Harriet telefoneo al Mitre antes del desayuno.
– Peter, ?podrias venir esta manana en lugar de a las seis?
– Dentro de cinco minutos, donde y cuando quieras. «Si ella se lo pide, iran descalzos a Jerusalen, a la gran corte de Cham, a las Indias Orientales, en busca de un pajaro para su sombrero.» ?Ha pasado algo?
– Nada preocupante; solo unas cuantas pruebas
– Estare en la conserjeria de Jowett Walk dentro de media hora.
Peter llego en compania de Bunter y de una camara fotografica. Harriet los llevo a las habitaciones de la decana y les conto la historia, con ayuda de la senorita Martin, que le pregunto a Wimsey si queria entrevistar a las dos criadas.
– De momento, no. Parece que ustedes ya han hecho todas las Preguntas necesarias. Iremos a echar un vistazo a la habitacion. Segun tengo entendido, no se puede acceder a ella si no es por este pasillo. Dos puertas a la izquierda… habitaciones de alumnas, supongo. Y una a la derecha. Y lo demas son cuartos de bario y cosas. ?Cual es la puerta del cuarto oscuro? ?Esta? A la vista de la otra Puerta… asi que no hay otra posible salida que la ventana. Comprendo. ?La llave del aula estaba dentro y la cortina tal y como esta ahora? ?Seguro? Muy bien. ?Pueden darme la llave?
Abrio la puerta y miro dentro.
– Saca una fotografia de esto, Bunter. Tienen unas puertas muy bonitas en este edificio, y encajan bien. Roble, sin pintura ni cera.
Saco una lupa del bolsillo y examino concienzudamente el interruptor de la luz y el picaporte.
– ?De verdad va a descubrir huellas dactilares?
– Claro que si -contesto Wimsey-. No nos serviran de nada, pero impresionan al espectador e inspiran confianza. El aislante, Bunter. Ahora comprobara que arraigada esta la costumbre de sujetar las puertas para abrirlas -anadio mientras echaba rapidamente el polvo blanco sobre el marco de la puerta y el picaporte. Aparecio una sorprendente cantidad de huellas superpuestas por encima de la cerradura cuando soplo sobre el polvo sobrante-; De ahi la magnifica y anticuada institucion de la chapa de proteccion. ?Puedo coger una silla del cuarto de bano? Ah, gracias, senorita Vane, pero no queria decir que la trajera usted.
Prosiguio con los soplidos hasta la parte de arriba de la puerta y el borde superior del marco.
– No esperara encontrar huellas dactilares ahi arriba, ?no? -pregunto la decana.
– Nada me sorprenderia mas, pero se trata de un simple despliegue de eficacia y meticulosidad. Pura cuestion de rutina, como dicen los policias. La felicito: este college no tiene ni una mota de polvo. Bueno, ya esta. Ahora tendremos que forzar la vista con la puerta del cuarto oscuro y hacer lo mismo que aqui. ?La llave? Gracias. ?Lo ven? Aqui hay menos huellas. De esto deduzco que normalmente se llega a la habitacion por el aula, lo que probable, mente explica tambien el polvo en la parte superior de la puertas Siempre se descuida uno con alguna cosilla, ?no? Sin embargo, el linoleo esta honorablemente limpio y abrillantado. ?Debo ponerme de rodillas y andar por el suelo en busca de huellas de pies? Es fatal para los pantalones y raramente resulta util. Mejor examinemos la ventana. Si… salta a la vista que alguien ha salido por ahi, pero eso ya lo sabiamos. Se encaramo al fregadero y tiro ese vaso de precipitados sobre el escurridero.
– Piso el fregadero y dejo una mancha humeda en el alfeizar de la ventana, pero ahora esta seca, claro -dijo Harriet.
– Si, pero eso demuestra que salio por aqui y en ese momento, aunque practicamente no hace falta demostrarlo. Otra salida no hay. No es como el problema de la habitacion hermeticamente cerrada y un cadaver. ?Has acabado ahi, Bunter?
– Si, milord. He tomado tres fotografias.
– Con eso deberia ser suficiente. No estaria de mas que limpiaran esas puertas -anadio, dirigiendose sonriente a la decana-. Es que, vera, aunque identificaramos todas las huellas dactilares, serian de personas que estaban en su perfecto derecho de haber pasado por aqui. Y ademas, nuestra posible culpable es lo suficientemente lista, como todo el mundo hoy en dia, para haberse puesto guantes.
Examino el aula con ojo critico.
– ?Senorita Vane!
– ?Si?
– En esta habitacion hay algo que la ha inquietado. ?Que es?
– No hace falta que lo diga.
– No; estoy seguro de que pensamos lo mismo, pero digaselo a la senorita Martin.
– Cuando la autora de los anonimos apago la luz, debia de estar cerca de la puerta y salio por el cuarto oscuro. Entonces, ?por que tiro la pizarra, que no esta entre las dos puertas?
– Exactamente.
– ?Ah, pero eso no es nada! -exclamo la decana-. En una habitacion a oscuras te puedes despistar. Una noche se me fundio el flexo y al intentar buscar el interruptor de la pared, me di de narices contra el armario.
– ?Eso es! -dijo Wimsey-. La gelida voz del sentido comun cae sobre nuestras conjeturas como agua fria sobre cristal caliente y las hace anicos. Simplemente fue a tientas junto a la pared. Debia de tener alguna razon para volver al centro de la habitacion.
– Se habria dejado algo en una de las mesas.
– Eso es mas probable, pero ?que? Algo reconocible.
– Un panuelo o lo que hubiera usado para aplastar las letras al pegarlas.
– Vamos a suponer que fuera eso. Me imagino que estos papeles siguen tal y como los encontraron. ?Han comprobado si el pegamento estaba humedo?
– Solo he tocado este que esta sin terminar en el suelo, y se ve como lo hizo. Puso una linea de pegamento de un extremo a otro del papel y pego las letras. El renglon sin terminar estaba pegajoso; pero no humedo, y es que no entramos hasta cinco o diez minutos despues de que ella se marchara.
– ?No han tocado ninguno mas?
– Pues no.
– Me pregunto cuanto tiempo estaria aqui. Habia terminado buena parte, pero a lo mejor podemos averiguarlo de otra manera. -Cogio la tapa de la caja que contenia las letras sueltas-. Carton basto. No creo que tengamos que molestamos en buscar huellas dactilares en esto, ni en averiguar de donde ha salido: podria ser de cualquier sitio. Casi habia terminado la faena; solo quedan un par de docenas de letras, y muchas son «q», «z», «k» y otras consonantes poco utiles. Me pregunto como tendria que terminar este mensaje.
Recogio el papel del suelo y le dio la vuelta.
– Dirigido a usted, senorita Vane. ?Es esta la primera vez que recibe tal honor?
– La primera vez… desde la primera vez.
– ?Ah! «No me haga reir si se cree que me va a pillar, usted, que es una…» Bueno, hay que anadir el epiteto, con las letras de la caja. Si tiene un vocabulario suficientemente amplio, quiza descubra cual iba a ser.
– Pero lord Peter… -Hacia tanto tiempo que Harriet no lo llamaba por su titulo que le dio verguenza, pero agradecio el trato de cortesia de Peter-. Lo que me gustaria saber es por que vino a esta habitacion.
– Ahi esta el misterio, ?no?
Habia una lamparita en la mesa, y Wimsey encendia y apagaba la luz despreocupadamente.
– Perdon, milord.
– Dime, Bunter.
– ?Esto aportaria algo a la investigacion?
Bunter se metio debajo de la mesa y se levanto con una horquilla negra y alargada en la mano.
– ?Santo cielo Bunter! Si esto parece sacado de un libro de historia. ?Cuantas personas utilizan estos chismes?
– Unas cuantas, en los dias que corren -dijo la decana-. Se han vuelto a poner de moda los monos. Yo me las pongo, pero son de bronce. Y tambien algunas alumnas, y la senorita Lydgate… pero creo que las suyas tambien son de bronce.
– Yo se quien las usa negras y con esta forma -dijo Harriet-. Una vez tuve el honor de ponerle una.
– La senorita De Vine, por supuesto. Siempre la Reina Blanca. Y por supuesto, las va dejando caer por todas