradecimiento de la decana resonandole en los oidos, se quedo unos momentos con el auricular en la mano. ?Habia algun sitio al que pudiera recurrir en busca de consejo? Si lo habia, pero no le hacia ninguna gracia hablar sobre el asunto de las cartas anonimas, y aun menos sobre lo que habitaba en las torres academicas. Colgo con firmeza y se alejo del telefono.
A la manana siguiente se desperto con distinto animo. Habia proclamado que los sentimientos personales no deben entorpecer el interes publico. Y asi debia ser. Si Wimsey podia resultar util a Shrewsbury College, ella lo utilizaria. Le gustara o no, soportara o no que le dijera «?Que te habia dicho yo?», se tragaria el orgullo y le preguntaria como habia que proceder. Se bano y se vistio, consciente de su desinteresada dedicacion a la causa de la verdad. Entro en el salon y disfruto de un buen desayuno, satisfecha consigo misma. Cuando estaba terminando la tostada con mermelada llego la secretaria con el correo de la manana. Entre las cartas habia una apresurada nota de Peter, enviada la noche anterior desde la estacion Victoria.
Me han arrastrado otra vez al extranjero casi sin previo aviso. Primero Paris y despues Roma. Despues, sabe Dios. Si me necesitas (per impossibile), puedes ponerte en contacto conmigo a traves de las embajadas, o Correos me reenviara las cartas desde la direccion de Piccadilly. De todos modos, tendras noticias mias el 1 de abril.
P.D.B.W.
Capitulo 5
La virginidad es un hermoso cuadro, como lo denomina Buenaventura, una bendicion en si misma, y si hemos de creer a un papista, algo de gran merito. Y si bien a tales personas afligen ciertas molestias, irritacion, aislamiento, etcetera… no son estos sino juegos, facilmente soportables, en comparacion con las frecuentes dificultades del matrimonio. Y a mi parecer, tarde o temprano, entre tantos acaudalados solteros, se encontrara un benefactor que erija un college monastico para que vivan juntas las doncellas ancianas, decrepitas, deformes o descontentas, que han perdido su primer amor o se les ha malogrado, o que por lo que sea desean llevar una vida de celibato. Lo demas, insisto, son juegos en comparacion, y suficientemente recompensados por los innumerables gozos y los inigualables privilegios de la virginidad.