– Aqui estoy, parroco.

– Jack Godfrey, con su mujer y su familia.

– Estamos todos, senor.

– Joseph Hinkins… Louisa Hitchcock… Obadiah Holliday… Senorita Evelyn Holliday…

El grupo de hombres de la presa se quedo en la puerta. Wimsey se acerco hasta el parroco para darle las malas noticias.

– ?John Cross y Will Thoday? Es terrible. Dios los tenga en la gloria. ?Seria tan amable de decirle a mi mujer que les comunique la mala noticia a sus respectivas familias? ?Que Will intento rescatar a Johnnie? No esperaba menos de el. A pesar de todo, era un buen chico.

Wimsey se llevo a la senora Venables aparte. La voz del parroco, un poco temblorosa, seguia nombrando a los feligreses.

– Jeremiah Johnson y su familia… Arthur y Mary Judd… Luke Judson…

Entonces, desde la parte posterior de la iglesia, se oyo un grito desesperado.

– ?Will! ?Oh, Will! ?No queria vivir! Mis ninas, ?que vamos a hacer ahora?

Wimsey no queria seguir escuchando. Se fue hacia la puerta del campanario y empezo a subir la escalera.

Las campanas seguian tocando. Paso por la sala donde estaban los esforzados campaneros, todos sudados, y siguio subiendo. Paso la sala del reloj, que estaba llena de cosas, hasta que llego al refugio de las mismas campanas. En el momento en que asomo la cabeza, la furia de las campanas era tal que le parecio que le estaban golpeando los oidos con mil martillos. La torre entera resonaba. Se movia con el movimiento de las campanas. Fuera de si, Wimsey subio el ultimo tramo.

Se detuvo a medio camino agarrandose muy fuerte a la escalera. El sonido lo atravesaba. Entre los repiques, sono una nota aguda sostenida que fue como si una espada le atravesara el cerebro. Noto como si toda la sangre del cuerpo se le subiera a la cabeza y esta estuviera a punto de estallar. Se solto de una mano e intento cerrar la trampilla con los dedos, pero era tal el agobio que se balanceo y a punto estuvo de caer escaleras abajo. Aquello no era ruido, era puro dolor, un tormento insufrible. Empezo a gritar, aunque no se oyo. Los timpanos le temblaban y perdia el control de los sentidos. Era mucho peor que cualquier estruendo de artilleria pesada. Esto era una locura, un ataque de mil demonios. No podia avanzar ni retroceder, aunque en su interior gritaba: «?Tengo que salir de aqui!». El campanario se movia y daba vueltas y las campanas subian y bajaban al alcance de la mano. Las bocas se agitaban, con sus lenguas de bronce, y aquella nota grave no dejaba de chirriar.

No podia bajar porque la cabeza le daba vueltas y tenia un nudo en el estomago. Con un ultimo y desesperado esfuerzo, se agarro a la escalera y movio las temblorosas piernas. Empezo a subir escalones y, con mucho valor, consiguio llegar hasta la trampilla del tejado. Levanto una mano y consiguio abrir el pestillo. Tambaleandose, como si los huesos se le hubieran deshecho, salto por la ventana para que el fuerte viento lo azotara. Cuando cerro la trampilla, el endiablado clamor quedo atras, para volver a crecer a traves de las ventanas del campanario.

Permanecio unos minutos temblando encima de la torre, mientras recuperaba los sentidos lentamente. Al final la sangre le volvio a correr por todas las venas, Wimsey consiguio, poco a poco, ponerse de rodillas y se agarro a la veleta. Estaba rodeado de una enorme tranquilidad. La luna brillaba en el cielo y, a traves de las almenas, se veian los pantanos inundados como si fueran un cuadro en movimiento, como el mar visto desde el ojo de buey de un barco, y la torre se movia al ritmo de las campanas.

Todo un mundo habia quedado debajo de una sabana de agua. Se puso de pie y miro al horizonte. Al sureste, la torre de St Stephen se levantaba sobre una oscura plataforma de tierra, como el mastil de un barco que se hunde. En todas las casas habia luz; St Stephen estaba resistiendo la tormenta. Al oeste, la delgada linea de los ferrocarriles se alejaba hacia Little Dykesey, todavia intacto aunque peligrosamente acechado. Al sur, St Peter, cuyos techos y agujas se dibujaban sobre el horizonte plateado, era el centro de la gran inundacion. St Paul, a los pies de la torre, estaba vacio y abandonado, esperando su destino. Al este, una delgada linea senalaba el curso del Potters Lode Bank y, mientras Wimsey lo observaba, desaparecio debajo de la marea. El curso rio Wale ya no se veia pero, alla a lo lejos, se distinguia una palida raya que senalaba donde se encontraban el agua desbordada y el mar. Hacia el interior y el oeste el agua seguia creciendo. Hacia la costa y el este, adonde miraba el pollo dorado de la veleta, ya afrontaban el peligro. En algun lugar de ese tranquilo mar de agua dulce yacian los cuerpos rotos de Will Thoday y su companero, junto con todo lo que el rio habia ido arrastrando. La tierra habia reclamado lo que era suyo.

Una detras de otra, las campanas se fueron apagando. Gaude, Sabaoth, John, Jericho, Jubilee, Dimity y Batty Thomas descansaron y, cuando todo estaba en silencio, Sastre Paul toco los nueve sastres por las dos almas que se habian ido con la noche. Las solemnes notas del organo sonaron.

Wimsey bajo de la torre. Hezekiah Lavender estaba en la sala de las campanas tirando de la cuerda. Se oyo la voz del parroco, suave y musical, que acariciaba las alas de los dorados querubines.

– Ilumina la oscuridad…

Tercera Parte

Las campanas se aquietan

El monstruo de bronce lo habia matado.

The Rosamonde

Julian Sermet

El rio Wale inundo durante catorce dias los Fenchurches. El agua cubria todo St Stephen y la linea de ferrocarriles estaba bajo veinte centimetros de agua, de modo que los trenes pasaban muy lentamente provocando una pequena ola a izquierda y a derecha. St Peter fue la localidad mas afectada, ya que el agua llego hasta las ventanas de los segundos pisos. En St Paul, el agua habia alcanzado los dos metros y medio, excepto en el monticulo donde estaban la iglesia y la vicaria, que habian quedado a salvo.

La organizacion del parroco funciono de maravilla. Tuvieron viveres para los tres primeros dias, y despues el servicio de botes de emergencia traia comida fresca desde las ciudades vecinas. En la iglesia se inicio una vida muy curiosa, como si estuvieran en una isla, que adquirio ritmo propio con el paso de los dias. Cada manana se anunciaba con un repique de campanas, que hacia que los granjeros salieran fuera a ordenar las vacas. Traian agua caliente de la vicaria con abrevaderos con ruedas. Se sacudian las sabanas y se guardaban debajo de los bancos; se retiraba la lona que, durante la noche, separaba a los hombres y a las mujeres y se celebraba un pequeno servicio de himnos y oraciones para empezar a preparar las cosas en la capilla de mujeres. El desayuno se cocinaba siguiendo las instrucciones de Bunter y miembros del Instituto de Mujeres lo repartian por los bancos, y despues todo el mundo se ponia a trabajar. En la nave sur se impartian las clases, lord Peter Wimsey organizaba juegos en el jardin de la vicaria, los ganaderos cuidaban a los animales, los propietarios de gallinas metian todos los huevos en una cesta comun, la senora Venables presidia un club de costura en la vicaria. Habia dos radios: una en la vicaria y otra en la iglesia, que entretenian a la gente y cuyas baterias se recargaban continuamente con un sistema que los Wilderspin conectaron al Daimler de lord Peter. Tres noches a la semana se dedicaban a los conciertos y las charlas, organizadas por la senora Venables, la senorita Snoot y los coros combinados de St Paul y St Stephen, con la ayuda de la senorita Hilary y Bunter. Los domingos, la actividad se iniciaba con una celebracion matinal, seguida de una misa comun conducida por los dos parrocos anglicanos y los dos ministros protestantes. Se celebro una boda, que estaba fijada para uno de los dias que estuvieron encerrados, y fue la ocasion perfecta para que todos se vistieran de gala; y tambien nacio un nino al que bautizaron como Paul (por la iglesia) Christopher (porque St Christopher era el santo de los rios y las

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