baja y larga, y en ella se amontonaba una cosecha de frascos, botellas, cajas, pulverizadores y tubos de unguento, asi como un par de delicados artilugios de goma color rosa, que parecian sobrinos gemelos de una pera de enema. Sentadas en el suelo, mirando a la masa, habia una docena de mujeres. La mitad de ellas eran notoriamente gordas, habia luego algunas delgadas como sardinas y que parecian tan consumidas como bujias viejas, pero habia unas cuantas que a Sissy le parecieron muy atractivas y que no parecian necesitar en absoluto los servicios del rancho Rosa de Goma. Sissy se pregunto que limones tendria que sorber su destino para que ella pudiese encontrarse en un lugar como aquel como cliente.
Dirigidas por Debbie, las vaqueras se pusieron inmediatamente a trabajar.
– Solo hay una excusa para la irrigacion vaginal -informo Debbie a su atento publico-. La de curar una irritacion o una infeccion. En cuyo caso, hay que tener mucho cuidado con lo que se aplica a los tejidos inflamados. Hay once hierbas o sustancias naturales adecuadas para la irrigacion vaginal. Son: hinojo, raiz loca, olmo, goma arabiga, nenufar blanco, malvavisco…
– ?Malvavisco? -pregunto una de las damas mas obesas, incredula.
– El malvavisco o
Debbie enumeraba los nombres de las hierbas, pero la mujer gorda ya no la escuchaba. Sus ojos habian brillado al ponderar los placeres de una irrigacion de malvavisco, perdiendose su pensamiento consciente en visiones de melazas melcochadas y nata batida de delicia vaginal.
Luego, Delores agarro una lata de pulverizador Rocio de la mesa y la tiro al aire. Jelly saco su seis tiros e intento agujerearla antes de que llegara al suelo. Fallo, pero la clase capto el mensaje. El tiro saco corriendo a la senorita Adrian del edificio principal, donde se habia demorado intentando una vez mas ponerse en contacto telefonico con La Condesa en Washington. Llego a tiempo de oir:
– No hay hombre vivo, salvo que sea un fetichista cinico y masoquista, que desee hundir sus genitales en clorhidrato benzotoico, y cualquier mujer que se rode con el es una imbecil.
Pensando en la imagen del rancho, pensando tambien, quizas, en el latigo de Delores y la pistola de Jelly, la senorita Adrian pugno por contenerse,
– Chicas -dijo-. Chicas.
– Un momento, senora -dijo Jellybean-. Estamos terminando. Tenemos que transmitir otra pequena informacion de gran utilidad. Quiza le resulte interesante a una dama tan animosa como usted.
Echo a un lado a la senorita Adrian y luego se volvio al publico.
– Como ha dicho ya Debbie, la esencia natural de una mujer no solo es algo de lo que no hay por que avergonzarse sino que se trata, en realidad, de algo positivo que actua a nuestro favor. Les hablare de un pequeno truco en el que apuesto a que ustedes no han pensado jamas. A ver que les parece. Deben utilizar los dedos y frotar para humedecerlos con su jugo. Luego deben untarse detras de las orejas…
– ?Detras de las orejas?
Esto puso en estado de alerta a toda la clase. Hasta saco a la senora gorda de la tierra del malvavisco. Y puso a la senorita Adrian al borde del ataque mortal.
– Si, detras de las orejas. Un poquito en el cuello, si quieren. Cuando se seca, no huele en absoluto a marea baja. Es un perfume maravilloso. Muy sutil, muy picaro. Atrae a los hombres, lo garantizo. En fin, las mujeres de Europa llevan siglos utilizandolo. Por eso son tan seductoras las napolitanas. No me creen, ?eh? Pues bien, hare una demostracion.
Jelly deslizo la mano bajo la falda y empezo a extraer la esencia. Pero antes de que terminase la demostracion, la senorita Adrian, palida y temblorosa, empezo a farfullar. Nadie podia entender lo que decia, pero estaba indignada. Hizo una subita tentativa de arrebatarle el revolver a Jelly, pero Jelly, que era muy rapida, saco la mano de la entrepierna a tiempo para desbaratar la jugada de la dama. Las vaqueras consideraron que era hora de retirarse.
Riendo entre dientes y parloteando, fueron a las cuadras y ensillaron. Jelly y Big Red ayudaron a Sissy a montar una yegua muy mansa. Cabalgaron hacia el Oeste dos o tres kilometros, hasta donde las colinas empezaban a allanarse en pradera. La brisa sonaba en las hierbas como abrigo de gran gala de forro de seda cayendo al suelo en un carruaje. Continuamente. Salvo que la brisa de la hierba era en realidad risa de asteres, pues fuese donde fuese el grupo, o mirase donde mirase, el suelo culebreaba de asteres, ojo amarillo y petalo purpura, como margaritas manchadas de vino tras una orgia de dioses.
Mas de una vaquera penso en el viejo ingles Wordsworth del bachiller, quien, vagando solo como nube que flota sobre valles y cerros, vio de pronto una muchedumbre, una gran hueste de narcisos dorados. Pero aquellos asteres no eran ni una muchedumbre ni una hueste: eran un planeta, un universo, un condenado
A su llegada, vieron que la cabra, a la que habian atado a la valla del corral con una larga soga, devoraba afanosa la cubierta del descapotable de los cineastas. Se habia comido ya la tapiceria del asiento delantero y parte del volante de la limosina Cadillac de la senorita Adrian. Y, como entremeses quizas, habia recorrido el tendedero del barracon, devorando no menos de catorce pares de bragas, incluidas las de piel de serpiente de Delores, los bikinis de encaje de Heather y el par unico de bragas transparentes de Frederick's de Hollywood, con su recorte en forma de corazon, de Kym.
Aquella noche, alrededor del fuego, se pensaron cosas distintas sobre las cabras.
45
– LA MOLECULA DE leche de vaca es cien veces mayor que la molecula de leche de madre. Pero la molecula de leche de cabra y la molecula de leche humana son practicamente del mismo tamano. Por eso nos resulta facil digerir la leche de cabra mientras que la leche de vaca es como arena en el deposito de gasolina de las tripas.
– ?Probaste alguna vez leche de caimana? -pregunto Delores. Debbie no supo como tornar aquella pregunta.
– Tiene razon, Debbie -dijo Bonanza Jellybean-. Cada vez son mas los que descubren que la leche de vaca no es la adecuada para el consumo humano. Billy West dice que si somos capaces de producir leche de cabra suficiente en el rancho para que merezca la pena el viaje, esta dispuesto a llevarla a Fargo periodicamente. Gano una fabrica de quesos a los dados. Harian queso de cabra con nuestra leche y suministrarian a las tiendas de productos dieteticos de todos los estados de la pradera. Si pudieramos producir en cuantia suficiente (e impedir que las cabras nos comiesen las botas) el rancho podria autofinanciarse.
– Y realizariamos una buena obra -anadio Debbie, siempre preocupada por el karnia-. La leche de cabra es magnifica para los bebes a los que las madres no pueden amamantar.
– Hablando de bebes -dijo Delores-, espero que esos clitoris locos que se lanzan todas las noches al lago tomen precauciones.
Nadie contesto con palabras, pero hubo un nervioso e irritado revuelo. Delores continuo:
– Ya se que Tad Lucas desbravaba broncos hasta el noveno mes, pero no creo que una vaquera prenada fuese de gran utilidad en este rancho. Ya tenemos bastante con que vengan las grullas; no necesitamos ciguenas. Yo creo que esos fumadores deberian largarse del Rosa de Goma lo antes posible. Los hombres aqui solo pueden traer problemas. Y creo tambien -movio sus rizos oscuros senalando hacia Sissy- que nuestra invitada deberia excusarse y dejarnos discutir mas a fondo este asunto.
Jelly iba a hablar en defensa de Sissy, pero, asegurando a todas que lo entendia, esta se levanto y dejo el barracon.