– ?Y asiii -con voz almibarada- se cerraron las puertas del conventooo tras Soniaaa!
Se golpeo la frente con gesto teatral y un grito de angustia y fue a caer practicamente en brazos de la decana, que subia por la carretera al paso brioso de costumbre.
– Merecido se lo tiene -dijo Harriet y enfilo el sendero sin esperar a ver que pasaba.
Al meterse en la cama, recordo la oracion improvisada de un coadjutor bienintencionado pero incoherente que habia oido en una ocasion y no habia olvidado: «Senor, ensenanos a mirar nuestros corazones cara a cara, por dificil que resulte».
Capitulo 16
Del ruido y el miedo al incendio os libra,
de asesinatos, Benedicite.
De toda desgracia que ahuyentar pueda
vuestro placentero sueno de noche,
piadosamente os protege y de vosotros
aleja el trasgo, mientras dormis.
ROBERT HERRICK
– ?Ay, senorita!
– Sentimos molestarla, senora.
– Por Dios, Canje, ?que pasa?
Cuando llevas despierta en la cama mas de una hora pensando en como reconstruir un Wilfrid sin infligir una feroz mutilacion a la trama de tu novela y acabas de sumirte en un agitado sueno poblado de duques embalsamados, resulta muy desagradable que te devuelvan bruscamente a la vigilia dos criadas en bata, nerviosas y medio histericas.
– Ay, senorita, la decana nos ha dicho que vinieramos a contarselo. Menudo susto nos hemos llevado Annie y yo. Por poco lo pillamos.
– ?Que?
– Lo que sea, senorita. En el aula de ciencias, senorita. Lo vimos alli. Es horrible.
Harriet se incorporo aturdida.
– Y se ha ido, senorita, y el destrozo que ha hecho, y a saber que andara tramando, asi que teniamos que contarselo a alguien.
– Por lo que mas quiera, Canje, cuentemelo. Sientense, las dos, y empiecen por el principio.
– Pero senorita, ?no deberiamos ir a ver que ha pasado? Por la ventana del cuarto oscuro, por ahi ha salido, y en este mismo momento igual esta matando gente. Y la habitacion cerrada, con la llave dentro… podria haber un cadaver, y todo lleno de sangre.
– No digan tonterias -replico Harriet, pero de todos modos se levanto de la cama y busco sus zapatillas-. Si alguien esta gastando otra broma, tenemos que intentar detenerlo, pero no hablemos de sangre y cadaveres. ?Adonde ha ido?
– No lo sabemos, senorita.
Harriet miro a la corpulenta Carde, que tenia la cara contraida y los ojos desorbitados, como a punto de un ataque de histeria. Harriet nunca habia considerado a la jefa de criadas demasiado digna de confianza y atribuia su rebosante energia al hipertiroidismo.
– ?Y donde esta la decana?
– Esperando a la puerta del aula de ciencias, senorita. Dijo que vinieramos a por usted…
– Esta bien.
Harriet se guardo la linterna en el bolsillo de la bata y echo bruscamente a las criadas.
– Ahora cuentenme rapidamente que ha pasado y no hagan ruido.
– Pues, senorita, viene Annie y me dice…
– ?Cuando fue eso?
– Pues hace como un cuarto de hora, senorita, mas o menos.
– Si, aproximadamente, senora.
– Yo estaba en la cama, durmiendo, sin imaginarme nada ni nada, cuando viene Annie y me dice: «?Tienes las llaves, Carrie? Pasa algo raro en el aula de ciencias». Asi que voy y le digo a Annie…
– Un momento. Deje que Annie cuente lo suyo primero.
– Bueno, senora, conoce el aula de ciencias, en la parte trasera del patio nuevo, y sabra que se puede ver desde nuestra ala. Me desperte como a la una y media, mire por la ventana y vi luz en el aula. Asi que pense, que raro, con lo tarde que es. Y vi una sombra en la cortina, como si alguien anduviera alli dentro.
– Entonces, ?las cortinas estaban echadas?
– Si, senora, pero son unas cortinas beis, y vi la sombra con toda claridad. Asi que me quede mirando un rato, la sombra desaparecio pero seguia la luz encendida, y pense que era raro. De modo que fui a despertar a Canje y le dije que me diera las llaves para ir a ver, por si acaso algo andaba mal. Y ella tambien vio la luz, y le dije: «Ay, Carrie, vente conmigo, que no quiero ir sola». Asi que Carric se vino conmigo.
– ?Fueron por el comedor o por el patio?
– Por el patio, senora. Pensamos que seria mas rapido. Pasamos por el patio y por la verja de hierro, intentamos mirar por la ventana, pero estaba cerrada y con las cortinas echadas.
Ya habian salido del edificio Tudor; a su paso por los corredores, les dio la impresion de que todo estaba tranquilo, y tampoco parecia que ocurriera nada raro en el patio viejo. El ala de la biblioteca estaba a oscuras, salvo una lampara encendida, la ventana de la senorita De Vine, y la debil iluminacion del pasadizo.
– Al llegar a la puerta del aula de ciencias, resulta que estaba cerrada, con la llave puesta, porque me agache a mirar por la cerradura y no vi nada. Y entonces me di cuenta de que la cortina no estaba echada del todo sobre la puerta… es que tiene paneles de cristal, ?sabe usted, senora?, asi que mire por la abertura y vi algo todo de negro, senora. Y dije: «?Ah, ahi esta!», y Carrie dice: «Dejame ver», y me dio un empujon, asi que me di un golpe contra la puerta, y se conoce que quien andaba por alli se asusto, porque se apago la luz.
– Si, senorita -confirmo Carrie, angustiada-. Y le dije: «?Cuidado!», y de repente se oyo un golpetazo espantoso…, una cosa horrorosa, y mas golpes, y yo me puse a gritar: «?Ay, que viene a por nosotras!».
– Y le dije a Carrie: «?Vete corriendo a por la decana! ?Lo tenemos aqui dentro!». Asi que Canje se fue a por la decana y oi a quien estuviera alli dentro moviendose un poco y despues ya no pude aguantar mas.
– Y entonces vino la decana y estuvimos esperando un poco, y dije: «?Aay! ?Creen que estara ahi con el cuello cortado?», y dice la decana: «?Si seremos tontas! Se habra ido por la ventana». Y yo digo: «Pero si todas las ventanas tienen barrotes». Y la decana dice: «La ventana del cuarto oscuro, por ahi habra salido». La puerta del cuarto oscuro tambien estaba cerrada con llave, asi que salimos corriendo y vaya si la ventana no estaba abierta de par en par. Asi que dice la decana: «Vayan a buscar a la senorita Vane». Y aqui que hemos venido, senorita.
Habian llegado al extremo oriental del patio nuevo, donde las esperaba la senorita Martin.
– Lo siento, pero nuestra amiga ha desaparecido -dijo la decana-. Tendriamos que habernos dado mas prisa y pensar en esa ventana. Yo he dado una vuelta por este patio, y no veo que pase nada. Esperemos que ese ser haya vuelto a la cama.
Harriet examino la puerta. Efectivamente, estaba cerrada por dentro, y la cortina no cubria por completo los paneles de cristal, pero dentro todo estaba oscuro y en silencio.
– ?Y que hace ahora Sherlock Holmes? -pregunto la decana.
– Creo que deberiamos entrar -contesto Harriet-. Supongo que no tendran unos alicates, ?no? Bueno, es igual. Rompemos el cristal, y punto.
– No vaya a cortarse.
?Cuantas veces su detective, Robert Templeton, habria destrozado puertas para descubrir el cadaver del