financiero asesinado? Con la ridicula sensacion de estar representando un papel, Harriet apoyo un pliegue de su bata contra el panel y le asesto un fuerte punetazo. Se quedo atonita al comprobar que el cristal se rompia hacia dentro, como era lo normal, con el acompanamiento de un leve tintineo. Y ademas… un panuelo o una bufanda alrededor de la mano y la muneca para protegerlas y no dejar mas huellas dactilares en la llave y el picaporte. La decana fue solicita a buscarle tan utiles prendas, y al fin abrieron la puerta.
Lo primero que busco Harriet a la luz de la linterna fue el interruptor. Estaba en la posicion de apagado, y lo acciono con el asa de la linterna. Ante sus ojos aparecio toda la habitacion.
Era un espacio casi vacio, incomodo, con un par de mesas alargadas, varias sillas y una pizarra. La denominaban el aula de ciencias en parte porque la senorita Edwards daba clases alli de vez en cuando sin necesidad de gran aparato, pero fundamentalmente porque un benefactor, ya muerto y bien muerto, habia dejado al college cierta cantidad de dinero, ademas de libros cientificos, moldes de anatomias, retratos de cientificos difuntos y cajas de cristal llenas de muestras geologicas, anadiendo al legado, ya de por si molesto, la condicion de que todos aquellos chismes se guardaran en una sola habitacion. Por lo demas no habia nada en la estancia especialmente indicado para el estudio cientifico, salvo que comunicaba con un retrete que tenia fregadero. De vez en cuando lo usaban las aficionadas a la fotografia como cuarto oscuro, y asi lo llamaban.
En cuanto encendieron la luz quedo a la vista la causa de los golpetazos. Habian tirado la pizarra al suelo y desplazado unas cuantas sillas, como si alguien, abriendose paso precipitadamente en la oscuridad, se hubiera tropezado con los muebles. Lo mas interesante de la habitacion era una serie de objetos sobre una de las mesas. Habia una pagina de periodico desplegada, con un bote de pegamento y un pincel dentro, parte de un bloc y la tapa de una caja de carton llena de letras recortadas, ademas de varios mensajes formulados en el estilo ya conocido de la autora de los anonimos y pegados de la forma habitual, mientras que una obra artistica a medio terminar habia caido al suelo, lo que venia a demostrar que a la autora la habian interrumpido en plena faena.
– ?Asi que aqui es donde lo hace! -exclamo la decana.
– Si -dijo Harriet-. Y me pregunto por que, aqui tan a la vista. ?Por que no en su habitacion? Oiga, decana, no toque eso, si no le importa. Sera mejor que lo dejemos todo como esta.
La puerta del cuarto oscuro estaba abierta. Harriet entro y examino el fregadero y la ventana de arriba, tambien abierta. Las huellas en el polvo mostraban claramente que alguien se habia encaramado al alfeizar.
– ?Que hay fuera, debajo de esta ventana?
– Un sendero de piedra. No creo que vaya a encontrar gran cosa ahi.
– No, y da la casualidad de que unicamente se puede ver algo desde esas ventanas del cuarto de bano del corredor. Es practicamente imposible que nadie viera salir a la persona en cuestion. Si tenia que preparar las cartas en un aula, este es el mejor sitio. ?En fin! Me parece que de momento no podemos hacer mas. -Harriet se volvio bruscamente hacia las dos criadas-. Annie, usted dice que vio a esa persona.
– No es que la viera, senora, no es que la reconociera. Llevaba algo negro y estaba en la mesa al otro lado de la habitacion, de espaldas a la puerta. Pense que estaba escribiendo.
– ?No le vio la cara cuando se levanto y atraveso la habitacion para apagar la luz?
– No, senora. Le dije a Carrie lo que estaba viendo y Canje tambien quiso verlo y le dio un golpe a la puerta, y justo cuando le estaba diciendo que no hiciera ruido, se apago la luz.
– ?Y usted no vio nada, Carrie?
– Pues es que ni lo se, senorita, de lo aturullada que estaba. La luz si que la vi, pero despues no vi nada mas.
– A lo mejor fue a gatas hasta la luz -tercio la decana.
– Asi debio de ser, decana. ?Podria sentarse a la mesa en la silla que esta un poco retirada para que compruebe que se ve desde la puerta? Despues, cuando llame al cristal, ?puede levantarse y quitarse de mi vista lo mas rapido posible, ir hasta el interruptor y apagar la luz? Annie, ?la cortina esta mas o menos como estaba o la he descolocado al romper el cristal?
– Creo que esta igual, senora.
La decana entro y se sento. Harriet cerro la puerta y miro por la abertura de la cortina, por el lado de los goznes, lo que le permitio ver la ventana, los extremos de las dos mesas y el sitio donde antes estaba la pizarra, bajo la ventana.
– Eche un vistazo, Annie ?Estaba asi?
– Si, senora, solo que la pizarra estaba en su sitio, claro.
– Bien… Haga lo mismo que hizo entonces. Digale a Carrie lo que le dijo, y Canje, llame usted a la puerta y haga lo que hizo antes.
– Si, senora. Dije: «?Ahi esta! ?Ya la tenemos!», y me eche atras asi.
– Si, y yo dije: «?Ay, Dios! ?Vamos a echar un vistazo!», y despues tropece con Annie y di un golpe… asi.
– Y yo dije: «Cuidado… La has fastidiado».
– Y yo: «Vaya» o algo parecido, y me asome pero no vi a nadie.
– ?Ahora si ve a alguien?
– No, senorita, y estaba intentando ver algo cuando de repente se apago la luz.
Se apago la luz.
– ?Como se ha apagado? -pregunto la decana con desconfianza, con la boca casi pegada al agujero del cristal.
– Una actuacion perfecta. Justo a tiempo -dijo Harriet.
– En cuanto he oido llamar a la puerta he ido corriendo hacia la derecha y he seguido a gatas contra la pared. ?Me han oido?
– Nada. Lleva zapatillas, ?no?
– Tampoco oimos a la otra, senorita.
– Tambien debia de llevar zapatillas. Bueno, supongo que eso ya esta solucionado. Deberiamos dar una vuelta por el college para comprobar que todo va bien y volver a la cama. Ustedes pueden marcharse, Carrie… La senorita Martin y yo nos encargamos de todo.
– Muy bien, senorita. Vamos, Annie, aunque no se como vamos a poder dormir…
– ?Ya esta bien de jaleo!
Una voz indignada anuncio la llegada de una alumna en pijama, sumamente enfadada.
– A ver si se enteran de que algunas queremos descansar un rato. Este corredor es un… Ah, perdon, senorita Martin. ?Ocurre algo?
– Nada en absoluto, senorita Perry. Lamento haberla molestado. Alguien se ha dejado encendida la luz en el aula y hemos venido a ver si todo estaba en orden.
La alumna se marcho, con una sacudida de la despeinada cabeza que daba a entender lo que pensaba del asunto. Tambien se marcharon las dos criadas, y la decana se volvio hacia Harriet.
– ?A que viene lo de reconstruir el crimen?
– Quiero averiguar si Annie podia realmente haber visto lo que dice que vio. Esta gente a veces deja volar su imaginacion. Si no le importa, voy a cerrar estas puertas y a llevarme las llaves. Me gustaria tener una segunda opinion.
– ?Aja! -exclamo la decana-. ?El exquisito caballero que me beso los pies en Saint Cross Road, diciendo «
– Si, le pega mucho. En fin, decana, tiene usted unos pies muy bonitos. Yo tambien me he fijado.
– Si, los alaban -dijo la decana con cierto aire de suficiencia-, pero raramente en un lugar tan publico ni a los cinco minutos de conocerme. Le dije a su senoria: «Joven, es usted un hombre muy estupido». Y el contesto: «Hombre, sin duda, y a veces lo bastante estupido para ser joven». «Vamos, levantese, por favor; aqui no puede ser joven», le dije, y el dijo, muy cortes: «Lamento haber actuado como un farsante. No tengo ninguna excusa que ofrecerle, de modo que, ?me perdona?». Asi que lo invite a cenar.
Harriet nego con la cabeza.
– Mucho me temo que es usted demasiado sensible al cabello rubio y la delgadez. Eso, en los delgados es sentido del humor, mientras que en los corpulentos es simple impertinencia.
– Podria haber resultado sumamente impertinente, pero la verdad es que no. Me interesa saber que opina de los acontecimientos de esta noche. Vamos a ver si han pasado mas cosas raras.
Pero no observaron nada fuera de lo comun.